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Martin Campbell: «La gente no comprende todo lo que conlleva una superproducción»

Madrid, 14 de julio de 2011.- El estreno de una nueva película del neozelandés Martin Campbell es siempre una buena noticia para amantes del cine de género, y mucho más si su protagonista es un superhéroe como Green Lantern. A Campbell hemos de agradecerle dos magníficos filmes de la saga Bond, GoldenEye (1995) y Casino Royale (2006). Asimismo, destacan en su filmografía títulos tan atractivos como La Máscara del Zorro (1998), Límite vertical (2000) y Al límite (2010).

Por otro lado, a Martin Campbell le deben mucho los aficionados a la televisión de calidad. Antes, mucho antes de que triunfase el sello HBO, el realizador ya sorprendía al público con series formidables como The Professionals (1978–1980), Reilly: As de espías (1983) y Edge of Darkness (1985).

Esa trayectoria de artesano incombustible, consolidada a fuerza de trabajo y amor a su oficio, convierte a Campbell en un cineasta todo terreno, capaz de aportar dinamismo y brillantez formal a cualquier proyecto.

El director se reúne conmigo en uno de los salones del Hotel Villa Magna de Madrid. Tiene ojos expresivos y un tono emocional serio y tranquilo. Su cordialidad natural le convierte en alguien fácil de entrevistar.

En casos como este, la expectativa es enorme a lo largo de todo el rodaje. Se publican comentarios en la prensa y en internet mucho antes de que haya terminado la filmación. Usted ya ha pasado por un caso similar cuando rodó Casino Royale. ¿Llega a afectarle emocionalmente esa presión exterior o consigue aislarse?

Piensa en lo que ocurrió con el traje de Green Lantern. Como sabes, dimos a conocer un diseño preliminar del uniforme… Era solo un boceto, pero recibimos una respuesta negativa por parte de los fans. De inmediato pensamos… Dios mío, hay que elaborar más ese diseño, y lo logramos, tras mucho trabajo y numerosas conversaciones. Así llegamos al uniforme que en la película luce Ryan Reynolds, que es una creación digital y no –obviamente– un traje real…

El hecho es que aquel diseño había llegado a los fans de forma casi inmediata. Escuchamos esos comentarios, y aprendimos la lección porque, como te decía, aquel diseño era un boceto preliminar.

En todo caso, se anticipan demasiado las opiniones, ¿no cree?

Incluso los pases previos se convierten en algo complicado. Aunque la película no esté acabada y aún sea demasiado larga y le falten detalles, ya se publican opiniones… De hecho, hay quien escribe críticas. Recuerdo el caso de GoldenEye. Tuvimos una crítica en el Times, y todavía no le habíamos mostrado la película a nadie. Y eso fue bastantes meses antes del estreno.

Hablando de críticas… La realización de una cinta como Green Lantern implica un descomunal esfuerzo creativo y de producción. ¿Qué siente cuando este tipo de películas es tratado por los comentaristas como si fuera una atracción de feria o un simple pasatiempo veraniego?

Te provoca enfado, desde luego… Y también te sientes disgustado… Me irrita cuando se desprecia de ese modo una superproducción. La gente no comprende todo lo que conlleva…

Pienso ahora en el caso de David Lean… Tardó catorce años en rodar otra película después del estreno en 1970 de La hija de Ryan. Aquella película tuvo una acogida muy hostil por parte de los críticos, y eso afectó tanto a Lean que tardó catorce años en rodar otra producción, Pasaje a la India, cuando ya se encontraba al final de su vida… No sé qué más decirte de este sentimiento, pero me enfurece ese tipo de opinión.

En alguna oportunidad, usted ha señalado que la parte de su trabajo que más le agrada es la preproducción y la postproducción. Me pregunto si sigue pensando lo mismo después de rodar una película como Green Lantern, con una postproducción tan compleja.

Es interesante… Aquí la preproducción fue muy dura, desde luego… Pero sí… todavía creo que disfruto más de la etapa de montaje que de la filmación.

A la hora de rodar una cinta de estas dimensiones, con un equipo de proporciones descomunales, ¿cuál es la cualidad más necesaria a la hora de dirigir? ¿La paciencia? ¿Quizá la disciplina? ¿O la resistencia física para aguantar jornadas de dieciocho horas a lo largo de cien días?

En primer lugar, yo diría que es indispensable disponer de un buen equipo en tu entorno. Y en segundo lugar, me imagino que se trata de saber qué diablos estás haciendo [Risas].

Como director, tengo que cumplir con el trabajo en las fechas previstas, y siempre me siento culpable si no lo consigo. Hay mucho dinero en juego, y cada día de rodaje cuenta, y además resulta muy caro. En definitiva, tienes la responsabilidad de cumplir la tarea por la que se te paga.

En esta película, cuenta con actores de alto nivel: Ryan Reynolds, Mark Strong, Peter Saarsgard… ¿Fue muy laborioso el trabajo de casting?

Fue simplemente un proceso de prueba… Este siempre es un proceso largo, cuyo final nunca está claro hasta que das con la persona adecuada. En el caso del personaje femenino –Carol Ferris, interpretada por Blake Lively– teníamos claro lo que queríamos. En cuanto a Peter Sarsgaard no hubo ninguna duda, y ni siquiera hizo falta una prueba. Le contratamos porque es un magnífico actor.

Con Mark Strong pasó lo mismo: queríamos tenerle en el reparto. Con Blake y con Ryan Reynolds sí que hicimos pruebas, y su elección fue la adecuada.

En la película se advierte cuánto respeta al personaje. Aunque Hal Jordan es un superhéroe de cómic, usted aborda la historia con seriedad. Al mismo tiempo, la película es ligera, tiene épica y sentido del humor. ¿Le ha resultado complicado equilibrar esos elementos?

Cómo diablos se consigue eso… Bien, desde el principio quería que Hal Jordan tuviese humor… Además, el estudio quería que ésta no fuese una historia oscura. Los cómics, de hecho, son más sombríos, y sin embargo, en ellos también hay sentido del humor. Fíjate, por ejemplo, en lo ridículo que resulta que alguien no sea reconocido por el simple hecho de llevar un antifaz.

Me imagino que su trabajo con el diseñador de producción, Grant Major, fue muy estrecho, sobre todo a la hora de crear ese mundo de ciencia-ficción, el planeta Oa, donde se reúnen los Green Lanterns de todo el universo.

Ahí sí que no puedo atribuirme los créditos. Grant tiene un enorme talento y su equipo es excelente. Fue el quien diseñó ese planeta, con sus túneles y laberintos. Es un mundo muy original. El departamento de Grant tiene una gran creatividad.

En un principio la película iba a rodarse en Australia. ¿Qué les llevó a trasladar el set hasta Louisiana?

Ese cambio se produjo por motivos financieros. En concreto por la fiscalidad de Louisiana, que abarataba los costes de producción. Cuando fuimos a Australia, el dólar australiano empezó a revalorizarse cada vez más. Por otro lado, en Louisiana hay estudios y buenos equipos.

Hablando de globalización, usted no es el único neozelandés del equipo. Taika Waititi y Temuera Morrison forman parte del reparto… La verdad es que últimamente Nueva Zelanda es un país muy conocido por los cinéfilos.

Hay muchos neozelandeses en el equipo, ya lo creo… Aunque resulta extraño si tenemos en cuenta la población de Nueva Zelanda, mucha gente participa de esta industria. No tienes más que fijarte en el equipo de El Señor de los Anillos, o en una compañía de efectos especiales como Weta Digital.

Hábleme de ese momento crucial en el que está a punto de proyectarse por primera vez la película ante un público no profesional.

Te sientes nervioso, y analizas las reacciones de la audiencia… Si entienden esto o no entienden aquello. Y entonces te planteas preguntas sobre el desarrollo de la película. En este caso, hubo consenso general en torno al protagonista: a todo el mundo le gustó Ryan.

Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

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Guzmán Urrero

Colaborador de "La Lectura", revista cultural de "El Mundo". Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador habitual de las páginas de cultura del diario ABC y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.