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Marilyn Horne se humaniza

Se sabe que Marilyn Horne sacó a la luz, recuperó, esa categoría vocal rossiniana que se conoce como la del contralto in travesti, aquella que de alguna manera venía a sustituir en la nomenclatura canora del compositor al castrado, por aquellos años en lógico periodo de extinción.

Conocíamos también otras facetas rossinianas de la Horne, como la de insuperable cantante de cámara, pero desatendíamos aquella que correspondía más a la de mezzosoprano lírica tipo Rosina e Isabella, pese a las grabaciones completas o fragmentarias de las mismas, que escuchábamos quizás con más benevolencia que interés. Igual que la Angelina de La cenerentola, un papel juzgado propio de cantantes de otro tipo de personalidad más contenida o menos aparatosa.

Estos prejuicios se caen de golpe con la versión completa que de esta maravillosa obra nos brinda Ponto procedente de una ejecución norteamericana de 1983, según el disco, pero que no cuadra con otras informaciones complementarias y, probablemente, originada en San Francisco. No importa. Lo que vale es que permite apreciar la labor que la Horne hace con este personaje de cuento de hadas, tamizado por la astucia y la ironía rossinianas.

Su canto es de una calidad propia de la experta en la materia, donde todas las exigencias vocales están perfectamente resueltas o multiplicadas con el encomiable brillo añadido. Pero, sobre todo, Horne tiene la inteligencia, primero, y luego la habilidad de captar la esencia del personaje. Su voz no suena como cuando canta Arsace, Malcolm, Tancredi, Falliero o Neocle; aclara los medios, aligera el sonido para que Angelina se coloree con la definición tímbrica que precisa su personaje ahora más humano o cercano o cotidiano. Se trata, seguramente, de la habilísima producción de Jean-Pierre Ponnelle, que filmara contemporáneamente a Frederica von Stade mientras triunfaba en numerosos escenarios de todo el mundo, pues la mayoría del equipo así permite suponerlo y las risas del público pueden ayudar a constatarlo. Un equipo que en esos años era imposible de superar: Francisco Araiza (Ramiro), Sesto Bruscantini (Dandini), Paolo Montarsolo (Don Magnifico), además de la divertidísima Clorinda de Elvira Ravaglia, la Tisbe de Teresa Rocchino y el Alidoro de Giorgio Tadeo. En foso: Claudio Scimone.

Nos hallamos ante un disco que se enriquece o no (según oyentes) con un recital en Alemania, con páginas haendelianas, vivaldianas y rossinianas donde la Horne cuenta con la eventual compañía de su colega y amiga Montserrat Caballé, como de costumbre a su aire.

Disco recomendado: G. Rossini: «La Cenerentola» / M. Horne, F. Araiza, S. Bruscantini, P. Montarsolo. Dir: C. Scimone (1983) + Caballé & Horne en concierto / PONTO / Ref: PO 1021 (3 CD

Copyright © Fernando Fraga. Este artículo se publica en Cualia por cortesía del autor y de Diverdi. Reservados todos los derechos.

Fernando Fraga

Es uno de los estudiosos de la ópera más destacados de nuestro país. Desde 1980 se dedica al mundo de la música como crítico y conferenciante.
Tres años después comenzó a colaborar en Radio Clásica de Radio Nacional de España. Sus críticas y artículos aparecen habitualmente en la revista "Scherzo".
Asimismo, es colaborador de otras publicaciones culturales, como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Crítica de Arte", "Ópera Actual", "Ritmo" y "Revista de Occidente". Junto a Blas Matamoro, ha escrito los libros "Vivir la ópera" (1994), "La ópera" (1995), "Morir para la ópera" (1996) y "Plácido Domingo: historia de una voz" (1996). Es autor de las monografías "Rossini" (1998), "Verdi" (2000), "Simplemente divas" (2014) y "Maria Callas. El adiós a la diva" (2017). En colaboración con Enrique Pérez Adrián escribió "Los mejores discos de ópera" (2001) y "Verdi y Wagner. Sus mejores grabaciones en DVD y CD" (2013).

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