A Martin Amis debo mi primera noticia sobre su padre, Kingsley, al que descubrí en su intimidad ‒con su infaltable dry martini y una solemne ironía en cada frase‒ tras leer Experiencia, la autobiografía de Martin. Y aunque algunas páginas de Experiencia parecen un ajuste de cuentas con el pasado, lo cierto es que el personaje de Kingsley acabó pareciéndome casi entrañable, a pesar de sus innumerables defectos.
La tarea que me he impuesto no es fácil. Al terminar la lectura de Lucky Jim (1954), decidí convencerme de que el vitriólico Kingsley Amis estaba predestinado a escribir este tipo de narrativa: inteligente, cargada de humor, brillantísima y con ese fatalismo sentimental que él mismo solía manejar en privado. Lo sé: un escritor no siempre revela su forma de ser cuando escribe. Pero en este caso, casi estaría dispuesto a demostrarlo.
Para los lectores británicos, Lucky Jim es una novela sobradamente conocida. En 1957, John Boulting rodó la primera adaptación cinematográfica, con Ian Carmichael de protagonista, y desde entonces, la figura del personaje principal ‒Jim Dixon, un académico de historia medieval cuyo individualismo y visceralidad chocan con las inercias de una universidad de provincias‒ ha seguido reapareciendo en las pantallas del cine y la televisión.
Suele destacarse la misantropía como el rasgo más destacable de Jim. No lo discutiré. De hecho, toda la novela festeja ese punto de vista, a través de una insólita galería humana que ‒una vez más‒ tiene algún que otro contacto con el entorno real de Kingsley Amis, especialmente si pensamos en Philip Larkin. Lo cierto es que esos irritantes personajes pecan a veces por vanidad o ridiculez, y otras, por una variada gama de neurosis que Jim observa con espanto, con malicia o con simple desprecio.
Como retrato de costumbres, Lucky Jim nos sirve como reflejo despiadado de la sociedad de posguerra. En este sentido, Amis maneja la sátira con una acidez que lo emparenta con P. G. Wodehouse y Evelyn Waugh, dos de los narradores que siempre salen a relucir cuando se comenta el impacto popular de este libro.
Y si hablo de impacto, es porque Lucky Jim hace diana. Tantos años después de su publicación, la obra de Amis no ha perdido actualidad, y su humorismo de azufre y su épica rebeldía frente a la estupidez y las convenciones siguen igual de vigentes.
Sinopsis
Traducción de Eder Pérez Garay
Una nueva traducción de la primera y aclamada novela de Kingsley Amis, que le valió el prestigioso Premio Somerset Maugham. Una sátira de la vida universitaria británica que, aderezada con una deliciosa y mordiente misantropía, constituye una de las obras más inolvidables de la literatura cómica británica.
Jim Dixon se encuentra en una situación delicada. No sabe si va a poder conservar su puesto de profesor de Historia Medieval en la universidad, ya que para ello tendría que publicar un artículo que le granjeara la admiración de la academia. Y no solo eso: también ha de mantener una buena relación con el profesor Welch, el jefe de su departamento, un hombre pedante y despistado que probablemente no olvide con facilidad que Jim proviene de una familia de clase media baja y que las altas esferas académicas no son precisamente su fuerte. Y todo esto mientras intenta conquistar a Margaret, una de sus compañeras de trabajo, que se está recuperando de un intento de suicidio a causa de la ruptura con su exnovio. ¿Le acompañará a Jim la suerte para conseguir sus propósitos?
Sir Kingsley Amis nació en 1922 en el sur de Londres. Estudió en Oxford, y más tarde llegaría a ser catedrático en las universidades de Swansea y de Cambridge.
Amigo fraternal de Edmund Crispin y Philip Larkin (que moriría en casa de los Amis en 1985), fue uno de los máximos representantes del movimiento de los «Jóvenes Airados» o «Angry Young Men». Como muchos hombres de su generación, sirvió un tiempo en el ejército. Empezó su carrera literaria como poeta, aunque lo que le llevaría a la fama, en 1954, fue la publicación de su primera novela, Lucky Jim (galardonada con el Premio Somerset Maugham). En sus años jóvenes, Kingsley Amis fue estalinista y miembro del Partido Comunista. No obstante, posteriormente, coincidiendo con la invasión de Hungría por parte de la Unión Soviética en 1956, Amis se convirtió en un estridente anticomunista, siendo tachado incluso de reaccionario. Expuso su cambio de pensamiento político en 1967, en el ensayo Por qué Lucky Jim torció a la derecha (Why Lucky Jim Turned Right). Escribió más de cincuenta obras, entre ellas veinte novelas, seis volúmenes de poesía y sus Memorias, en 1991. También colaboró en la redacción de algunas de las novelas protagonizadas por el agente James Bond. Fue galardonado en 1986 con el prestigioso Booker Prize al mejor libro del año (Los viejos demonios), premio al que había estado nominado en dos ocasiones previas. En 1990 fue distinguido con la Orden de Caballero del Imperio Británico. Murió el 22 de octubre de 1995, en Londres. The Times lo considera uno de los diez mejores escritores ingleses posteriores a 1945.
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