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Los recuerdos de Chesterton

Pocos hombres son capaces, como Chesterton, de ensalzar la infancia como la única época verdaderamente verdadera y felizmente feliz de su vida, hasta el punto de ponerla como ejemplo de la conducta humana.

Lo hace para acreditar la normalidad de esa misma vida, desprovista de monstruosidades y patetismos, elementos a veces indispensables en la formación de la subjetividad artística.

Con minucia y convicción, Chesterton examina en Autobiografía (The Autobiography, 1936) sus orígenes y cuenta su paso por diversas creencias: liberalismo, socialismo, catolicismo. Cuando advirtió que el capitalismo y el comunismo compartían una misma ética, se hizo católico, con todas las de la ley, católico supersticioso, milagrero y anticuado, como a sí mismo podría calificarse con un orgullo abatido por la más cristiana de las virtudes: la humildad, el estar a ras del suelo, como el humus que le da nombre.

Por este relato de vida pasan circunstancias personales, aunque no confesiones. Chesterton se ve inserto en una época y una sociedad, como parte de la historia. Para acreditarlo, nos ofrece incontables observaciones sobre la Inglaterra victoriana, la Europa de la preguerra del 14 y la posguerra del 18, la vida literaria de aquellas fechas, para lo cual abunda en sus dos mejores dotes de escritor: el epigrama irónico y el retrato epigramático, igualmente basado en las potencias de la ironía, o sea de la lógica de las contradicciones que hacen a la vida.

El libro es sincero y acaba pareciendo veraz. La amenidad del relato y la frecuencia de los adagios para memorizar y citar, hacen apetitosa una lectura que, en otras manos, nos mostraría un mundo infranqueable para quien no fuera inglés o especialista en el mundo letrado británico.

Este hombre normalizado que, no obstante, siempre se sitúa en los marcos y los límites, este ortodoxo capaz de ironizar a cada paso, este creyente que elude predicar la verdad de su dogma, es un buen caso de tolerancia intelectual y de eso que alguna vez se denominó ética social: hacer lo bueno porque es correcto y bueno para los demás por ser, justamente, correcto.

Copyright © Blas Matamoro. Este artículo fue editado originalmente en la revista Cuadernos Hispanoamericanos. El texto aparece publicado en Cualia con el permiso de su autor. Reservados todos los derechos.

Blas Matamoro

Ensayista, crítico literario y musical, traductor y novelista. Nació en Buenos Aires y reside en Madrid desde 1976. Ha sido corresponsal de "La Opinión" y "La Razón" (Buenos Aires), "Cuadernos Noventa" (Barcelona) y "Vuelta" (México, bajo la dirección de Octavio Paz). Dirigió la revista "Cuadernos Hispanoamericanos" entre 1996 y 2007, y entre otros muchos libros, es autor de "La ciudad del tango; tango histórico y sociedad" (1969), "Genio y figura de Victoria Ocampo" (1986), "Por el camino de Proust" (1988), "Puesto fronterizo" (2003), Novela familiar: el universo privado del escritor (Premio Málaga de Ensayo, 2010) y Cuerpo y poder. Variaciones sobre las imposturas reales (2012)
En 2010 recibió el Premio ABC Cultural & Ámbito Cultural. En 2018 fue galardonado con el Premio Literario de la Academia Argentina de Letras a la Mejor Obra de Ensayo del trienio 2015-2017, por "Con ritmo de tango. Un diccionario personal de la Argentina". (Fotografía publicada por cortesía de "Scherzo")