Las palabras más triviales conducen a imágenes que se prendieron de nuestra memoria con un impulso más o menos casual. Por ejemplo, la palabra de la que hoy voy a hablarles, apartamento, está asociada en mi recuerdo con la película homónima de Billy Wilder.
Empezaré por una curiosidad que interesará a quienes creen, muy razonablemente, que esto de los apartamentos es un asunto con fecha antigua. José Alemany y Bolufer, en su Diccionario de la Lengua Española (Barcelona, Ramón Sopena, 1917) juzga que apartamento es un americanismo, usado en Chile en lugar de la voz normalizada, esto es, apartamiento. Con semejante rigor, la Real Academia Española, en su añoso Diccionario manual e ilustrado de la lengua española (Madrid, Espasa-Calpe, 1927) aclara que chilenos y hondureños emplean este galicismo en lugar de apartamiento o vivienda. Por fin, en la más moderna edición de 1970, el diccionario académico define escuetamente apartamento como «habitación, vivienda». Apartamiento, apartamento… ¿A qué viene este cambio de criterio ortográfico? ¿Debemos denunciar el galicismo triunfante? No, al menos en opinión de don Emilio Lorenzo, quien asimismo recuerda un artículo de Julio Casares, publicado el 28 de octubre de 1959 en las páginas de ABC. Dicho texto defendía la aceptación de la voz apartamento por la Academia, y Criado analiza su abolengo:
«Un diccionario muy fiable como el Random House dice que ing. apartment procede del fr. appartement, que a su vez está tomado del it. appartamento, lo cual acaso sea verdad, pero verdad a medias, pues el rastro no acaba ahí, si se consulta al etimólogo italiano más solvente, Bruno Migliorini (Vocabulario della lingua italiana), que afirma, sin reservas: «Dallo spagn. apartamiento (der. di apartarse, appartarsi)».
Se pregunta entonces el profesor Criado si existía esta palabra en español antes de que la adaptasen los hablantes italianos mediante la reducción del diptongo. A través de su investigación, sabemos que el fichero de la Real Academia contiene testimonios al respecto a partir de los siglos XIV y XV, los cuales confirman el uso de esta voz con el significado de ‘habitación, morada, vivienda’. A su modo de ver, los términos apartamento y apartamiento han sido materia de disputa para los filólogos, singularmente el primero, descartado como un galicismo inútil.
Sin embargo, Criado concluye que, al margen de controversias, la forma apartamento se abrió paso en América, «primero detectada en Chile y en Honduras, luego en casi toda América hispana, excepto Perú. Malaret, gran autoridad lexicográfica, defiende la forma no diptongada en 1948 por ser ‘una dicción más eufónica y clara que la voz apartamiento, forma que hasta 1899 calificaba la Academia de ‘anticuada’». (El español en la encrucijada, Madrid, Espasa-Calpe, 1999, pp. 301-305).
Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Esta es una versión expandida de un artículo que escribí, con el seudónimo «Arturo Montenegro», en el Centro Virtual Cervantes, portal en la red creado y mantenido por el Instituto Cervantes para contribuir a la difusión de la lengua española y las culturas hispánicas. Reservados todos los derechos.