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La vida secreta de las palabras: «Esnobismo»

Antes de entrar en materia, vaya por delante una definición que tomamos del Diccionario manual e ilustrado de la lengua española (Real Academia Española, Madrid: Espasa Calpe, 1927): «esnob. adj. El que tiene esnobismo».

Gracias a la misma fuente, sabemos que esta actitud conlleva una «exagerada admiración por todo lo que es de moda». Lo cual revela, en ocasiones, un espíritu escasamente firme.

Algo de todo ello observó el escritor William M. Thackeray (1811-1863) cuando, a comienzos de la década de 1840, escribió en la revista Punch esa magnífica serie que lleva por título «The Snobs of England», y a la que más tarde dio forma de libro bajo el rótulo The Book of Snobs (1846-1847). Sin duda, esta apelación al esnob británico nos remite a la más colorida vanidad de la oligarquía londinense.

La escritura de Thackeray es florida, y sirvió de inspiración al norteamericano Joseph Epstein a la hora de hilvanar su Snobbery: The American Version. Pero lo que acá nos interesa es, simplemente, que popularizó en el entorno anglosajón la palabra snob. Su etimología, dicho sea de paso, es asunto de cuidado.

En 1987 don Emilio Lorenzo Criado comentaba una broma etimológica atribuida a Ortega y Gasset por Waldo Merino. Según este enfoque, snob provendría de la abreviatura de (s)ine (nob)ilitate, estampada en la hoja de inscripción de los estudiantes ingleses que no poseían títulos de nobleza. Aunque el profesor Lorenzo reconoce que la explicación hubiera hecho las delicias de Ortega, la broma no se debe a éste,

«sino a los sesudos alemanes que adoptaron como buena la tesis nacida de una simple pregunta formulada en 1950, y vigente todavía hoy en algún diccionario tan difundido como el de Wahrig (1980), pese a que parecía ya descartada por el artículo de P. Hortrup en 1963, donde, tras haber comprobado que en los registros de matrícula de Oxford y Cambridge no hay testimonios de tal abreviatura, se echa por tierra la fascinante etimología» (El español en la encrucijada, Madrid: Espasa Calpe, 1999, págs. 273-274).

Del estudio de Lorenzo Criado vale la pena retener, a modo de raíz etimológica, la forma snapr, propia del nórdico antiguo, siendo la primera acepción documentada de snob la de ‘aprendiz de zapatero’. Con todo, insiste el estudioso en que el esnobismo, bajo la mirada de los británicos, es un concepto proyectado en la escala social, a diferencia de lo que sucede entre los españoles, para quienes queda establecido por los vaivenes de la moda, siempre temporales y acaso presididos por una cierta frivolidad.

Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Esta es una versión expandida de un artículo que escribí, con el seudónimo «Arturo Montenegro», en el Centro Virtual Cervantes, portal en la red creado y mantenido por el Instituto Cervantes para contribuir a la difusión de la lengua española y las culturas hispánicas. Reservados todos los derechos.

Guzmán Urrero

Colaborador de la sección cultural de 'The Objective'. Escribió de forma habitual en 'La Lectura', revista cultural de 'El Mundo'. Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador de las páginas de cultura del diario 'ABC' y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Ha trabajado en el sector editorial y es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.