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La Trilogía de «El Señor de los Anillos» (2001-2003): Una historia oral

Cuando entre 1954 y 1955 se publicaron los tres volúmenes de El Señor de los Anillos, la división entre partidarios y detractores fue absoluta. Humphrey Carpenter, autor de J.R.R. Tolkien. Una biografía (1977) resume esta discrepancia a través de varios testimonios. «Nadie –escribió el poeta W.H. Auden  parece tener una opinión moderada; la gente o bien –como yo mismo– lo encuentra una obra maestra en su género, o no lo puede soportar».

Situándose en el bando de los defensores de TolkienAuden opinó lo siguiente en el New York Times: «Ninguna ficción, en los últimos cinco años, me ha dado más placer». Un gran amigo de TolkienC.S. Lewis, autor de Las crónicas de Narnia, escribió con parecido entusiasmo en Time & Tide: «El libro es demasiado rico y original para hacer un juicio definitivo tras una primera lectura. Pero sabemos que nos ha afectado. Ya no somos los mismos».

En realidad, el éxito llamó a las puertas de Tolkien cuando era demasiado veterano para que le impacientase. Por otro lado, es muy difícil llegar a lo más alto de las listas de ventas y no escuchar los cantos de sirena de Hollywood. Carpenter nos cuenta que fue el editor Stanley Unwin quien advirtió a Tolkien de que pronto recibirían alguna oferta para llevar el libro al cine. Ambos, nos dice, “decidieron una política: o bien un tratamiento respetuoso del libro, o una buena cantidad en efectivo. Como sir Stanley decía, la opción era gloria o dinero”.

En 1957 comenzó una intrincada negociación que, finalmente, condujo años más tarde a la realización de un film de dibujos animados, El Señor de los Anillos (1978), de Ralph Bakshi. El realizador se decantó por una técnica perfeccionada por Disney: el rotoscopio.

Uno de los chavales que disfrutó con el film de Bakshi fue el neozelándés Peter Jackson. Dos décadas más tarde, el propio Jackson se vería inmerso en una monumental aventura cinematográfica que le llevó a trasladar el mundo de Tolkien a la pantalla.

«Creo que fue allá por 1978 o 1979 ‒explica el cineasta‒ cuando leí por primera vez los libros. Iba en un tren camino de Auckland, a un curso de grabados de fotografías, que era a lo que me dedicaba por ese entonces. Recuerdo que pensé qué podía hacer en ese viaje de doce horas en tren y finalmente me compré El Señor de los Anillos. Y allí que me senté, viendo como el paisaje de Nueva Zelanda pasaba ante las ventanas del tren, mientras seguía leyendo la novela. Me gustaría decir que tuve una visión en la que me veía haciendo las películas, pero cuando tienes 18 años y un curso de grabado por delante, es imposible que te imagines haciendo El Señor de los Anillos algún día. Podrías imaginar que sería una película grandiosa, pensar que no puedes esperar hasta que alguien al fin se decida a hacerla, pero nunca podrías soñar que algún día serías tú mismo el que lo harías».

Tras el estreno de Agárrame esos fantasmas (The Frighteners, 1996), el director llegó a dos conclusiones. Primero: había sido idóneo rodar esa película en Nueva Zelanda, donde, gracias a la confianza del productor, Robert Zemeckis, quedaban asentadas las bases de Weta, la compañía de efectos especiales que Jackson lanzaría más tarde a la fama. Y segundo: el guión de The Frighteners no daba a crítica y público la impresión de solidez que él mismo hubiera deseado.

Mientras Agárrame esos fantasmas iniciaba su irregular trayectoria comercial, el cineasta presentaba a las grandes compañías su plan de rodar una nueva versión de King Kong. Ganándose amigos en casa, también criticó por su falta de ambición la política fijada por la New Zealand Film Commission.

«Estábamos trabajando en Agárrame esos fantasmas en 1995 ‒cuenta Jackson‒ y fue cuando utilizamos por primera vez, efectos especiales generados por ordenador de forma masiva. Creamos una pequeña compañía llamada Weta y con ella hicimos los efectos de los fantasmas, emocionándonos inmediatamente con todo lo que los ordenadores eran capaces de hacer. Fue cuando nos dimos cuenta de que habíamos llegado a un momento de la historia en el que podíamos sacar en una película todo aquello que pudiésemos imaginar. Eso me llevó a pensar en qué tipo de película que hasta ahora no había podido hacerse, podría llegar a hacer. Y enseguida supe que se trataría de una película de fantasía, una película con ciudades grandiosas, monstruos, batallas, cosas que ahora sí era posible enseñar en una película. E inmediatamente pensé en El Señor de los Anillos. Habían pasado unos 20 años desde que había leído el libro y me lo volví a leer a toda velocidad. De hecho aún conservaba la vieja edición que había leído por aquel entonces. Llamé a mi agente y le pedí que mirase quién tenía los derechos de El Señor de los Anillos. Me imaginé que estarían a buen recaudo por un estudio o por algún tipo de asociación y que sería imposible conseguirlos. Pero se dieron una serie de fortuitas y afortunadas circunstancias las que me permitieron hacerme al final con los derechos».

En un golpe de suerte inesperado, Jackson llegó a un acuerdo con el productor Saul Zaentz, quien gestionaba desde dos décadas atrás los derechos de adaptación de El Señor de los Anillos. El realizador neozelandés ya conocía la novela de Tolkien, y sabía que la versión de Bakshi había padecido múltiples inconveniencias en su desarrollo.

Con ese temor siempre presente, se presentó en los despachos de la compañía Miramax. Se las prometía felices, pero allí estuvo a punto de perder su opción de rodar el relato de Tolkien. Lo cuenta con detalle Peter Biskind en su libro Sexo, mentiras y Hollywood (Down & Dirty Pictures, 2004). Ahí es nada: los dueños de la compañía, Harvey y Bob Weinstein pretendían concentrar la trilogía en dos películas de tres horas. Claro que luego todo fue a peor, en especial cuando el presupuesto se disparó más allá de los ciento cuarenta millones.

“A Miramax –le dijo Jackson a Biskind– le entró el pánico. Bob Weinstein se puso furioso porque nos habíamos gastado todo su dinero. Estaban en un atolladero. Bob no entendía el proyecto y no confiaba en él. Su falta de confianza estaba desgastado a Harvey, que intentaba seguir dándonos su apoyo. Había amenazas de llevarnos a juicio; llegué a pensar que a Bob le habría encantado lanzarnos encima a sus abogados para intentar atraparnos en un infierno jurídico, pero Harvey intervino con ánimo moderador”.

Harvey Weinstein planeó que El Señor de los Anillos tuviera un nuevo guionista, Hossein Amini, y un nuevo director, John Madden. Sin embargo, pese a las draconianas condiciones contractuales que Jackson había firmado con los Wenstein, otra compañía, New Line Cinema, vino en su rescate. Gracias a ese acuerdo en el último minuto con Mark Ordesky, de New Line, el proyecto de El Señor de los Anillos obtuvo luz verde.

A la hora de escribir el guión, Jackson decidió colaborar con su mujer, Fran Walsh, y con Philippa Boyens. En un determinado punto, se sumó al equipo el dramaturgo Stephen Sinclair. El primer reto al que se enfrentaron, en palabras del propio director, fue el hecho de que «el libro es demasiado largo. Llegó el momento en el que nos dimos cuenta de que deberíamos hacer tres películas y eso fue una de las mejores cosas que le pudieron pasar a este proyecto. Pero, incluso así, se trataba de un libro muy complicado.

Tolkien dotó de profundidad a los personajes y a la historia, dándoles un auténtico trasfondo. Eso queda muy bien en un libro, pero es muy difícil de trasmitir en la pantalla. Sobre todo, si lo que ocurre es que no puedes contar esa historia si lo pasas por alto. Así que todo ese detallismo que pusimos es el que era necesario debido a la importancia que tenía en la historia. Normalmente, en una película tienes que intentar no tener más personajes de los que puedas manejar. Y obviamente tuvimos que eliminar una gran cantidad de los que aparecen en el libro. La cantidad que aparece en la película está en el límite de lo que podíamos meter en el tiempo que teníamos y dentro de la estructura del guión necesaria para contar la historia».

El primer golpe de claqueta se dio en Nueva Zelanda el 11 de octubre de 1999, pero el trabajo se prolongó hasta el 22 de diciembre de 2000. A lo largo de esos 274 días, el equipo recorrió 150 localizaciones y vivió una aventura sin precedentes en la Historia del Cine.

Mark Ordesky (productor ejecutivo): Peter leyó los libros cuando tenía 18 años. Fran y Philippa también los conocieron desde jóvenes. Yo los leí a los 12 años. Entre nosotros nunca hubo la más mínima duda de la capacidad de Peter para triunfar en su empeño. Por lo menos yo no dudé.

Peter Jackson (director): Empecé con un objetivo: introducir a los espectadores en el fantástico mundo de la Tierra Media de una forma que fuera creíble e impactante. Me propuse recopilar todos los grandes momentos de los libros y utilizar la tecnología moderna para ofrecerle al público algo nunca visto en el cine.

John Rhys-Davies (actor): Creo que actualmente hay un enorme deseo de aventura y dinamismo que sólo puede encontrarse en la imaginación… o en películas como ésta. Tolkien hace realidad este deseo de ser parte de una civilización heroica como la de los elfos, hobbits, enanos y hombres de la Tierra Media.

Jackson: Desde el principio no quería hacer una película de fantasía convencional. Quería algo que pareciera mucho más real. Tolkien escribe de manera que todo cobra vida, y nosotros queríamos reflejar desde el principio esa sensación realista de un mundo antiguo hecho realidad, y seguir construyéndolo según avanzaba la historia. Constantemente nos apoyábamos en el libro, no sólo cuando escribíamos el guión, sino también en el rodaje. Cada vez que rodábamos una escena, justo antes, tanto el equipo como yo releíamos esa parte del libro. Y siempre valía la pena, siempre nos inspiraba. He de decir que ha sido igualmente importante para nosotros que las películas gustaran, emocionaran y sorprendieran también a aquellas personas que jamás han leído los libros y que no saben nada sobre hobbits, enanos y elfos. El mundo de Tolkien resulta muy atractivo para cualquiera que esté preparado para experimentar algo especial.

Philippa Boyens (guionista): Cuanto más tiempo permaneces en el mundo de Tolkien, más complejo se vuelve. Todo estaba allí esperándonos, las posibilidades eran tremendas.

Jackson: Cuando no sabía cómo continuar, cerraba los ojos e imaginaba a los personajes en mi cabeza, del mismo modo que millones de lectores de todo el mundo han visto cómo estos libros cobraban vida en sus mentes. Haciendo esto sentía que conocía a los personajes y las escenas antes de empezar a rodar.

Barrie M. Osborne (productor): Los personajes tienen tantos matices y son tan interesantes, que rápidamente te identificas con ellos además de con el relato. Me recuerda a la saga de El Padrino en la que había tantos personajes diferentes con los que identificarte. Algunos fracasan mientras que otros se convierten en héroes.

Jackson: Todos los grandes temas de la humanidad están presentes en La Comunidad del Anillo. El más obvio es el del Bien contra el Mal, pero esta historia también habla de cómo la amistad perdura y sobrevive incluso en un mundo de tremendo caos y cambio. Queríamos que estos temas formaran parte de la primera de las películas. Lo que queríamos hacer al adaptar El Señor de los Anillos era destacar esos temas; y ya que no podíamos ser totalmente fieles al libro, puesto que tiene más de 1.000 páginas, intentamos incorporar aquellos aspectos que más interesaban a Tolkien, y haciendo de ellos la base de las películas.

Boyens: Cada personaje de Tolkien tiene una historia personal maravillosa y un apasionante viaje que realizar. Nos fijamos en cada uno de ellos de manera individual para poder destacar su evolución.

Christopher Lee (actor): Estamos ante la creación completa de un mundo. Una historia, lenguas y culturas convirtiendo un sueño en realidad.

Jackson: Me pareció que para hacer justicia a la naturaleza épica del relato, teníamos que rodarlo como una única gran historia, porque eso es lo que es. Son tres películas, tres experiencias únicas que constituyen una sola historia inolvidable. El equipo solía decir que yo era un hobbit. Era broma, pero para ser sincero, el estilo de vida hobbit: buena comida y un cómodo asiento frente al fuego ¡me suena bastante bien! Sobre todo después de hacer tres películas a la vez.

Cate Blanchett (actriz): Cuando empecé a trabajar en el proyecto, la gente ya tenía conciencia de que las culturas, historias y esperanzas de futuro eran reales. Era como formar parte de un universo completamente diferente. Nunca antes había experimentado algo como esto.

Jackson: A la hora de elegir el reparto, quisimos encontrar actores que fuesen capaces de representar a algunos de los personajes más queridos de la historia. Todo el que ha leído el libro se ha imaginado a Frodo o Gandalf o Aragorn o Arwen y teníamos una especie responsabilidad de ser fieles a esta representación. La otra era estar seguros de que esos actores eran buena gente. Íbamos a tener que trabajar juntos al menos durante tres años y es demasiado tiempo si te toca trabajar con alguien que no te gusta. Tuvimos la suerte de acertar de lleno. Fue un reparto increíble.

Elijah Wood (actor): Mi personaje, Frodo, es un aventurero muy curioso. Vive en una época en la que la mayoría de sus amigos hobbits quieren quedarse con los suyos, pero Frodo es muy distinto; desea marcharse y ver el resto del mundo y sus maravillas.

Osborne: Elijah es tan sincero en sus propósitos que hace su papel con toda naturalidad. Es capaz de desarrollar la verdadera transformación de su personaje, que comienza con La Comunidad del Anillo.

Wood: El personaje cobró vida para mí. La manera en que rodamos la película era tan realista que todos creíamos que Frodo y los demás existieron de verdad. Cuando me pusieron las prótesis de orejas y pies por primera vez, supe qué era sentirse como un hobbit. Suena raro, pero me sentía como si estuviera interpretando un personaje histórico, como si los hobbits hubieran vivido realmente en otro tiempo.

Ian McKellen (actor): En Gandalf veo el arquetipo de mago. Creo que cuando creó a Gandalf, Tolkien estaba jugando con la idea de los magos de los cuentos de hadas tal como han sido a lo largo de la historia. Gandalf se parece a Merlín, y quizá también a Próspero, pero tiene sus propias particularidades.

Osborne: Ian McKellen tiene una presencia que te hace creer de verdad en el poder y la sabiduría de Gandalf.

McKellen: Cuando la historia empieza, se emprende el viaje y comienzan a ocurrir grandes cosas, Gandalf hace una enorme contribución a la Compañía, y muestra su naturaleza como guerrero.

Ian Holm (actor): Bilbo no es muy distinto a mí. Es algo gruñón, pero tiene un corazón de oro. Es un tipo pequeño al que parece que las cosas le pasan sin más, pero cuando se le pone a prueba, suele salir más triunfante que la mayoría de la gente.

Osborne: Holm saca todos los matices de Bilbo. Muestra todas las características del hobbit, pero aún más importante, revela lo que hay en su interior.

Holm:  Creo que hacer de Bilbo se parece mucho a interpretar a Hamlet. Quiero decir, que ésta es mi versión de Bilbo, tal como sería mi versión de Hamlet. Es un personaje eterno, pero como actor lo interpretas como si lo tuvieras frente a ti y creyeras en él.

Osborne: Sean Astin fue una elección genial para Sam, da al papel una verdadera jovialidad, y consigue una gran empatía hacia sus conflictos internos. Creo que además fue una gran ventaja que él y Elijah Wood fueran tan buenos amigos. Esa cercanía se ve de verdad en la relación que se forma entre sus personajes.

Sean Astin (actor): Para mí, Sam personifica la decencia, la sencillez, la honestidad y la lealtad, el verdadero hobbit. Sobre todo, tiene una amistad imperecedera con Frodo, que es tan fuerte que está dispuesto a enfrentarse a la aventura de lo desconocido para ayudarle. Lo veo como esa especie de figura pastoril, un granjero cuyas manos siempre están en la tierra. No es el tipo más sofisticado de la compañía, pero le proporciona sensatez.

Dominic Monaghan (actor): Como la mayoría de los hobbits, Merry siempre ve el lado bueno de la vida. Pero no creo que ni él mismo se dé cuenta al principio de lo valiente que puede llegar a ser. A medida que las cosas se van complicando, su personaje se va haciendo más importante. Lo principal que quería mostrar en La Comunidad del Anillo es que Merry es sólo un chico agudo, sarcástico y divertido que aún no ha madurado, pero está a punto de pasar por experiencias y aventuras increíbles, que lo convertirán en una nueva persona.

Billy Boyd (actor): El personaje de Pippin me impresionó por su habilidad para hacer la cosa menos oportuna, en el momento más equivocado. Desde el principio hay una cosa clara respecto a Pippin: su vida entera gira alrededor de la amistad. Quiere a sus amigos de La Comarca por encima de todo. De repente, las cosas se ponen serias y oscuras para Pippin. Se encuentra atravesando pantanos y tropezándose con criaturas mágicas, cuando preferiría estar de vuelta en la taberna charlando con las chicas. Pero eso es lo que le hace ser un personaje tan dinámico. Encuentra la cara divertida y hermosa de la vida incluso en medio de una guerra.

Osborne: Viggo era el actor perfecto para interpretar a Aragorn, un hombre que lucha por reencontrarse con sus ancestros y su herencia. Su dedicación fue increíble. Un día le rompieron un diente con una espada y preguntó si se lo podían volver a pegar para poder acabar la escena. Se convirtió en Aragorn, y esto le da una tremenda fuerza al personaje.

Viggo Mortensen (actor): El personaje de Aragorn me atrajo porque libra una lucha interna a distintos niveles. Ha guardado demasiados secretos y sabe cosas que muy pocos conocen, si exceptuamos a Gandalf, Galadriel y Elrond. Es un enorme peso con el que cargar. Cuando su padre, aspirante al trono de Gondor, fue asesinado por los orcos de Sauron, su madre llevó al bebé Aragorn a Rivendel. Allí creció sin saber, hasta que tuvo al menos 20 años, que él era el heredero al trono. También le dijeron que si Sauron descubría alguna vez que había un sucesor, no se detendría hasta matarlo. Por ello, cuando Aragorn dejó Rivendel, cambió continuamente de aspecto, asumió diferentes nombres y e inventó falsos dialectos. Tuvo que aprender a permanecer oculto y lo aprendió demasiado bien. La auténtica lucha es contra sí mismo. Debe acabar con todos sus miedos y dudas. Puedo entender el esfuerzo que supone. Me gustaría tener en algún sitio de mí ese tipo de honestidad. Creo que es un personaje muy honesto en ese sentido.

Jackson: Viggo se identificó completamente con su personaje, y ahora es difícil imaginarlos por separado.

Ngila Dickson (diseñadora de vestuario): Viggo se llevaba el traje a casa porque literalmente quería vivir con él. Lo sudaba, lo usaba, e incluso lo reparaba él mismo, como habría hecho Aragorn. Eso es lo mejor que puedes esperar cuando haces los trajes: que los actores participen y los hagan suyos, que formen parte de su personaje.

Sean Bean (actor): Mi personaje, Boromir, ofrecía el toque humano a la Compañía. Boromir tiene las virtudes humanas del honor y la valentía, y también tiene una opinión muy clara sobre las cosas. Al principio sólo ve en el Anillo la solución a los problemas de su gente, y no quiere reconocer la verdadera naturaleza del mismo, hasta que es tentado por sus poderes.

Orlando Bloom (actor): Los elfos ven a los enanos como esas criaturas que se dedican a robarle a la tierra, sin devolver nada a cambio. Mi personaje, Legolas, y Gimli, el enano interpretado por John Rhys-Davies, maduran, y acaban respetándose mutuamente. Aprenden a confiar el uno en el otro durante la batalla, y a divertirse juntos.

Hugo Weaving (actor): En la película interpreto a Elrond. Es un personaje muy sabio, bueno y noble, y sin embargo, a falta de una palabra mejor, profundamente humano. Hay una parte de él angustiada por una guerra que parece no acabar nunca. Se da cuenta de lo duro que es para la gente escapar de la maldad.

Christopher Lee: A mi modo de ver el Mal que existe hoy en día no es muy diferente del que podemos encontrar en la Tierra Media. La gente siempre busca el poder, y Saruman, mi personaje, anhela el de Sauron. Para mí no sólo es la fuerza del Mal personificada, también es alguien muy real.

Mortensen: Soy celta y escandinavo, así que crecí entre los mitos en los que Tolkien se inspiró para El Señor de los Anillos. Es parte de mi herencia. Aragorn puede sobrevivir en la Naturaleza, vivir de ella, leer sus señales y alcanzar la felicidad sin necesidad de nadie, sin confiar en nada excepto en sus propios conocimientos, y ahora tiene que asumir nuevas responsabilidades que no está claro dónde le llevarán.

Liv Tyler (actriz): Para mí, Arwen da un toque de feminidad al relato de la Tierra Media. Pese a estar en medio de una guerra, se ha enamorado y se ha convertido en la piedra angular y la motivación para la lucha de Aragorn.

Cate Blanchett (actriz): Me encantó interpretar a Galadriel porque es un icono y es la única en La Comunidad del Anillo que realmente pone a prueba a Frodo. También creo que da un mensaje importante acerca de asumir responsabilidades sobre nosotros mismos y nuestros actos. Además, tengo que admitirlo: ¡siempre quise llevar orejas puntiagudas!

Monaghan: Empezamos los programas de entrenamiento [de lucha con espada con el maestro de coreografías Bob Anderson, de hípica con el especialista Dave Johnson, y de lengua élfica con los asesores de diálogos Andrew Jack y Rosin Carty] bastante antes de que el rodaje se pusiera en marcha, y trabajábamos continuamente con los entrenadores. No sólo se trataba de que el rodaje fuera un reto físicamente hablando, con enormes saltos, grandes batallas y cosas como esas, sino que simplemente las horas que duraba ya requerían una buena forma física. ¡Alguien que no estuviera preparado no podría haberlo hecho!

Jackson: Para mí el proyecto cobró vida cuando los actores se sumaron a él y dieron sus interpretaciones personales a los personajes. Consiguieron hacerlo mucho más real de lo que yo me había imaginado.

Grant Major (diseñador de producción): La contribución de Alan Lee y John Howe [ilustradores de distintas ediciones de los libros de Tolkien] fue fundamental. Lograron crear esa sensación de Tierra Media, plasmando en su trabajo todos sus conocimientos de la obra de Tolkien.

Alan Lee (ilustrador): Como artista conceptual, adentrarse en el mundo de Tolkien es como andar por un campo de minas, y tienes que confiar en tu propio juicio y visión. Las descripciones en los libros son muy hermosas y poéticas, pero también nos deja mucho espacio para hacer nuestras pequeñas aportaciones. Cuando Peter Jackson dijo que quería ser tan fiel al espíritu de los libros como pudiera e intentar crear paisajes muy, muy reales y un mundo tan creíble como fuera posible, supe que yo era la persona indicada para ese trabajo. Dibujamos muchísimos bocetos y tuvimos innumerables conversaciones a propósito de Hobbiton, sin hablar de todo el proceso de construcción de los decorados. Pero al final todo se convirtió en este lugar absolutamente real donde la hierba crece por encima de los tejados y las chimeneas echan humo. Era un sueño hecho realidad.

Richard Taylor (director de la empresa de efectos especiales físicos Weta Workshop, responsable de utilería, vestuario, prótesis, armas y maquetas): Fuimos capaces de hacer en una semana lo que habría llevado meses construir siguiendo el modo tradicional. Con una máquina rociadora de poliuretano podíamos esculpir cualquier cosa. Fabricábamos cien yelmos al día. Nos ayudó a construir muchos lugares [Weta construyó 900 armaduras hechas a mano, más de 2.000 armas de goma, más de 100 armas especiales hechas a mano, más de 20.000 instrumentos del hogar y cotidianos hechos a mano por artesanos, y más de 1.600 pares de prótesis de orejas y pies individualizados en tamaño y forma].

Grant Major: [En los decorados de Rivendel] utilizamos hojas como motivo en los decorados, y añadimos muchas estatuas esculpidas a mano, pilares y hermosos dinteles. Incluso los colores están inspirados en el bosque. Para reflejar su elegancia natural recurrimos a un estilo inspirado en el Art Nouveau. Tenías a miles de personas paseándose [por los Estudios Three Foot Six de Wellington, propiedad de Peter Jackson, donde se reprodujeron las Minas de Moria] ¡y a veces golpeaban el suelo con sus hachas, por lo que tenían que construirse para aguantar mucho! Nuestros decorados tenían que resistir más de 300 Kg por metro cuadrado. [Para recrear Hobbiton] empezamos un año antes de rodar porque queríamos obtener su aspecto natural al crecer al aire libre. Siempre intentábamos hacer los decorados todo lo reales que pudiera imaginarse.

McKellen: Hobbiton no parecía en realidad un decorado. Era una verdadera aldea al aire libre con cultivos creciendo y flores naciendo en los jardines, pájaros cantando, insectos… Nada era de plástico o falso. Era muy emocionante entrar en un mundo como ese.

Taylor: Podría decir que nos tomamos este proyecto con cierto fanatismo. Queríamos ser completamente leales a lo que escribió Tolkien. La gente que contraté adora la obra de Tolkien y, por ello, lograron un acercamiento al texto verdaderamente puro. El diseño de cada elemento de la Trilogía fue cuidado al máximo. La premisa era conseguir que todo fuese real.

Alan Lee: La Tierra-media tiene que ser un lugar muy real», explica Lee, «no es ninguna fantasía. Tiene que parecer lo más real posible, y cuando ilustraba los libros intentaba tener esto en cuenta al máximo, concentrándome muy especialmente en los paisajes.

Taylor: Weta procuró hacer a mano todos los elementos de la Tierra-media. Batimos a mano las láminas de acero de las armaduras igual que se hacía en la Edad Media; las espadas de acero también están forjadas a mano; las barras y empuñaduras se sacaron de moldes de cera. Intentamos que el procedimiento de fabricación se asemejara  lo más posible a lo que se hacía hace quinientos años.

Jackson: El nivel de realismo de las creaciones de Weta era tal que podías coger una espada que pareciera completamente real y descubrir que estaba hecha de goma.

Taylor: Fotocopiábamos los pasajes necesarios de los libros y los repartíamos por los talleres donde trabajaban los artistas. Nunca hacíamos nada que no estuviera impregnado por el espíritu de Tolkien. Tuvimos que fabricar casi todo al menos en dos tamaños diferentes. Sólo la cantidad de cálculos que esto suponía era un asombroso reto, pero era la única manera de ser fiel a lo que Tolkien creó en su imaginación: un mundo de tamaños muy diferentes.

Rick Porras (productor asociado): La Tierra Media debe tener un aire que nos resulte familiar, pero como público no puedes situarla en ningún lugar. Y ésa es la belleza de Nueva Zelanda: con campos que recuerdan a Inglaterra, montañas que pueden superar a los Alpes Suizos, o lagos cristalinos como los que podrías encontrar en Italia. Toda esta mezcla ecléctica de lugares se da en un país tan pequeño que resulta sencillo para un equipo de rodaje desplazarse de un sitio a otro.

McKellen: Con musgo, hierba y árboles auténticos y gracias al increíble equipo de diseño que construyeron granjas de apariencia real, la idílica vida rural de los hobbits se convirtió en realidad. Nueva Zelanda contribuyó a que fuese un lugar verdaderamente mágico. Me refiero a que no tuve que usar la imaginación porque Hobbiton estaba allí para que Gandalf se sintiera como en casa.

John Rhys-Davies (actor): Nueva Zelanda es una tierra tan primitiva que puede hacerte retroceder a un tiempo muy remoto de la historia. Es tan hermosa que puedes llegar a creer que incluso a las puertas del desastre es posible encontrar humor, honor, coraje y compasión.

Jackson: Nueva Zelanda conserva la esencia del viejo campo europeo. Aun así fue necesario un trabajo muy duro, así como un equipo bastante experimentado para lograr captar esas cualidades fantásticas que la hacen perfecta para El Señor de los Anillos. Con la «magia digital» añadimos pequeñas montañas escarpadas y pusimos edificios donde nunca los hubo. Nueva Zelanda es un entorno increíble, pero con una pequeña ayuda extra de los ordenadores lo convertimos en la auténtica Tierra Media.

Howard Shore (compositor de la banda sonora): La Filarmónica de Londres es la orquesta con la que llevo trabajando muchos años. La primera película que hice con ellos fue La mosca, de David Cronenberg a mediados de los 80. Desde entonces he grabado regularmente con ellos y cuando me dijeron que trabajaría en El Señor de los Anillos quise que fuesen parte del proyecto. Fueron la orquesta principal en las tres películas. Peter es un muy buen colaborador y un amigo extraordinario. Está siempre inspirado y es muy intuitivo con mi trabajo. Estuvo conmigo a lo largo de todo el proceso. Nos reunimos un montón de veces a pesar de que él siempre estaba en Nueva Zelanda y yo en Nueva York. Nos manteníamos en contacto mediante vídeoconferencia y nos reuníamos para hablar de todo.

Tras meses de filtraciones y rumores, el 27 de abril de 2000 los internautas accedieron al primer tráiler de La Compañía del Anillo. Con una velocidad vertiginosa, miles de webs se dedicaron a comentar los pocos detalles que se conocían sobre la superproducción. Cuando la bola de nieve empezó a rodar, los contables de New Line se dedicaron a soñar con sus mejores previsiones económicas.

El estreno del largometraje tuvo lugar el 19 de diciembre de 2001. Como saben, su éxito fue arrollador, casi tanto como los elogios de la crítica, que auparon a Jackson hasta lo más alto del escalafón de Hollywood.

Aunque los titulares de esta historia son muy conocidos, la letra pequeña es otro cantar. Y es que, más allá de aquel momento feliz de Jackson y su troupe, un sinnúmero de detalles sobre la filmación aún no se habían divulgado.

Para empezar, el proyecto todavía no estaba terminado. Aunque el 22 de diciembre de 2000 se completó el grueso de la filmación, en ese punto comenzó una compleja postproducción de cinco años.

La segunda entrega de la saga, Las Dos Torres, no sólo fue un film hermoso, monumental en su escala, sino también muy taquillero. Las cifras en este sentido son apabullantes. Sólo en el fin de semana de su estreno en los Estados Unidos, recaudó 62 millones de dólares: una cantidad que sólo alcanzaban vacas sagradas como George Lucas y Steven Spielberg o franquicias como la de Harry Potter.

No hay duda de que, después de repasar las cuentas, esas cifras fueron el mejor reconstituyente para Peter Jackson, puesto al límite de sus fuerzas por un rodaje de pesadilla –los tres largometrajes se filmaron a un tiempo– y por una postproducción con un calendario digno de un lanzamiento en Cabo Cañaveral.

Recordemos que Jackson se proponía en 1997 concentrar la narración en dos películas… Largas, sí, pero insuficientes para contener todo el caudal literario de la obra original. Más aún si tenemos en cuenta el difícil empeño que suponía traducir el lenguaje novelesco de Tolkien, cuya riqueza describe Tom Shippey en los siguientes términos: “Tolkien –escribe en en J.R.R. Tolkien. Autor del siglo (J.R.R. Author of the Century, 2000)– podía aportar un estilo moderno a la Tierra Media: Smaug lo habla, por ejemplo, y lo mismo hace Saruman. Pero conocía las implicaciones del estilo, y de la lengua, mejor y de un modo más profesional que casi cualquier otra persona del mundo. La flexibilidad de sus muchos estilos y lenguas; la resonancia de los niveles más altos de éstos; la capacidad de alcanzar un significado universal y mítico sin alejarse en ningún momento de la historia: éstas son tres razones importantes y por lo general insospechadas del perdurable atractivo de El Señor de los Anillos”.

Una vez apoyado por New Line Productions y a salvo de las decisiones de Miramax, Jackson pudo al fin reestructurar su guión en las tres partes que hoy conocemos.

Así, la escritura de la segunda película, Las Dos Torres, fue avanzando a partir de contenidos que, inicialmente, se habían incrustado en el esquema previsto por los hermanos Weinstein. Enfrentados a un rompecabezas, y con el único objetivo de evitar altibajos en el desarrollo dramático, Jackson, Fran Walsh y Philippa Boyens decidieron que una parte de las subtramas quedara resuelta al final, durante la extensa batalla del Abismo de Helm. De ahí provienen algunas de las diferencias entre el film y los capítulos de la trilogía de Tolkien en los cuales se basa.

Elijah Wood: Son tres películas, pero una sola historia. En la primera parte la Comunidad viaja unida. Sin embargo, en la segunda entrega los personajes se separan y cada uno vive sus propias aventuras. El mundo se agranda y se hace mucho más interesante desde el punto de vista visual y argumental .

Mark Ordesky (productor ejecutivo): En Las Dos Torres aumenta el ángulo de visión. Vemos más regiones de la Tierra-media, como Mordor o Rohan, lugares de los que hasta ahora sólo habíamos oído hablar. Aparecen nuevos personajes y criaturas sorprendentes. De entre todos ellos hay que destacar a Gollum, uno de los seres más inquietantes de la Tierra-media, cuyo papel es tan importante como el de cualquiera de los protagonistas.

Wood: La gente que pasó por el rodaje y ha sido testigo del trabajo de efectos de especiales y del enorme número de personas que han participado en la producción de esta película [más de 2.400 personas], comprende mejor lo que ha sido este proyecto. Es imposible explicarlo con palabras.

Como sucedía con su predecesora, este segundo largometraje se benefició de un admirable diseño de producción y de unos efectos de última generación, ideados por los técnicos de Weta Digital. Entre los alardes de dicha compañía, sin duda el más memorable es Gollum, un fascinante personaje que fue recreado mediante CGI. La novedad tecnológica fue lo suficientemente llamativa como para que, de un día para otro, las acciones de Weta empezaran a cotizarse al alza en el mercado de Hollywood.

Jackson: No todos los personajes de Las Dos Torres están interpretados por seres humanos. En la segunda parte de la trilogía aparecen dos memorables personajes digitales creados en los estudios Weta Digital: Gollum, basado en los movimientos y la interpretación del actor Andy Serkis pero articulado por medio de avanzadas técnicas de motion capture (captura y réplica de movimientos); y Bárbol, un personaje que camina y habla, algo absolutamente normal si no fuera porque es un árbol tan real como cualquiera de los que podemos ver a diario en nuestro entorno cotidiano. Weta desarrolló una gran cantidad de material para crear a Gollum. Tuvieron que crear nuevos códigos de modelado, para la piel, para los músculos… Es increíblemente real y fuimos capaces de darle un gran abanico de expresiones, desde la maldad propia de Gollum hasta la simpatía de Sméagol.

Richard Taylor: Creo que Gollum puede ser una de las creaciones digitales más logradas que se han visto jamás. Olvidad vuestras antiguas ideas sobre el aspecto de un personaje generado por ordenador, porque Gollum las supera todas.

Osborne: Era fundamental que Gollum fuera un personaje real. Aunque siempre aparece como un personaje animado, era necesario que mostrase la gran variedad de emociones que tendría alguien torturado por el poder del Anillo. Andy Serkis logra esa variedad. Es un actor impresionante, tanto por su capacidad vocal como por su habilidad para interpretar los gestos de Gollum, ya fuese en escena o en el estudio de captura de movimientos.

Andy Serkis (actor): Admiro enormemente la habilidad, el esfuerzo y el arte de los técnicos digitales. El talento de los animadores que hicieron esto realidad y que pusieron tanta pasión en su trabajo es formidable.

Jackson: Evidentemente, Andy crea el personaje por medio de su voz. Gollum tiene mucho de los movimientos del actor ya que Andy interpretó a Gollum con un traje cubierto de puntos que transmitían sus movimientos al ordenador. Con este traje, Andy intepretó las escenas de Gollum, sus diálogos tal y como lo haría normalmente y el ordenador capturó sus movimientos y los trasladó a la versión digital de Gollum.

Eric Sainder (supervisor de personajes fantásticos): Gollum tiene más de trescientos músculos. Tiene un esqueleto y una musculatura equiparable a la humana que dirigen todos sus movimientos y expresiones. Una de las cosas más complicadas de Gollum es la cara. Tiene que ser igual que el resto de los actores. El sistema facial que hemos hecho tiene en torno a 250 formas faciales.

Serkis: Yo tenía un vínculo emocional con ese timbre de voz de Gollum. Para mí refleja  un enorme sufrimiento. Ese dolor está atrapado justamente en su garganta. Al hacer la voz entré de inmediato en la dimensión física de Gollum y la incorporé al personaje como si lo estuviera interpretando de verdad.

Jackson: En La Comunidad del Anillo comenzamos a utilizar el programa Massive [obra del técnico de Weta Stephen Regelous, y capaz de crear miles de individuos personalizados], pero en esta segunda entrega hemos aprovechado de lleno su potencia, especialmente en las escena de la batalla del Abismo de Helm, donde diez mil Uruk-hai digitales atraviesan el valle hacia la fortaleza de Rohan.

Jim Rygel (supervisor de efectos visuales): La creación de efectos no se considera posproducción. Es parte del proceso en sí, y es una forma muy interesante de trabajar. Competimos los unos con los otros.

Geoff Tobin (director técnico de Massive): Estos personajes [creados con Massive] tienen cerebros de inteligencia artificial. Una parte del cerebro decide qué es lo que va a hacer a continuación basándose en lo que esté haciendo en este momento, en lo que se le permite hacer, y el resto de los módulos del cerebro completan esa información, suministrándole datos sobre la clase de terreno en que está, los enemigos que tiene alrededor o los aliados que le rodean. En cierto modo, no son tan distintos de los figurantes de carne y hueso.

Taylor: Cada uno de los personajes creados digitalmente tiene su propio catálogo de movimientos militares, su repertorio de acciones militares, y todos estos elementos deben introducirse sutilmente en el personaje, complementando los movimientos del actor real de forma tal que el espectador no tenga ocasión de percibir la diferencia.

Las Dos Torres, llegó a los cines el 5 de diciembre de 2002, y su versión extendida en DVD, con 44 minutos suplementarios, salió a la venta el 19 de noviembre de 2003.

Dicen los malpensados que completar la tercera entrega, El Retorno del Rey, fue una pesadilla para Peter Jackson. Parece que los síntomas de esa compleja aventura salieron a relucir tras el estreno, con una alarmante e inesperada pérdida de peso. ¿Un exceso de responsabilidad? Tal vez… Lo cierto es que no todos los días un cineasta tiene la ocasión de adaptar un clásico admirado por millones de incondicionales.

Jackson: Dentro de la trilogía, El Retorno del Rey es la película que tiene más trasfondo emocional, y eso es lo más importante, porque no importa la cantidad de espectáculo que pongamos en la pantalla, no importan las batallas ni los efectos especiales, llega un momento en el que a la gente lo que le interesa es el nivel humano, la parte con la que ellos pueden identificarse. Afortunadamente, El Señor de los Anillos es un libro que nos narra uin maravilloso drama humano, así que fuimos capaces de centrarnos en ello. El viaje que los personajes han realizado, todo lo que les ha importado, todo por lo que han luchado y por lo que algunos amigos han muerto, lleva a El Retorno del Rey. Los personajes que hemos ido conociendo en las dos primeras entregas, serán cambiados definitivamente por lo que les ocurra en El Retorno del Rey. Nunca volverán a ser los mismos de nuevo.

Viggo Mortensen: Para mi personaje Gandalf es su amigo y maestro desde antes de que la historia de El Señor de los Anillos comenzara. Pero en esta tercera entrega Aragorn debe dar el paso que todos tenemos que dar (sean quienes sean nuestros padres o maestros). Debe comenzar a pensar por sí mismo. Pasará de ser el alumno a convertirse en lo que el destino le ha deparado. Según yo lo veo, Aragorn y Arwen sienten que su unión es más profunda y duradera que sus propias vidas. Se tienen el uno al otro siempre en mente. Hace tiempo que descubrieron que son mucho mejores juntos que separados.

Jackson: Bueno, estas películas en realidad son atemporales. Éste término se ha usado muchas veces, pero es cierto que estos temas son importantes hoy igual que lo eran cuando Tolkien escribió el libro. Eran importantes hace 500 años. Son cosas inherentes al ser humano. Trata de la amistad, del valor, de la lealtad, del amor, del miedo, de la lucha del Bien contra el Mal. No son temas complicados. Por eso quiero dejar claro que la complejidad de la historia de El Señor de los Anillos, es la cantidad de personajes y de lugares divertidos que hay y que tienes que recordar, pero en la esencia trata de algo que es absolutamente simple. Con lo que te encuentras en El Retorno del Rey es sobre todo con momentos llenos de emoción en los que llegas a apreciar el valor, el sacrificio, en los que te das cuenta de que hay personas que son capaces de llegar hasta la muerte por algo en lo que verdaderamente creen, por algo que verdaderamente aman.

Son temas muy básicos y dignos de honra y son cosas a las que a todos nos gustaría aspirar.

Una vez más, la campaña promocional de El Retorno del Rey demostró que la maquinaria de New Line Cinema estaba bien engrasada. Los responsables de la firma quedaron encantados con la masiva acogida del tráiler, estrenado el 23 de septiembre de 2003.

De excelente humor, y tras intervenir en alguna que otra première, el equipo artístico asistió al estreno el 17 de diciembre de ese mismo año. El caché de todos ellos subió ese mismo fin de semana, cuando la película recaudó 72 millones de dólares sólo en el mercado estadounidense.

El Retorno del Rey obtuvo 11 Oscars. Invertir en Tolkien parecía un gran negocio, y no pasaron demasiados meses antes de que se comentara la posibilidad de rodar una película basada en otro de sus libros, El Hobbit (The Hobbit, 1937).

Por las fechas en las que Bakshi aún rodaba su largometraje, la cadena NBC emitió una versión animada de esta novela –en concreto, el 27 de noviembre de 1977–. Producida por Arthur Rankin Jr. y Jules Bass, aquella irregular película tuvo un buen rendimiento comercial, aunque sus cifras podrían resultar mínimas si las comparamos con el taquillaje que alcanzó El Hobbit de Jackson.

Por desgracia, aunque Peter Jackson y su esposa Fran Walsh siempre estuvieron enamorados de esta idea, el director se enfrentó en los tribunales con los responsables de New Line. ¿El motivo? Tiene que ver con el dinero, como pueden imaginar.

En principio, esa demanda recortó drásticamente el porvenir del nuevo proyecto, pero al final, cuando todo parecía dicho y hecho frente a los abogados, las aguas volvieron a su cauce y El Hobbit se puso en marcha, y lo que es mejor, una espléndida financiación.

Como director, el primer elegido fue Guillermo del Toro, cuya firma también figura en el guión escrito por Jackson, Fran Walsh y Philippa Boyens.

Claramente apremiados por la idea de atraer al público adulto, los productores aclararon que El Hobbit –una obra literaria destinada a los niños– daría lugar a tres películas con marchamo artístico, en las que se emplearía material de otros textos de Tolkien sobre la Tierra Media. Al final, como ya saben, fue el propio Jackson quien se hizo cargo de esa nueva trilogía que forman las películas Un viaje inesperado, La desolación de Smaug y La Batalla de los Cinco Ejércitos.

Sinopsis

El Señor de los Anillos: La Comunidad del Anillo

La historia comienza cuando Gandalf (Ian McKellen) asiste a la fiesta de celebración del 111er cumpleaños de Bilbo (Ian Holm). Bilbo, quien misteriosamente se conserva muy joven para su avanzada edad, ha decidido abandonar la Comarca, legando todas sus pertenencias a su sobrino Frodo Bolsón (Elijah Wood). Sin embargo, hay un objeto que Bilbo se muestra reacio a dejar atrás: un anillo mágico de oro que concede a su portador el poder de la invisibilidad. Bilbo alega que este sencillo anillo no es más que una baratija, pero Gandalf sospecha que es algo más, y convence a Bilbo para que deje el anillo a Frodo.

Intrigado por el misterioso anillo, Gandalf investiga su historia y sus miedos se confirman. Gandalf comparte lo que sabe acerca del origen del anillo con Frodo: Hace miles de años, Sauron, el Señor Oscuro, creó los Grandes Anillos del Poder. Tres fueron hechos para los Reyes Elfos, siete para los Señores Enanos  y nueve para los Hombres Mortales. En secreto, Sauron forjó un anillo maestro, el Anillo Único, que contiene el poder de esclavizar a toda la Tierra Media.

Tras la fiesta de cumpleaños de Bilbo, Gandalf le cuenta a Frodo que Sauron, el Señor Oscuro, sabe que un hobbit está en posesión del Anillo. Sauron está reconstruyendo su fortaleza, Barad-Dûr, y reuniendo un nuevo ejército de orcos, preparándose para una guerra definitiva en la que reclamará su Anillo y conquistará a todos los pueblos de la Tierra Media. Gandalf también le dice que el Anillo corrompe y condena a su portador, y para ser destruido debe ser arrojado de nuevo a las llamas en las que fue forjado, en el Monte del Destino.

Acompañado por sus leales amigos Sam (Sean Astin), Merry (Dominic Monaghan) y Pippin (Billy Boyd), Frodo se dirige a Rivendel para consultar con Elrond acerca del destino del Anillo. Por el camino son atacados por los terroríficos «Jinetes Negros» (también conocidos como «Los Espectros del Anillo»), sirvientes indestructibles e implacables de Sauron. Es a partir de este momento cuando Frodo es realmente consciente de los poderes del Anillo y del peligro de este viaje. Al detenerse en la Posada del Poney Pisador, para reunirse con Gandalf, Frodo sucumbe a la tentación y se prueba el Anillo. Al hacerlo, no sólo se vuelve invisible, sino que también revela su situación a Sauron. Los Jinetes Negros los encuentran, pero los hobbits ya han sido puestos a salvo por… Aragorn (Viggo Mortensen). El misterioso Aragorn le dice a Frodo que los hobbits están en grave peligro y que no pueden quedarse a esperar a Gandalf. Al no tener otra opción, deciden seguir a Aragorn, y mientras cruzan las tierras cenagosas, los Espectros del Anillo les alcanzan de nuevo. Aragorn y los hobbits se defienden valerosamente y logran ahuyentar a los espectros, pero Frodo resulta herido. Los hobbits deben apresurarse para llegar a Rivendel cuanto antes, ya que si no curan a Frodo, éste se enfrentará a un destino peor que la propia muerte: se convertirá en un Espectro del Anillo. Entonces reciben la ayuda de Arwen (Liv Tyler).

Gracias a su destreza como jinete, Arwen logra escapar de los Espectros del Anillo en una alocada y peligrosa carrera para poner a Frodo a salvo. En Rivendel, el inmortal Señor Elfo Elrond extrae a Frodo una astilla de la daga del Espectro, antes de que ésta alcance su corazón. Al despertar, Frodo comprueba con gran aflicción que el Anillo todavía está en su poder. ¿Por qué no ha podido librarse aún de él?

Gandalf explica por qué no pudo reunirse con los hobbits en Bree: fue traicionado por Saruman el Blanco (Christopher Lee), y hecho prisionero. Gracias a la magia negra y talando árboles sagrados para alimentar sus hornos de los que nacerá una nueva raza, Saruman está creando su propio ejército bajo la torre de Orthanc, los formidables Uruk-Hai.

Los Uruks son más fuertes y altos que los Orcos, y más astutos y leales. Saruman planea enviar su ejército privado para encontrar el Anillo y así usurpar a Sauron como «El Señor de los Anillos». Para complicar aún más la situación, Gollum escapa de Mordor (o es liberado) y él también emprende la búsqueda del Anillo.

Elrond (Hugo Weaving)conoce bien la maldad y el peligro del Anillo. Recuerda cómo Isildur cayó bajo su influjo miles de años atrás. Cuando Elrond insiste en que el Anillo debe ser arrojado a las llamas del Monte del Destino para ser destruído, algunos representantes de las gentes libres de la Tierra Media que asisten al Concilio disienten de esta opinión. Sobre todo uno de los hombres, Boromir (Sean Bean).

Gran guerrero de Gondor, Boromir cree que el poder del Anillo puede ser usado como un arma para desbaratar los malvados planes de Sauron. Aragorn se opone al planteamiento de Boromir, ya que el Anillo es puramente malvado, y no podrá servir nunca a ningún buen propósito. La evidente tensión entre Aragorn y Boromir proviene del derecho legítimo de Aragorn al trono de Gondor. Criado por los elfos, Aragorn siempre se ha resistido a su destino como futuro Rey de los Hombres por miedo a que algún día pudiera fallar a su reino de la misma forma que lo hizo su antecesor Isildur o los Espectros del Anillo ( que también fueron grandes reyes de los hombres antes de sucumbir a los poderes del Anillo).

El Concilio de Elrond se haya dividido acerca de qué hacer exactamente con el Anillo. Al fin, Frodo toma la iniciativa: «Yo llevaré el Anillo a Mordor, aunque no sé cómo».

Asombrados por la valentía de Frodo, Boromir y Aragorn dejan a un lado sus diferencias y se ofrecen para acompañarle y defenderle en su viaje. Del mismo modo, Gandalf, Legolas el elfo (Orlando Bloom) y Gimli el enano (John Rhys-Davies) juran lealtad a Frodo. Y con los hobbits Sam, Merry y Pippin, el número de la compañía se eleva a nueve. Elrond queda complacido: Nueve viajeros para oponerse a los nueve Espectros del Anillo, que sin duda los acecharán a cada momento durante el viaje a Mordor. La compañía de Frodo está preparada…

La Comunidad parte de Rivendel hacia el Monte del Destino. Elrond deja claro que es en Frodo, «el Portador del Anillo», en quien recae la carga de la misión de destruir el Anillo. Los demás le acompañan por su propia elección.

La Comunidad parte hacia Mordor y las fuerzas de la oscuridad los acosan en cada recodo del camino. Saruman el Blanco observa su avance gracias a una piedra mágica, y emplea sus poderes para impedir que la Comunidad continúe su camino, provocando cegadoras tormentas de nieve y avalanchas mientras la Comunidad trata de atravesar las montañas del Paso del Caradhras para llegar a las oscuras y laberínticas Minas de Moria. Allí, el Guardián (un coloso similar a un gigantesco pulpo) sella las puertas de las minas. Atrapados en el interior, la Comunidad es perseguida por Gollum y los orcos les atacan. Un troll gigante casi mata a Frodo, pero sus amigos logran salvarlo en el último momento.

Tras huir de los orcos y las flechas y trepar por las derruidas escaleras de roca de Khazad-Dum, los miembros de la Comunidad son acorralados por el Balrog, un demonio alado de 14 metros de altura, cuya piel crepita fuego y humo. Gandalf logra retener al monstruo el tiempo suficiente para que los demás escapen, y haciendo un último esfuerzo hunde el puente bajo los pies del Balrog, arrojándolo a las negras profundidades del abismo de Moria, pero el demonio le atrapa y lo arrastra consigo. La muerte de Gandalf deja desconsolados a los restantes miembros de la Comunidad. Agotados y destrozados, logran llegar a Lothlorien, una ciudad élfica entre los árboles. Allí son recibidos y atendidos por la Dama Galadriel (Cate Blanchett).

Poseedora de una gran magia y el poder de ver el futuro, Galadriel es la reina de todos los elfos. Le devuelve la confianza a Frodo, que asolado por la pena, y por la carga del propio Anillo, que se va haciendo mayor a cada paso, está a punto de abandonar la misión de destruirlo. Galadriel le muestra visiones de lo que podría pasar si no concluye su misión. Le dice que incluso la persona más insignificante puede cambiar el curso del futuro. Frodo siente cómo su corazón se llena de coraje.

Repuestos y con armas nuevas gracias a los elfos, la Comunidad abandona Lothlorien. Casi inmediatamente los Uruk-Hai les atacan. A cada legua que avanzan, Frodo puede percibir cómo la corrompedora influencia del Anillo va afectando a sus compañeros, tentándolos cada vez más – especialmente a Boromir. Todo ésto culmina en Amon-Hen.

Boromir encuentra a Frodo en los bosques y le pide que le entregue el Anillo. Frodo, consciente de que Boromir ha perdido el juicio debido a su ansia por conseguir el Anillo, no se fía de él. Boromir intenta arrebatárselo por la fuerza, pero Frodo rápidamente, se lo pone en el dedo y se desaparece. Al volverse invisible, Frodo aprende más sobre los poderes especiales del Anillo: en las ruinas de Amon Hen es capaz de ver a gran distancia y con asombrosa claridad cómo las fuerzas de Sauron se extienden por toda la Tierra Media, preparándose para la guerra y para dominar el mundo. También ve el gigantesco Ojo de Sauron, observando como un faro en todas direcciones… buscando el Anillo.

El comprender mejor los poderes de Sauron y el Anillo, le lleva a desconfiar incluso de sus compañeros. Aragorn reafirma su compromiso con Frodo: «juré protegerte», a lo que Frodo responde: «¿puedes protegerme de tí mismo?». Aragorn comprende la verdad en las palabras de Frodo, pues el Anillo corromperá inevitablemente a todo aquel que esté cerca de él. De un modo extraordinario, parece que Frodo es el único capaz de resistir su maligna influencia. Frodo decide continuar en solitario su viaje a Mordor. Su valentía asombra de nuevo a Aragorn y le hace pensar en su propio destino; realmente, ¿es él tan valiente como el joven hobbit?

Con La Comunidad del Anillo a punto de disgregarse, Saruman efectúa su último movimiento. Sus Uruks tienden una emboscada a los desperdigados miembros de la Comunidad. Boromir por un lado, libre ahora del control del Anillo, escucha los gritos de Merry y Pippin y se apresura a ayudarles. Aragorn, Gimli y Legolas por otro, luchan desesperadamente por unirse a Boromir, rodeado por un gran número de Uruks. Mientras, Frodo, decidido a continuar en solitario el camino que resta hasta llegar a Mordor, parte en un bote de remos.

Cuando al fin Aragorn llega hasta Boromir, éste está mortalmente herido, y a Merry y Pippin se los han llevado prisioneros los Uruks, pensando que eran los portadores del Anillo. Antes de morir, Boromir lamenta la inminente destrucción de la humanidad. Sin un rey, y con el Anillo casi en las garras de Sauron, apenas queda esperanza…

Aragorn no puede seguir negando su propio destino. Inspirado por el coraje de Frodo y Boromir, jura proteger a las gentes de la Tierra Media, comenzando por Merry y Pippin. Deben ser rescatados.

Mientras, Sam se niega a dejar sólo a Frodo que ya se alejaba en un bote de remos decidido a continuar el viaje por su cuenta. Sam, obstinadamente y pese a no saber nadar, salta al agua y Frodo le ayuda a subir a la barca. «Me alegra que estés aquí conmigo», dice Frodo. «Espero que los demás hallen un camino más seguro».

La película ganó cuatro Oscar® a Mejores Efectos Visuales, Fotografía, Maquillaje y Banda Sonora.

El Señor de los Anillos: Las Dos Torres

Al final de la primera parte, muerto Boromir (Sean Bean) y desaparecido Gandalf en el Puente de Khazad-dûm, la Comunidad se vio obligada a dividirse en tres grupos. Sin embargo, esta disolución no ha socavado la firmeza de ninguno de sus miembros para acometer su heroica misión.

Perdidos en las colinas de Emyn Muil, Frodo (Elijah Wood) y Sam (Sean Astin) descubren que alguien les sigue: el misterioso Gollum (Andy Serkis). Esta inquietante criatura, que ha sido corrompida y deformada por el Anillo, promete, a cambio de su liberación, guiar a los hobbits hasta las Puertas Negras de Mordor. Sam no confía en su nuevo acompañante, pero Frodo se apiada de Gollum porque también ha sido, como él, Portador del Anillo.

En otro punto de la Tierra Media, Aragorn (Viggo Mortensen), el arquero elfo Legolas (Orlando Bloom) y Gimli el Enano (John Rhys-Davies) llegan al atormentado Reino de Rohan. Está gobernado por el antaño glorioso Rey Théoden (Bernard Hill), quien, manipulado ahora por el siniestro espía Gríma Lengua de Serpiente (Brad Dourif), ha caído bajo el hechizo maligno del amo de éste, el mago Saruman. Éowyn (Miranda Otto), sobrina del Rey, ve en el guerrero humano Aragorn a un posible líder. Y aunque éste se siente atraído por ella, Aragorn no puede olvidar el amor que le une a la Elfa Arwen (Liv Tyler) y el pacto que hicieron los dos.

Tras el devastador duelo que mantuvo con el Balrog, Gandalf (Ian McKellen) ha renacido en forma de Gandalf el Blanco y recuerda a Aragorn que su destino es hermanar al pueblo de Rohan con el último bastión de resistencia humana: el pueblo de Gondor.

Entre tanto, los hobbits cautivos Merry (Dominic Monaghan) y Pippin (Billy Boyd) escapan de los Uruk-hai por sus propios medios y llegan al misterioso bosque de Fangorn, entre cuyos vetustos árboles encuentran a un aliado inesperado, Bárbol –un árbol vivo que camina y habla– quien les cuenta que el bosque ha sido arrasado por Saruman.

En trayectos paralelos, los distintos miembros de la Comunidad se enfrentarán a ejércitos descomunales, maléficas traiciones, serán testigo de asombrosos acontecimientos y comprobarán hasta dónde llega la sensacional fuerza de los habitantes de la Tierra Media. Juntos deberán contener a las poderosas fuerzas que ya se despliegan desde Las Dos Torres: la Torre de Orthanc en Isengard, donde el perverso mago Saruman ha formado un ejército mortífero de diez mil soldados; y la Torre de Barad-dûr, fortaleza de Sauron, erigida en el corazón de la sombría tierra de Mordor.

La película ganó dos Oscar: Mejor Edición de Sonido y Mejores Efectos Especiales.

El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey

El viaje de La Comunidad del Anillo está llegando a su fin. Las fuerzas de Sauron han atacado Minas Tirith, la capital de Gondor, en su asedio definitivo contra la humanidad. El antaño gran reino, ahora gobernado por un anciano senescal, nunca ha necesitado más desesperadamente la figura de un Rey.

¿Pero conseguirá Aragorn (Viggo Mortensen) la fuerza suficiente para convertirse en aquello para lo que nació y enfrentarse a su destino? El destino de la Tierra Media descansa sobre sus hombros.

Con las fuerzas de la oscuridad aguardando la batalla final, Gandalf (Ian McKellen) tendrá que forzar al exhausto ejército de Gondor a luchar. Contará con la ayuda del Rey de Rohan, Théoden (Bernard Hill), que convocará a sus guerreros en él que será el reto más grande de la historia.

A pesar de su coraje y de su apasionada lealtad, las fuerzas del ejército de los Hombres –entre las que han logrado infiltrarse Éowyn y Merry– no pueden compararse con las multitudinarias legiones de enemigos que asedian el reino.

Cada victoria exige un gran sacrificio. A pesar de sus grandes pérdidas, La Comunidad del Anillo se lanza a la mayor batalla de su tiempo y permanece unida para cumplir un único objetivo: mantener a Sauron distraído para poder dar así al Portador del Anillo la oportunidad de llevar a término su misión.

Sus esperanzas residen en Frodo (Elijah Wood), un pequeño pero decidido hobbit que atraviesa las tierras del enemigo tratando de llevar el Anillo Único hasta los fuegos del Monte del Destino.

Cuanto más cerca está Frodo de su destino, más pesada se va haciendo la carga y más debe apoyarse en Samsagaz Gamyi (Sean Astin). Tanto Gollum como el propio Anillo pondrán a prueba la resistencia de Frodo y, en última instancia, su humanidad.

La película ganó los once premios de la Academia a los que estaba nominada, incluyendo Mejor Película, Director, Montaje, Dirección Artística, Diseño de Vestuario, Efectos Especiales, Maquillaje, Guión Adaptado, Mezcla de Sonido, Canción Original y Banda Sonora.

La Trilogía de Peter Jackson fue producida por Barrie M. Osborne, Fran Walsh y Peter Jackson. El guión es de Fran Walsh, Philippa Boyens y Jackson basado en el libro de J.R.R. Tolkien.

Está protagonizada (en orden alfabético) Sean Astin (Sam), Cate Blanchett (Galadriel), Orlando Bloom (Legolas), Billy Boyd (Pippin), Brad Dourif (Grima Lengua de Serpiente), Bernard Hill (Théoden), Christopher Lee (Saruman), Ian McKellen (Gandalf), Dominic Monaghan (Merry), Viggo Mortensen (Aragorn), John Noble (Denethor), Miranda Otto (Éowyn), John Rhys-Davies (Gimli), Andy Serkis (Gollum), Liv Tyler (Arwen), Karl Urban (Éomer), Hugo Weaving (Elrond), David Wenham (Faramir) y Elijah Wood (Frodo).

El casting británico estuvo a cargo de John Hubbard y Amy MacLean, y Victoria Burrows se hizo cargo del casting americano. El diseño de vestuario corrió a cargo de Ngila Dickson y Richard Taylor. Los maquillajes especiales, las criaturas, las armaduras y las miniaturas son obra de Weta Ltd., NZ. Jim Rygiel es el supervisor de efectos especiales.

La música fue compuesta por Howard Shore. Jamie Selkirk es el montador. Grant Major está a cargo del diseño de producción. La película fue coproducida por Rick Porras y Jamie Selkirk. Robert Shaye y Michael Lynne son los productores ejecutivos, junto a Mark Ordesky.

Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

Testimonios del equipo reproducidos por cortesía de Aurum Producciones.

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Guzmán Urrero

Colaborador de la sección cultural de 'The Objective'. Escribió de forma habitual en 'La Lectura', revista cultural de 'El Mundo'. Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador de las páginas de cultura del diario 'ABC' y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Ha trabajado en el sector editorial y es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.

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