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Crítica: «El Amanecer del Planeta de los Simios» (Matt Reeves, 2014)

El amanecer del planeta de los simios habría sido inconcebible sin Flecha rota (1950), de Delmer Daves. A decir verdad, nos hallamos ante un magnífico western en el que los apaches son sustituidos por primates modificados genéticamente, y los colonos por una comunidad de humanos que ha sobrevivido al apocalipsis. En este sentido, la cinta es una proeza narrativa, que ilumina un soberbio escenario de ciencia-ficción –el colapso postindustrial anunciado por Mad Max– y lo recrea con el clasicismo heredado del mejor cine del Oeste.

Cuando Hollywood se ocupa del futuro, suele caer en una pesadilla oscura y agitada. Un género a veces menospreciado, la ciencia-ficción, establece una línea directa con esas pesadillas, y conjura nuestros miedos más profundos por medio de fantasías post-apocalípticas como esta, en la que los simios se organizan tribalmente en los bosques mientras los humanos, privados de energía, transmiten la inequívoca impresión de que siguen siendo un problema para el planeta.

Este filme apasionante, épico y conmovedor, dirigido por Matt Reeves, es una fábula mucho más poderosa que su predecesora, El origen del planeta de los simios (2011), y los puntos de vista de cada personaje –César (Andy Serkis), el macho alfa de los primates, Malcolm (Jason Clarke), el hombre que busca la paz con los simios, y Dreyfus (Gary Oldman), el líder de los humanos– refuerzan los temas centrales de la película.

En primer lugar, el guión plantea la guerra como espeluznante catarsis, como un cambio de rumbo colectivo en el que la línea enemiga es la frontera de una tierra prometida. La paz y la diplomacia, aunque deseables, son un catalizador menos poderoso y requieren la superación de prejuicios demasiado arraigados.

El otro asunto que aborda la cinta es el liderazgo, una cuestión aparentemente trillada que aquí es vista bajo un prisma inusual.

Gracias a unos prodigiosos efectos digitales, los simios proyectan una carnalidad vibrante y poderosa. Tanto el guión como las interpretaciones virtuales potencian esa verosimilitud hasta límites no vistos en el cine. Si a ello le sumamos el convincente comportamiento de los simios –supongo que asesorado por primatólogos– y una inteligente elaboración de esa cultura que comparten en la cinta, podremos aproximarnos al enorme logro que se advierte en pantalla.

Las interpretaciones, en particular las de Jason ClarkeGary Oldman y Keri Russell, son espléndidas. Con todo, quien ese adueña de la película es Andy Serkis, que convierte en oro su trabajo en la captura de movimientos, y otorga a César una verdad dramática realmente sensacional. Toby Kebbell, en la piel digital del chimpancé Koba, casi queda a su altura.

El realizador de CloverfieldMatt Reeves, evita aquí los manierismos del moderno cine de acción, y construye cada secuencia con rigor y claridad, confiriendo valor a esos primeros planos que descubren la profundidad psicológica de los personajes. De hecho, parece mentira que un uso masivo de los efectos digitales conduzca a una estética tan naturalista y despojada de adornos innecesarios.

Los magníficos escenarios de la Columbia Británica y de Nueva Orleans y unos decorados poderosamente sugestivos sirven de marco a esta ambiciosa epopeya: un ejemplo de virtuosismo narrativo que perdurará por años en la memoria del espectador.

Sinopsis

En El amanecer del planeta de los simios una creciente nación de simios genéticamente evolucionados, encabezados por César, se ve amenazada por una banda de humanos que sobrevivieron al devastador virus desencadenado diez años antes.

Los contendientes alcanzan una frágil paz pero ésta resulta efímera, pues unos y otros son conducidos al borde de una guerra que decidirá quién emerge como la especie dominante de la Tierra.

Hubo una época en la que relanzar con éxito la serie del Planeta de los simios convirtiéndola en una nueva franquicia viable parecía imposible. Pero en 2011, El origen del planeta de los simios, junto con la soberana interpretación de Andy Serkis y los innovadores efectos visuales de Weta Digital, lanzó, en efecto, una nueva franquicia.

La película fue un éxito mundial, recaudando casi 500 millones de dólares y recibiendo el aplauso de crítica y público. Fue la primera película de acción narrada desde el punto de vista de un animal sensible y protagonizada por éste: un personaje con cualidades humanas y con el que los espectadores establecieron un auténtico vínculo emocional.

El origen era un relato emocionalmente fascinante que los realizadores quisieron llevar más allá en El amanecer del planeta de los simios.

El origen del planeta de los simios acababa cuando los simios se liberaban de sus captores humanos, precisamente a la vez que el mortífero virus creado por el hombre se extendía por el planeta. César, el benevolente jefe de los simios, los conduce a Muir Woods, un refugio fuera de San Francisco a donde César, entonces un joven chimpancé, fue llevado por su amigo humano, Will, para huir de los límites de la ciudad.

Matt Reeves, director de El amanecer del planeta de los simios, quería que la continuidad de su película encajase con ese marco temporal. “Lo que vamos a contar acabará llevándonos al Planeta de los simios, y no al Planeta de los humanos y los simios, por lo que todo gira en torno a cómo encaja esta película en esa narración”.

En el nuevo argumento, los simios han seguido creando una comunidad en Muir Woods. Más allá del enclave de los simios, una pandemia (la Gripe Simia) ha exterminado a la mayoría de la población humana del planeta. Gradualmente, las luces de la civilización comienzan a atenuarse y a transformarse en inexistentes. A todos los efectos, la humanidad ha perecido.

Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

Copyright de las imágenes y sinopsis © Chernin Entertainment, 20th Century Fox. Reservados todos los derechos.

Guzmán Urrero

Colaborador de "La Lectura", revista cultural de "El Mundo". Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador habitual de las páginas de cultura del diario ABC y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.