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Crítica: «El Hobbit: La Batalla de los Cinco Ejércitos» (Peter Jackson, 2014)

Cuántos lances de arqueros y espadachines, cuántas hazañas a cámara lenta, cuántos momentos épicos… Uno se imagina a Peter Jackson durante el rodaje, multiplicando por diez o por cien las huestes élficas cada vez que un subalterno le mostraba un copión digital. ¿Sirve para algo quedarse corto? Si nos descuidamos, enlaza El Hobbit con El Silmarillion o con Los hijos de Húrin, y convierte la trilogía que aquí concluye en una saga sin desenlace, perpetuamente renovada con nuevos materiales extraídos del archivo de Tolkien.

Jackson estira esta cuerda hasta que no da más de sí. Ni al cineasta ni a los interesados en la Tierra Media les basta con una pequeña dosis de trasgos, persecuciones, sortilegios y anillos de humo. La desmesura en Jackson no es una tentación, sino un rasgo de estilo. Solo así se explica que un maravilloso relato juvenil como El Hobbit (1937) quede traducido a la pantalla como una ciclópea trilogía, que ahora alcanza su aparatoso colofón en La Batalla de los Cinco Ejércitos.

La primera impresión que uno tiene es que se trata de una pieza de artesanía bien ensamblada, con momentos de acción espléndidos, y lo que es más importante: mejor resuelta que sus dos predecesoras. ¿Saldría ganando con menos metraje? Casi seguro. Pero si pensamos en la abrumadora prolongación del relato que supuso la segunda entrega –repleta de acotaciones marginales y de escenas superfluas– queda claro que el tercer Hobbit es menos zigzagueante y responde mejor a las expectativas del espectador medio. Y eso que también incluye algunos tramos que debieran ser un suspiro y que se convierten en una respiración abdominal en ocho tiempos.

El título define a la perfección el contenido: cinco ejércitos, engrosados hasta el infinito en el ordenador, se enfrentan en una espectacular sucesión de ataques masivos, con las correspondientes piruetas y duelos a muerte de sus paladines.

Lo que en la traducción española del libro original ocupa cincuenta páginas, en manos de Jackson –es él quien decide y no le vas a llevar la contraria– se convierte en un fragor de 144 minutos.

Dardo, la espada élfica que brilla en la oscuridad cuando se aproxima un enemigo, sólo deja de resplandecer durante los títulos de crédito.

Para afianzar la continuidad entre esta trilogía y la de El Señor de los AnillosJackson añade secuencias de engarce, protagonizadas por Elrond (Hugo Weaving), Galadriel (Cate Blanchett), Legolas (Orlando Bloom) y Saruman (Christopher Lee). Por suerte, esos momentos no interrumpen la línea principal del relato, centrada en esa batalla que se libra en el amplio valle que se extiende frente a la Montaña Solitaria.

La interacción entre los personajes no siempre funciona. Frente a la sólida tensión que se establece entre Thorin (Richard Armitage) y Bilbo (Martin Freeman), el romance entre la elfa Tauriel (Evangeline Lilly) y el enano Kili (Aidan Turner) sigue sin escapar del cliché.

El tono general es más sombrío: una cualidad que está bien matizada en la melancolía de Gandalf (Sir Ian McKellen) y que convierte en superfluo el alivio cómico de Alfrid (Ryan Gage). En todo caso, este último es un pecado venial, dado que el film en su conjunto no traiciona esa épica numantina que tanto le interesa a Jackson.

En 2008, cuando Guillermo del Toro fue contratado para dirigir el proyecto, éste declaró a la MTV que era posible narrar todo el contenido del libro en una sola película. Meses después, reconoció que la posibilidad de filmar dos entregas no era descabellada. A estas alturas, creo que hubiera sido la opción preferible, pero ya saben que la concisión no está de moda entre los ejecutivos de Hollywood. Y como dice el refrán: quien paga al gaitero, elige la tonada.

Cuando Jackson sustituyó a Del Toro como realizador, su necesidad de completar otra trilogía ha sido perjudicial en términos artísticos, porque se ha visto obligado a remontar, de esclusa en esclusa, un canal innecesariamente largo, cuyas aguas le desbordaban por todas partes.

La cuestión ya se debatió a fondo en su momento. Sin embargo, pese a este despliegue artificial de la obra de Tolkien, en la recta final Jackson ha vuelto a demostrar que es un excelente director de escenas de acción, capaz de conjugar armónicamente la exuberancia visual y el clasicismo aventurero. Quedémonos, pues, con esa impresión positiva.

Sinopsis

El Hobbit: La Batalla de los Cinco Ejércitos supone el épico final de las aventuras de Bilbo Bolsón, Thorin Escudo de Roble y la Compañía de los Enanos. Cuando reclamaron su patria al dragón Smaug, la Compañía desató sin querer una fuerza malvada en el mundo. Furioso, Smaug descarga llamaradas de ira sobre los habitantes indefensos de Ciudad del Lago.

Thorin, consumido por la obsesión de reclamar su tesoro, sacrifica la amistad y el honor para conseguirlo mientras los frenéticos intentos de Bilbo por hacerle entrar en razón llevan al Hobbit a tomar una decisión arriesgada y peligrosa; pero las amenazas que les esperan son aún mayores. Sauron, el mayor adversario de todos, ha enviado legiones de orcos a un ataque furtivo en la Montaña Solitaria sin que nadie se entere, salvo el mago Gandalf.

A medida que el mal se cierne sobre su creciente conflicto, las razas de los Enanos, los Elfos y los Hombres tienen que decidir si aúnan sus fuerzas o se abandonan a la destrucción. De repente, Bilbo tiene que luchar por su vida y la de sus amigos en la épica Batalla de los cinco ejércitos, mientras el futuro de la Tierra Media pende de un hilo.

La trilogía de El Hobbit narra una historia lineal que se desarrolla en la Tierra Media 60 años antes de El Señor de los Anillos, trilogía que el oscarizado cineasta Peter Jackson y su equipo llevaron a la gran pantalla con gran éxito y que culminó con la también triunfadora de los Oscar® El Señor de los Anillos: el Retorno del Rey.

El equipo creativo tras las cámaras está encabezado por el director de fotografía Andrew Lesnie, el director artístico Dan Hennah, el editor Jabez Olssen y el compositor Howard Shore. Los diseñadores de vestuario han sido Bob BuckAnn Maskrey y Richard Taylor. Este último también se encarga de la supervisión del diseño y fabricación de armas, armaduras, criaturas y maquillaje especial, cuya realización ha realizado una vez más la galardonada Weta Workshop. La oscarizada empresa de efectos especiales Weta Digital vuelve a encargarse de los efectos especiales de la película, bajo las órdenes del supervisor de efectos especiales Joe Letteri. El diseñador de maquillaje y peluquería es Peter Swords King. Los diseñadores conceptuales son John Howe y Alan LeeEric Saindon ejerce las funciones de supervisor de efectos especiales, y David Clayton las de supervisor de animación.

Bajo la dirección de Jackson, la grabación de El Hobbit: La Batalla de los Cinco Ejércitos se ha realizado en 3D en 48 fotogramas por segundo y se proyectará en 3D HFR en algunos cines, así como en formato 2D, 3D e IMAX®. La producción se ha llevado a cabo en las propias instalaciones que Jackson posee en Miramar, Wellington, y en exteriores de toda Nueva Zelanda. La post producción se ha desarrollado en Park Road Pot Production, en Wellington.

Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

Copyright de imágenes y sinopsis © New Line Cinema y Metro-Goldwyn-Mayer Pictures. Reservados todos los derechos.

Guzmán Urrero

Colaborador de "La Lectura", revista cultural de "El Mundo". Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador habitual de las páginas de cultura del diario ABC y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.

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