Un buen homenaje a un autor, en este caso compositor, es programar una de sus obras en condiciones óptimas; un homenaje mejor aún es programar la obra de un colega contemporáneo de aquél, compuesta casi al mismo tiempo, basada exactamente en el mismo tema, y con resultados evidentemente mejores.
Esto es lo que hizo el Festival de Bad Wildbad, en la Selva Negra Alemana, al recuperar en 2003 L’italiana in Algeri de Luigi Mosca, cuya creación precedió en pocos años a la más genial y conocida partitura rossiniana. De hecho ésta se inspiró directamente en aquélla, acuciado el autor pesarense por las prisas habituales ocasionadas por un estreno inmediato.
Rossini siguió al pie de la letra la mayoría del texto del Angelo Anelli, literato afecto al Teatro alla Scala, donde Mosca estrenaría su Italiana cinco años antes de que el pesarense la ofreciera en Venecia, rompiendo el esquema en algunas situaciones del texto original para introducir extraordinarias muestras de su talento musical y cómico. Como en el originalísimo primer finale, en el que cada personaje onomatopéyicamente acusa la reacción de sorpresa que vive en ese hilarante momento.
Pero se haría un mal favor a la música operística del Novecientos italiano, si por destacar el genio de Rossini se ignorara el talento de Mosca. Su Italiana, ya intuido su posible disfrute en un pequeño avance discográfico (el del dúo de Isabella-Tadeo, «Ai caprici della sorte») gracias a Opera Rara, es un producto cómico típico del momento, inicios del siglo XIX, realizado con la profesionalidad de un músico ya en la cincuentena y con un respetable catálogo de obras serias y bufas en su haber, estrenadas en teatros tan importantes como los de Nápoles (donde Mosca desarrollaría mayormente su actividad) y Roma. Porque en esta Italiana dan testimonio de irreprochable oficio e imaginación musical tanto la encantadora cavatina de Lindoro, «Languir per una bella obviamente», con el delicado diseño de flauta y oboe dialogando con la voz tenoril, por el lado sentimental como, por el estrictamente cómico, el terceto de Mustafà, Tadeo y el mismo Lindoro donde nombran al primero Pappataci.
Esta Italiana es obra a descubrir, de riguroso y continuado deleite sobre todo si se hace el aconsejable ejercicio de prescindir del recuerdo o la confrontación, que espontaneamente surge, con la compartida partitura rossiniana. El esfuerzo dará sus frutos, teniendo en cuenta que la inspiración de Mosca se lo merece, heredera de Cimarosa o Paisiello, pero también anunciando procedimientos justamente rossinianos, como se puede captar en el segundo finale.
Los cantantes, la orquesta y el director de la producción que recomendamos pusieron en la empresa unos méritos asociados a su generosa juventud, a la frescura y a su loable empeño en evidenciar el entusiasmo asociado a un proyecto en el que creían y con el que estaban disfrutando.
Disco recomendado: Luigi Mosca (1775-1824): L’Italiana in Algeri / W.A. Gierlach, A. Bienkowska, A.F. Gestsdottir, D. Havar. Solistas de Cámara de Brno. Dir.: Brad Cohen / Bongiovanni / Ref.: GB 2275/76-2 (2 CD)
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