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La efervescencia de una ópera del XVIII

Con sus aires optimistas y cordiales, disfrutamos de un nuevo título de PaisielloLa Frascatana, estrenada en Venecia en 1774, algo antes de que Catalina la Grande llamara a Rusia al compositor, y pronto difundida por medio Europa, incluido Madrid donde se estrenó en el Teatro de los Caños del Peral (el precedente del Real) el 24 de noviembre de 1787, repuesta luego en 1807 en el mismo escenario.

Con La FrascatanaPiccinni presentó a Paisiello en París en 1778, añadiendo con ello más leña al fuego en la polémica entre gluckistas y piccinnistas.

La obra cuenta con todos los elementos necesarios para triunfar entonces (y ahora): trama tópica pero divertidamente eficaz y música encantadora en el doble aspecto acorde con su definición de dramma giocoso (a la manera del Don Giovanni mozartiano, músico que por cierto asoma la cabeza constantemente de un lado a otro de la partitura), combinando con proverbial pericia las partes sentimentales con las cómicas y erigiendo una galería de personajes a cual más llamativo. Así demuestra el treintañero Paisiello que ya domina las medios operísticos a su alcance, los de la ópera seria y los de la bufa.

Desde Violante a la camarera Lisetta, desde el caballero Giocondo al típico criado Pagnotta, todo está aquí en su sitio y las arias, dúos y finales (el primero con el ritmo y el frenesí propios de los modelos mozartianos), además de un inesperado y espléndido quinteto, conducen fluidamente la acción a sus previsibles consecuencias, que son las de divertir y encantar al respetable y, de paso, a sus intérpretes.

Ya Edith Mathis en 1980 nos había puesto en alerta sobre esta partitura paisielliana al grabar el aria de Donna Stella «D’una sposa meschinella», que en la grabación recomendada hace bien cuidadosa la cremonense Leticia Sperzaga, en medio de un equipo de jóvenes solistas que suman bonitas voces al empuje y al afán de despuntar y de superación propios de su edad.

En el equipo de esta grabación, se impone destacar el buen quehacer de la Violante de Katia Velletaz (quien sabe aprovechar la oportunidad del aria «Dove son… que cosa è questa» con su sugestiva línea entrecortada de canto y cambios de clima) y el solvente tenor cómico que resulta el ruso Valery Tsarev.

Dirige Franco Trinca nada menos que a la Orquesta de Cámara de Ginebra, los mismos que tanto jugo sacaron en 1999 una partitura afín a la que se comenta, Le finte gemelle de Piccinni para el sello Dynamic.

Disco recomendado: Giovanni Paisiello (1740-1816): «La Frascatana» (dramma giocoso en 3 actos) / Katia Velletaz. Valery Tsarev. Michele Govi. Orquesta de Cámara de Ginebra.

Copyright del artículo © Fernando Fraga. Este artículo se publica en Cualia por cortesía del autor y de Diverdi. Reservados todos los derechos.

Fernando Fraga

Es uno de los estudiosos de la ópera más destacados de nuestro país. Desde 1980 se dedica al mundo de la música como crítico y conferenciante.
Tres años después comenzó a colaborar en Radio Clásica de Radio Nacional de España. Sus críticas y artículos aparecen habitualmente en la revista "Scherzo".
Asimismo, es colaborador de otras publicaciones culturales, como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Crítica de Arte", "Ópera Actual", "Ritmo" y "Revista de Occidente". Junto a Blas Matamoro, ha escrito los libros "Vivir la ópera" (1994), "La ópera" (1995), "Morir para la ópera" (1996) y "Plácido Domingo: historia de una voz" (1996). Es autor de las monografías "Rossini" (1998), "Verdi" (2000), "Simplemente divas" (2014) y "Maria Callas. El adiós a la diva" (2017). En colaboración con Enrique Pérez Adrián escribió "Los mejores discos de ópera" (2001) y "Verdi y Wagner. Sus mejores grabaciones en DVD y CD" (2013).

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