Howard Vachel Brown era ya un artista maduro en los años treinta, cuando la ciencia-ficción encontraba su lugar entre las revistas populares de género. Aunque su trabajo dentro de este campo supuso una proporción relativamente pequeña de su prodigiosa producción, ello no ha impedido que se le considere uno de los grandes artistas que en aquella década ayudaron a perfilar el aspecto visual de la ciencia ficción (los otros fueron Frank R. Paul, H.W. Wesso, Virgil Finlay y Leo Morey).
Nacido en Kentucky en 1878, recibió educación formal en artes plásticas en el Art Institute de Chicago, donde conoció a la que sería su mujer. Ambos, casados en 1902, se establecieron en Nueva York. Brown completó su educación artística y comenzó a trabajar como ilustrador autónomo realizando portadas para libros educativos y revistas, destacando las de la prestigiosa revista Scientific American entre 1913 y 1931. Realizó también tareas docentes en Nueva Jersey, donde acabó fijando su residencia. Debido a un problema auditivo, fue descartado para el reclutamiento en la Primera Guerra Mundial, aunque sí sirvió a la causa bélica como ¡artista de camuflaje!
Su primera portada para una revista dedicada exclusivamente a la ciencia ficción la realizó para el número de octubre de 1933 de Astounding, aunque su primer dibujo representando artefactos futuristas ya había aparecido en 1916 en la primera revista de Hugo Gernsback, Electrical Experimenter y desde 1919 pintó casi cincuenta portadas para Science and Invention. A finales de la década de los veinte había pintado portadas de temática futurista para Argosy All Story Weekly.
Pero fue en Astounding donde destacó, convirtiéndose en el principal portadista de la revista desde 1934 hasta 1937, momento en el que tomó las riendas editoriales John W. Campbell. Aunque siguió colaborando para esa publicación de forma ocasional, la mayor parte de su trabajo la destinó a partir de entonces a pulps más convencionales, como Thrilling Wonder Stories o Startling Stories. Además, después de que Gernsback perdiera la cabecera Wonder Stories y se llevara a su artista de cámara Frank R. Paul a su nueva compañía, Brown se ocupó de ilustrar las portadas de todos los números de ese título desde 1936 hasta 1940.
Su estilo inicial era muy primitivo pero pronto aprendió a cargar de dramatismo sus ilustraciones, fácilmente identificables por el contraste entre la figura humana y enormes artefactos tecnológicos. Más adelante, Brown se especializó en la representación, siempre con gran vigor y utilizando una paleta de colores muy básica, de monstruosas criaturas alienígenas.
Amante de los viajes, Brown era a la vez un individuo elusivo que vivió sin teléfono y sin tan siquiera dirección postal. Ello no fue óbice para que los profesionales de su ramo reconocieran su talento y exhibieran sus obras en la Academia Nacional o las seleccionaran para la Muestra Internacional de Ilustradores Norteamericanos. Brown falleció a la edad de sesenta y siete años en 1945, a tiempo de evitar ver el declive y ulterior desaparición del mercado de revistas populares al que debió no sólo su trabajo, sino la fama que hoy nos lleva a dedicarle estas palabras.
Copyright del texto © Manuel Rodríguez Yagüe. Sus artículos aparecieron previamente en Un universo de viñetas y en Un universo de ciencia-ficción, y se publican en Cualia.es con permiso del autor. Manuel también colabora en el podcast Los Retronautas. Reservados todos los derechos.