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«Hombre» (1981-1995), de Antonio Segura y José Ortiz

El guionista Antonio Segura y el dibujante José Ortiz son dos nombres fundamentales en el desarrollo del cómic adulto español de comienzos de los años ochenta. Ortiz (1932), el más veterano del dúo, había comenzado su carrera profesional mucho antes, a los 16 años, trabajando para diferentes editoriales (Maga, Valenciana, Toray, Bruguera).

Su trayectoria es demasiado extensa como para siquiera mencionar de pasada los títulos en los que participó. En los años sesenta destina su producción al extranjero a través de agencias, destacando su participación en la editorial norteamericana Warren, de la que, gracias a su rapidez y eficacia, se convirtió en el principal dibujante. Pero en la década de los ochenta, cansado de ilustrar guiones escritos por autores con sensibilidades muy diferentes a la propia y aprovechando la oportunidad que brindaba el nuevo mercado de revistas de historieta español, vuelve al panorama nacional dibujando los guiones de un nuevo y entusiasta escritor, Antonio Segura.

Segura (1947–2012) pareció ser el guionista más omnipresente del mundo historietístico español en los años ochenta. Gran apasionado de la ciencia-ficción, creó tres personajes para otros tantos dibujantes a la búsqueda de su obra más personal. Hombre (José Ortiz), Bogey (Leopoldo Sánchez) y Orka (Luis Bermejo) eran series que transcurrían en diferentes momentos del mismo futuro. Cuando aún se encontraban en fase de desarrollo, la nueva revista a la que iban dirigidas se canceló sin siquiera haber mandado a imprenta el primer número. Presentaron la única historia dibujada con que contaban, una de Hombre, a Josep Toutain, principal editor de cómic adulto del momento, quién la rechazó con desalentadores comentarios. No hizo tantos ascos Rafael Martínez, editor de Norma Editorial, quien abrió un hueco para las tres series en su nueva revista Cimoc, convirtiéndolas en pioneras en nuestro país de la nueva ciencia–ficción en viñetas por sus planteamientos pesimistas, visión negativa de la naturaleza humana y personajes endurecidos que poco tenían que ver con el héroe tradicional que se había venido cultivando en la historieta española.

Hombre comenzó su andadura, como hemos dicho, en la revista Cimoc en 1981, en episodios autoconclusivos de 12 a 14 páginas a blanco y negro. Desde el principio se nos presenta un futuro sombrío como pocos. No es el apocalipsis nuclear ni una invasión alienígena ni una súbita catástrofe ecológica lo que ha destruido la civilización. Ha sido la propia estupidez humana. La escasez de energía, la inestabilidad social, la incapacidad de los políticos… todo ello ha contribuido a la desintegración de la civilización tal y como la conocemos hoy: la vida urbana, el comercio, las leyes, el orden, la moralidad… Las ciudades han quedado reducidas a cascarones de hormigón en ruinas donde malviven desesperados que nada tiene que perder porque ya lo han perdido todo; grupos de personas viven diseminadas en pequeños asentamientos tratando de defenderse de salteadores y carroñeros.

Como dice el protagonista, «los sentimentales no tienen ningún futuro en este mundo de mierda». Esa es la filosofía que rige su vida, una vida que no tiene más expectativa que sobrevivir en ese mañana sumergido en la barbarie en el que no hay amigos ni amores porque en nadie puedes confiar, tan solo rivales por los últimos pedazos aprovechables de un brillante pasado.

Hombre es un antihéroe muy a la española. De la misma forma que el patrio Don Quijote nada tiene que ver con el heroico rey Arturo, la creación de Segura y Ortiz guarda poco parecido con los flamantes héroes anglosajones, valientes, emprendedores, nobles y siempre sujetos a unas estrictas normas éticas aun en los peores entornos y situaciones. Hombre es sucio, feo, egoísta, individualista y cruelmente pragmático; no defiende causa alguna ni cree en nada más que en su propia supervivencia, abomina de la especie humana y vive a caballo entre una perpetua nostalgia por lo perdido y un profundo pesimismo que le impide soñar en un mundo nuevo.

Las historias de Segura, aunque nunca exentas de acción, son en realidad negros retratos de los peores defectos del ser humano puestos en evidencia ante situaciones y dilemas de difícil resolución. Hombre no es completamente malo, pero sabe ser cruel y despiadado en un mundo postapocalíptico que mucho tiene que ver con el western por su ambiente de frontera, de mundo sin ley y personajes extremos.

Guionista y dibujante despliegan desde el principio una sólida compenetración. La experiencia del segundo en el diseño realista de personajes y el ágil lenguaje narrativo aporta un perfecto reflejo gráfico de ese negro futuro. En un entorno dominado por una naturaleza agresiva que engulle rápidamente los últimos restos de un mundo antaño sometido por el hombre, van desfilando un largo catálogo de individuos cuya naturaleza siniestra y degenerada halla precisa expresión en sus retorcidos rostros: hermanos que violan y matan a sus hermanas, desaprensivos –o desesperados– que abandonan a los bebés, familias caníbales, seres horriblemente deformados por la radiación escapada de centrales nucleares abandonadas, monjes fanatizados, tiranos de poca monta, ancianos violadores, niños asesinos … la vida humana no vale nada y, fiel a su máxima, Hombre renuncia al sentimentalismo… o eso cree. Porque oculto bajo espesas capas de cinismo y egoísmo, aún anida en su interior un rescoldo de compasión y justicia. Aunque no lo quiera admitir, ello es lo que le lleva a adoptar decisiones que pondrán en peligro su vida.

Hombre se trasladó en 1983 a otra revista K.O. Cómics, tras cuya etapa, en 1986, regresaría a Cimoc con historias a todo color. A mediados de los noventa, el personaje completaría su andadura totalizando 19 historias cortas en blanco y negro y cinco álbumes a color: Hombre (1984), La herencia de la humanidad (1984), No soy tan duro como creía (1988), El último enemigo (1989), Atila (1992), Sobrevive mientras puedas (1994) y Peregrinos del Infierno (1995), todos ellos publicados por Norma Editorial.

Como suele suceder, Hombre fue una serie que acabó siendo víctima de su propio éxito. Los autores terminaron agotando las historias que se podían contar del personaje, pero éste se vendía tan bien en toda Europa que no resultaba sencillo matar a la gallina de los huevos de oro. El cansancio de los creadores consiguió no obstante canalizarse positivamente durante un par de historias, a través de una evolución coherente del personaje. Éste, envejecido y cansado, encuentra algo parecido al amor, la amistad y la familia, solo para perderlo cuando, por primera vez, empieza a pensar en tener un futuro libre de violencia. Es entonces cuando encuentra a la joven y exuberante Atila, nacida tras el colapso de la civilización y representante de la nueva raza de salvajes que viven libres, sin depender de los restos materiales y morales de un pasado que no conocieron. Atila le hace sentir aún más anciano, más amargado y más fuera de lugar. El personaje debería haber muerto en esa aventura, pero los autores prosiguieron sus peripecias con una serie de historias cortas cada vez con menor interés, más alejadas de la esencia del protagonista y dibujadas y coloreadas con mayor tosquedad y descuido.

En resumen, obra clave del cómic español y de la ciencia-ficción nacional en viñetas. A recomendar únicamente los cinco primeros álbumes de este antihéroe antipático pero tristemente verosímil.

Copyright del artículo © Manuel Rodríguez Yagüe. Publicado previamente en Un universo de viñetas y editado en Cualia con permiso del autor. Reservados todos los derechos.

Manuel Rodríguez Yagüe

Como divulgador, Manuel Rodríguez Yagüe ha seguido una amplia trayectoria en distintas publicaciones digitales, relacionadas con temas tan diversos como los viajes ("De viajes, tesoros y aventuras"), el cómic ("Un universo de viñetas"), la ciencia-ficción ("Un universo de ciencia ficción") y las ciencias y humanidades ("Saber si ocupa lugar"). Colabora en el podcast "Los Retronautas".

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