A Johann Peter Salomon se debe que Haydn haya viajado a Inglaterra en 1790 y 1794, compuesto las sinfonías que llevan títulos alusivos, se haya presentado en conciertos y recibido un doctorado en Oxford.
Doctor es menos que maestro, pero bueno. Papá Haydn nos sigue enseñando a oír la música. Aparte de estas travesías, Salomon redactó unas adaptaciones de las sinfonías 99, 101 y 104 para piano, flauta y cuarteto de cuerdas.
Cabe pensar que su destino es el salón de casa, suponiendo una casa de aficionados que quieren disfrutar de Haydn en la intimidad. Cualquiera podría pensar en un atrevimiento indebido. En efecto ¿quién era Salomon para enmendar la plana de Haydn? Pues no. Todo lo contrario. Salomon ha conservado las voces y distribuido los timbres, haciendo que el piano rellene los huecos de las cuerdas graves y la percusión.
El resultado es sonoramente delicioso, porque la orquesta de Haydn es económica, sucinta, diáfana, y su adaptación al formato de bolsillo no la desnaturaliza. Le quita trascendencia de volumen pero no deteriora su musicalidad.
En otro sentido, en cuanto a lo que podríamos llamar elocución sinfónica, el maestro del siglo XVIII se resuelve siempre en mínimas expansiones que hacen pensar en espacios privados. No sólo el pomposo y cortesano, sino también el recatado y burgués. Y hasta el tabladillo de un café para melómanos. Mientras fumamos una pipa o degustamos café o Mosela, papá Haydn nos hace y nos hará eternamente compañía.
Disco recomendado: J. HAYDN en arreglos de PETER SALOMON (1745-1815): Sinfonías nº 101, 99 & 104 / P. Verhoyen, flauta. D. Lievens & M. Ydiers, violín. S. Craeynest, cello. G. Penson, piano / ETCETERA / Ref.: KTC 1265 (1 CD)
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