Un poco lejos –aunque sólo en el tiempo– nos queda el entorno moral y social que Conan Doyle disecciona en El secreto de Raffles Haw (The Doings of Raffles Haw, 1891), y sin embargo, cada una de sus páginas también ilumina nuestro presente con una reflexión muy sugerente sobre la filantropía, el amor y el valor de las apariencias.
No se trata, claro está, de una pieza de misterio ni de una fantasía –más allá de algún detalle de inspiración alquímica–, pero ello no debe suponer ningún inconveniente para los seguidores de Conan Doyle, que aquí se reencontrarán con el narrador en plena madurez creativa.
Aunque el novelista relegue a un segundo plano la exuberancia que caracteriza otras de sus narraciones, el interés del libro se amplía por la presencia de personajes interesantes, de esos que nos atornillan a la butaca de lectura y nos ayudan a valorar con justicia los atributos de un autor excepcional.
Cuando El secreto de Raffles Haw sale de imprenta, Conan Doyle ya es moderadamente conocido. El signo de los cuatro acaba de aparecer en las páginas de la revista Lippincott’s en febrero de 1890, y el escritor, poco a poco, empieza a detestar a Sherlock Holmes. De hecho, en noviembre de 1891 escribe a su madre, Mary, para decirle que quizá no sea mala idea asesinar –literariamente– al detective con el fin de entregarse a proyectos novelescos más satisfactorios. ¿Estaba pensando en El secreto de Raffles Haw al redactar esa carta? No lo parece.
A través de las memorias del escritor, sabemos que viaja en el invierno de 1890 a Viena, en medio de una intensa nevada. Asiste a las clases de oftalmología del Krankenhaus y se reúne con Brinsley Richard, el corresponsal del Times. En las horas libres, se dedica a completar la novela que nos ocupa. Él mismo confiesa que no es una de sus predilectas –siempre valoró más sus obras históricas–, pero con ella sale de apuros económicos. Con este libro –escribe– «conseguí hacer frente a los gastos corrientes sin necesidad de echar mano de las cien libras aproximadamente que constituían mi único capital. Pero luego, por consejo de un amigo, invertí aquel dinero, y lo perdí, como he perdido tanto dinero después».
De forma un tanto irónica, esta reflexión precede a una etapa de felicidad financiera: los editores pagaron con tanta generosidad los relatos de Sherlock Holmes que su creador ya no pudo apartarlo de su fantasía. Nosotros tampoco, y quizá por ello, esta edición de El secreto de Raffles Haw nos permite enriquecer el imaginario que heredamos de Doyle con una historia más calmada y realista: la peripecia personal de un millonario singular, Raffles Haw, que decide mejorar la vida de los habitantes de Tamfield, en Staffordshire, gracias a un descubrimiento químico cuya naturaleza no les adelantaré.
El relato adquiere tintes melodramáticos, enriquecidos por un serio intento de dotar de profundidad psicológica a todos sus protagonistas. Como es habitual en él, Conan Doyle marca bien los caracteres y crea zonas de conflicto moral que animan la trama. Por esas y otras razones, esta obra valiosa y poco conocida merece incorporarse a las bibliotecas de cuantos amamos –y de qué manera– la prosa del padre de dos mitos novelescos de primera magnitud, Sherlock Holmes y el profesor Challenger.
Sinopsis
El secreto de Raffles Haw (The Doings of Raffles Haw) es la séptima novela de Sir Arthur Conan Doyle (Edimburgo, 1859-Crowborough, 1930) y fue publicada en 1891; obra por lo tanto de los inicios de su carrera literaria, pero también ya contemporánea de sus primeras obras maduras: La compañía blanca (1891) y Las aventuras de Sherlock Holmes (1892). La novela, con tintes fantásticos y misteriosos, trata de la llegada a un pequeño pueblo de la Inglaterra rural de un excéntrico y misántropo multimillonario, Raffles Haw, que está en posesión de un secreto capaz de cambiar el mundo.La obra vale, sobre todo, por el muy logrado estudio de caracteres de los principales protagonistas, pero no es estrictamente una novela fantástica o de aventuras. Quizás por eso ha sido escasamente reeditada en Inglaterra. En España no fue incluida en las obras completas publicadas por la editorial Aguilar en los años cincuenta y es prácticamente desconocida. Pero, por eso mismo, los numerosos seguidores de Conan Doyle agradecerán, sin duda, este rescate que es a la vez una novedad, un descubrimiento.
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