He pasado veinticuatro horas sometido a un proceso de “purificación” y “florecimiento” en una laguna de Las Huaringas, altiplano peruano muy cercano a la frontera ecuatoriana.
El proceso incluía una noche entera en vela acompañado del brujo local y unas dosis de san pedro, así como varias sesiones de escupitajos de colonia sobre un altar pagano con imaginería católica.
El brujo me recibió con unas palabras que sólo después se me hizo notar eran relevantes (”Muchos te envidian”). Me explicó detalles de mi pasado (”Las olas te revolcaron contra la tierra”) y del futuro.
La inhalación del líquido alucinógeno produjo en mí un estado de estupor y terror extremos. Las únicas imágenes que el san pedro excitó en mi conciencia (imágenes que podía ver con los ojos abiertos y cerrados indistintamente) fueron sirenas con formas de ojos–vagina, calaveras reptilianas y piedras negras donde debería haber un alma.
Mi pánico a ser “descubierto” llegó a tal extremo que temí que el brujo ordenara a sus asistentes que me sujetaran para someterme a un exorcismo.
Durante la alucinación, llegué a un estado de certeza absoluto: de pronto, recordé que el único Talón de Aquiles de Conan el Bárbaro era su temor a los brujos y a sus buenas artes, y supe por qué.
A la brujería es imposible ENGAÑARLA.
Artículos relacionados
Conan el Bárbaro (1970-1973), de Roy Thomas y Barry Windsor-Smith
Conan el Bárbaro (1973-1979), de Roy Thomas y John Buscema
Red Sonja, la diablesa de la espada
Conan el Conquistador (1974-1979), de Roy Thomas, Gil Kane y John Buscema
Conan Rey (1980-1989), de Roy Thomas, John Buscema, Doug Moench y Alan Zelenetz
La Espada Salvaje de Conan (1974-1995), de Roy Thomas, John Buscema, Alfredo Alcalá y Tony de Zúñiga
Copyright del artículo © Hernán Migoya. Previamente publicado en Comicsario, un blog para la fenecida editorial Glénat España. Reservados todos los derechos.