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«El enigma… de otro mundo”, “La cosa” de Carpenter y su precuela

En la inmensa soledad de la Antártida, unos científicos liberan sin quererlo a una espeluznante criatura alienígena, hasta entonces atrapada en los hielos.

Tal es el punto de partida del emblemático relato de John W. Campbell Jr. «Who Goes There?», publicado allá por 1938 en la revista Astounding Science-Fiction bajo el pseudónimo Don A. Stuart.

En dicho relato, un equipo de investigadores de una base antártica hacen un increíble descubrimiento: una nave espacial de origen extraterrestre y, a escasa distancia, su misterioso tripulante sepultados en el hielo.

La curiosidad vence a la cautela –el posible riesgo de liberar gérmenes hasta entonces desconocidos en nuestro planeta– y el extraño ser bautizado como «la cosa» es descongelado, cobrando vida y dando comienzo a una pesadilla hasta entonces inimaginable.

El enigma de otro mundo (1951), una adaptación infiel

El enigma de otro mundo (The Thing from Another World, 1951) fue la primera adaptación de esta novelita a la gran pantalla.

Dirigida por Christian Nyby pero con el toque inconfundible de Howard Hawks, a la sazón productor del filme y al parecer también director no acreditado, esta película rodada en blanco y negro efectuó muchas modificaciones al original literario, entre ellas trasladar la acción al Polo Norte –¿acercándose con ello, al menos simbólicamente, al enemigo soviético?–. Pero el cambio fundamental es el que atañe a la criatura, concebida como un monstruo antropomorfo a la antigua usanza.

Así, el alienígena retratado en el celuloide no posee la capacidad de metamorfosearse en otras formas de vida, sino que es una especie de hombre vegetal (interpretado por el altísimo James Arness) con, eso sí, una resistencia sobrehumana y una sed inagotable de sangre que lo asemeja a una suerte de vampiro estelar.

Aun sin obviar los componentes terroríficos y la atmósfera claustrofóbica, El enigma de otro mundo antepone el humor al terror, el diálogo chispeante a la tensión y la camaradería masculina a la desconfianza reinante en el relato de Campbell para elaborar una historia con ecos más que evidentes de la Guerra Fría –la amenaza que supone lo diferente, metáfora del enemigo comunista–. Incluso se permite añadir al conjunto una de esas féminas deslenguadas tan del gusto de Hawks, una mujer hermosa (Margaret Sheridan) que ejerce de contrapunto del monstruo o, más bien, de sus propios compañeros, dando pie al eterno combate entre los sexos y a la inevitable conclusión romántica.

La cosa (1982), de John Carpenter

Mucho más fiel al texto original resulta La cosa (The Thing, 1982), dirigida por John Carpenter.

El guion del filme, firmado por Bill Lancaster pero supervisado y adaptado por Carpenter, no altera la esencia del original pero incrementa magistralmente el suspense a la vez que incorpora un nuevo final que se revela como uno de los más demoledores del género.

Aquí no serán los protagonistas, científicos de la estación estadounidense de la Antártida, los que descubran al furioso organismo extraterrestre capaz de suplantar cuerpos e identidades. Esa será la misión de sus vecinos noruegos, instalados en un campamento cercano.

Así, La cosa abre su acción con una sorprendente escena: un helicóptero tripulado por noruegos a la caza inmisericorde de un perro husky que acabará por refugiarse en su campamento.

Poco a poco iremos desentrañando las razones de este hecho aparentemente insólito, cuando los norteamericanos comiencen a sufrir en sus carnes la misma pesadilla que cercenó las vidas de sus colegas europeos.

Con ecos de Alien, el octavo pasajero (Alien, Ridley Scott, 1978) y de La invasión de los ultracuerpos (Invasion of the Body Snatchers, Philip Kaufman, 1978) y evidentes resabios lovecraftianos –no solo palpables en la fastuosa imaginaría visual, obra de Rob Bottin–, esta pieza clave del terror moderno captó la esencia del horror que trató de transmitir el escritor. Un horror surgido de una amenaza externa, pero que se magnifica al volverse cotidiano afectando a la conciencia de la propia identidad y nutriéndose de la paranoia, del miedo, del odio y del egoísmo.

Una verdadera obra maestra oscura e incómoda que en el año de su estreno –el mismo en el que Steven Spielberg presentó a su benigno E.T. El extraterrestre (E.T.: The Extra-Terrestrial)– fue totalmente incomprendida, rechazada tanto por la crítica como por el público.

La cosa (2011), precuela de la película de Carpenter

Escarmentada tras el escaso rendimiento comercial de la película de Carpenter, Universal nunca se decidió a producir una secuela. Quienes sí se atrevieron fueron los desarrolladores de videojuegos de la ya desaparecida Computer Artworks, que en 2002 lanzaron La cosa (The Thing) para PC, PS2 y Xbox.

Dos años después Universal barajó la posibilidad de realizar un remake, aunque finalmente los productores implicados (Marc Abraham y Eric Newman) optaron por una precuela que tratara de reproducir la inigualable atmósfera del filme de 1982, proyecto que finalmente se ha visto materializado en La cosa (The Thing, 2011).

Dirigida por el debutante Matthijs van Heijningen y con guion de Eric Heisserer –uno de los guionistas encargado de la «actualización» de Freddy Krueger para el presente siglo–, esta precuela remite a La cosa de Carpenter desarrollando la tragedia acaecida en la estación noruega. Unos hechos que por otra parte eran fácilmente deducibles y a los que el guión, previsible e incluso chapucero en su tramo final, no aporta nada nuevo.

La cosa apuesta por un reparto eminentemente europeo (en el que destaca el actor danés Ulrich Thomsen y los noruegos Trond Espen SeimJørgen Langhelle y Stig Henrik Hoff) pero se rueda en inglés e incorpora personajes estadounidenses. Como no podía ser menos, la balanza se inclinará del lado de estos, que serán los que tomen la sartén por el mango en los momentos claves.

Mientras que en la adaptación carpenteriana el protagonismo recaía sobre el resolutivo y viril MacReady (Kurt Russell), en esta reinterpretación el personaje principal será una mujer, una jovencísima paleontóloga de la Universidad de Columbia.

Interpretada por Mary Elizabeth Winstead, conformará una versión juvenil y algo descafeinada de la icónica teniente Ripley (Sigourney Weaver) de Alien, el octavo pasajero, en la cual, a su vez, puede rastrearse la influencia de El enigma de otro mundo.

Copyright del artículo © Lola Clemente Fernández. Reservados todos los derechos.

Copyright de las imágenes © El enigma de otro mundo: Winchester Pictures Corporation y RKO Radio Pictures. © La cosa (1982): Universal Pictures y Turman-Foster Company. Cortesía de Universal. © La cosa (2011): Morgan Creek Productions, Universal Pictures y Strike Entertaiment. Cortesía de Universal. Reservados todos los derechos.

Mª Dolores Clemente Fernández

Mª Dolores Clemente Fernández es licenciada en Bellas Artes y doctora en Comunicación Audiovisual por la Universidad Complutense de Madrid con la tesis “El héroe en el género del western. América vista por sí misma”, con la que obtuvo el premio extraordinario de doctorado. Ha publicado diversos artículos sobre cine en revistas académicas y divulgativas. Es autora del libro "El héroe del western. América vista por sí misma" (Prólogo de Eduardo Torres-Dulce. Editorial Complutense, 2009). También ha colaborado con el capítulo “James FenimoreCooper y los nativos de Norteamérica. Génesis y transformación de un estereotipo” en el libro "Entre textos e imágenes. Representaciones antropológicas de la América indígena" (CSIC, 2009), de Juan J. R. Villarías Robles, Fermín del Pino Díaz y Pascal Riviale (Eds.). Actualmente ejerce como profesora e investigadora en la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR).