Cuando iba a la universidad, siempre solía regalar para dármelas de interesante el Crónicas de motel, de Sam Shepard, que es un libro que en verdad está muy bien.
Luego me di cuenta de que a quién quería engañar y fui más fiel a mis gustos profundos, así que me pasé varios años regalando La princesa prometida, de William Goldman, que es una novela muy pop y ¡maravillo-sa! Sirve además para distinguir enseguida qué personas son de tu cuerda (con el de Shepard se podía colar algún esnob a posturear y pastorear de ‘cowboy sensible’, yatusabe).
Y desde hace unos años, regalo Doctor Zhivago, sólo en esta traducción del ruso por Marta Rebón para la editorial Galaxia Gutenberg. No es broma: no recuerdo haber leído un castellano tan bello en un libro traducido. Hasta el punto de que la primera vez que leí esta edición, hice algo inaudito: busqué la dirección electrónica de la traductora para felicitarla por escrito. Y ella me lo agradeció muy gentilmente, por cierto.
Doctor Zhivago es un deleite de obra y una gozada de prosa. Además se puede degustar a sorbos: uno puede perderse en alguno de sus pasajes por minutos incontables sin desear salir de él.
Olvidaos de la película ‒hermosa también‒, ¡lean sin Lean en la mente! Esto es otra cosa por suerte. Otra cosa impresionante, llena de vericuetos deliciosos.
Disfrutadla y regaladla sin necesidad de pretexto, por daros el gusto y por hacer el bien a las personas que estimáis, yo conozco pocos regalos como éste.
PD. Gracias por su eficiencia a Anna Mora y la librería Macondo de Sabadell, a la que me fui caminando el sábado desde mi pueblo para recoger este pedido de un nuevo Doctor Zhivago, y así de paso estirar las patas.
PD2. Que no la pata.
«A lo largo de varias décadas ‒escribe Ben Panko en Smithsonian Magazine‒, Pasternak trabajó intermitentemente en su obra maestra, una historia sobre un hombre llamado Yuri Zhivago y las dos mujeres que amaba en la época de la Revolución Bolchevique. Lo envió para su publicación en la Unión Soviética en 1955, pero fue rechazado por sus mensajes antisoviéticos, y el ministro de Relaciones Exteriores del país escribió que era ‘difamación maliciosa de la URSS’. Sin embargo, una copia del manuscrito cayó en manos de un buscador de una editorial italiana [Sergio D’Angelo, a instancias del editor Giangiacomo Feltrinelli]. Trabajar para una editorial occidental estaba prohibido para los autores soviéticos (…) Los soviéticos mostraron su furia contra el libro, pero eso solo aumentó su popularidad, y pronto Doctor Zhivago se publicó en varios idiomas en todo el mundo. El archirrival de la Unión Soviética, Estados Unidos, vio la oportunidad de utilizar la novela (…) como arma cultural contra los soviéticos. Documentos desclasificados muestran cómo la CIA compró y distribuyó cientos de copias a través de sus embajadas en todo el mundo para que circularan entre ciudadanos impresionables, e incluso pagó una rápida tirada del libro en su idioma original para distribuirla discretamente entre los soviéticos que visitaban la Feria Mundial de 1958. (…) A Pasternak le dijeron que si iba a Oslo a aceptar el Nobel, nunca se le permitiría regresar a la Unión Soviética, por lo que escribió otro telegrama para rechazar el premio».
Sinopsis
Yuri Andréyevich jamás podría olvidar la primera vez que vio a Larisa Fiódorovna en la habitación de aquel hotel decadente. Allí, sumido en la penumbra, el joven Zhivago se sintió devastado por una fuerza ignota que oprimió su corazón. La visión de aquella joven atormentada marcaría su destino, presagio de un futuro preñado de extraños y sugerentes encuentros entre ambos que desembocarían en una relación tempestuosa, protagonistas de un amor imposible, trágico y apasionado en el marco de una Rusia desgarrada violentamente por la Revolución de 1917 y el advenimiento de un nuevo orden.
Desde que en 2010 Galaxia Gutenberg publicara El doctor Zhivago por primera vez en traducción directa del ruso (hasta entonces, las traducciones existentes eran del italiano), la versión de Marta Rebón ha cosechado multitud de elogios y ha permitido a los lectores en español apreciar la inmensa riqueza literaria de una de las novelas clásicas de todos los tiempos.
Nacido en Moscú (1890), Pasternak, Borís creció en un ambiente cosmopolita, y ya en su juventud se codeó con artistas y creadores como Rajmáninov, Tolstói y Rilke. Estudió música y, composición y más tarde, filosofía en la Universidad de Moscú y en la de Marburgo, pero pronto se dedicó a la poesía. Entre sus primeras publicaciones destacan Mi hermana la vida, escrita en el verano de 1917, reflejo del entusiasmo que suscita en él la tormenta que se abate sobre su país y su alma, y que le convierte en un poeta célebre.
Durante los años del «gran terror», Pasternak sufre una profunda crisis y se dedica a traducir a grandes poetas. En 1946, perdidas ya las esperanzas en el régimen, empieza la escritura de El doctor Zhivago, que aparece publicada en Italia a finales de 1957 tras un sinfín de vicisitudes. La novela recibe enconadas críticas que devienen en persecución y amenazas cuando, en 1958, la Academia Sueca le concede el premio Nobel de Literatura, honor al que el autor renunciará para evitar su expulsión de la Unión Soviética. Falleció en Peredélkino en 1960.
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