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«El carnaval de las almas» («Carnival of Souls», 1962)

Alucinada, fantasmagórica, surrealista y espeluznante son algunos de los calificativos que pueden aplicarse a la película El carnaval de las almas (Carnival of Souls, 1962), una obra de culto imprescindible dirigida por Herk Harvey y protagonizada por Candace Hilligoss. Una atípica historia de fantasmas poco conocida por el gran público pero muy influyente en el derivar del género de terror.

La acción arranca en una pequeña localidad estadounidense, en la que un grupo de muchachos reta a unas chicas a una peligrosa carrera de coches. Mientras se hallan atravesando un puente de madera, el auto de las chicas se precipita al río Kansas y es tragado por las aguas. Cuando parece que no hay esperanza de encontrarlas con vida, una de ellas, Mary (Candace Hilligoss), consigue alcanzar la orilla en estado de shock.

Tras esa traumática experiencia, la vida de Mary no volverá a a ser la misma. Durante el viaje a Salt Lake City, donde ha sido contratada como organista de iglesia, la protagonista comienza a sentir una extraña presencia que la persigue. Rostros cadavéricos la acechan desde las sombras, siniestras apariciones que parecen vinculadas a un edificio abandonado situado en las afueras, un antiguo parque de atracciones que se alza solitario en medio del desierto. Aterrorizada a la vez que atraída por ese siniestro lugar, la protagonista comenzará a sentirse cada vez más desvinculada de la realidad.

Una pequeña joya de cine independiente

El carnaval de las almas fue el primer y único largometraje dirigido por Herk Harvey (fallecido en 1996), que a la sazón contaba con una dilatada carrera como realizador de documentales y cortometrajes educativos, formativos y promocionales para Centron Films. Harvey, que llevaba tiempo deseando rodar una película de ficción, tuvo la idea inicial durante un viaje en coche por el estado de Utah. Harvey pasó por el Pabellón Saltair –un centro turístico por aquel entonces abandonado, ubicado a las orillas del Gran Lago Salado– y pensó que sería el escenario idóneo para una cinta de terror.

Pese a ello, si bien el guion de El carnaval de las almas –firmado por John Clifford, amigo y compañero de trabajo del director además de novelista– se considera original, también guarda unas cuantas similitudes con The Hitchhiker, una obra de teatro radiofónica escrita por Lucille Fletcher. Emitida en la radio en 1941 –e interpretada, entre otros actores, por el mismísimo Orson Welles–, fue posteriormente adaptada a la televisión en un episodio de la emblemática serie Dimensión desconocida (The Twilight Zone) igualmente titulado The Hitch-Hiker (Alvin Ganzer, 1960).

La película se rodó en 1961 contando con un bajísimo presupuesto (17.000 dólares), lo que sin embargo no ensombreció sus logros. La fotografía, en blanco y negro, se benefició de un acertado estilo expresionista que dotó al conjunto de una atmósfera oscura e inquietante. La inversión escasa en efectos especiales se suplió con grandes dosis de ingenio y los actores contratados fueron lógicamente amateurs. La protagonista, Candace Hilligoss, había trabajado como bailarina, actriz de teatro y de televisión, pero no tenía experiencia en el cine. El propio Harvey se reservó un pequeño pero trascendente papel: el líder espectral y principal acosador de la protagonista.

Al igual que sucedió con su director y con su guionista, Candace Hilligoss no tuvo mucha suerte en el cine. Después de El carnaval de las almas, la actriz solamente intervino en otro título más (también de terror): The Curse of the Living Corpse (Del Tenney, 1964).

Influencia de El carnaval de las almas

Obra de culto por derecho propio, El carnaval de las almas aprovecha magistralmente los escasos recursos de los que dispone. La puesta en escena combina a la perfección los detalles realistas (casi costumbristas) con una atmósfera irreal de pesadilla, como corresponde a un sombrío y melancólico cuento de fantasmas de sorpresivo final. Su sugestiva estética y muchas de sus impactantes imágenes, como las escenas con los muertos sentados en el autobús, bailando en la feria o saliendo amenazantes de las oscuras aguas del lago (esta última, en realidad rodada en una piscina), han servido de inspiración a muchos filmes de terror.

Las huellas son especialmente evidentes en la filmografía de George A. Romero, sobre todo en su rompedora La noche de los muertos vivientes (Night of the Living Dead, 1968). Otro cineasta seducido por esta insólita rareza es David Lynch. Muchos de sus trabajos, entre ellos Cabeza borradora (Eraserhead, 1977) y Carretera perdida (Lost Highway, 1997), dejan entrever la influencia de esta estremecedora película.

A pesar de ello, en su momento fue un estrepitoso fracaso comercial. Ignorada en la fecha de su estreno, sus aciertos no fueron considerados por la crítica estadounidense hasta finales de los ochenta, cuando la cinta fue relanzada en varios festivales y salas de cine.

Décadas después, su trama fue totalmente alterada en un prescindible remake producido por Wes CravenCarnival of Souls (Adam Grossman e Ian Kessner, 1998).

Como nota curiosa, la película fue homenajeada en el videoclip del grupo londinense Boedekka Carnival of the Antichrist, rodado en España en 2004 (concretamente en Madrid, en las dependencias de la ya desaparecida discoteca y sala de conciertos Aqualung).

Copyright del artículo © Lola Clemente Fernández. Reservados todos los derechos.

Copyright de las imágenes © Harcourt Productions. Cortesía de Versus Entertaiment Video & DVD. Reservados todos los derechos.

Mª Dolores Clemente Fernández

Mª Dolores Clemente Fernández es licenciada en Bellas Artes y doctora en Comunicación Audiovisual por la Universidad Complutense de Madrid con la tesis “El héroe en el género del western. América vista por sí misma”, con la que obtuvo el premio extraordinario de doctorado. Ha publicado diversos artículos sobre cine en revistas académicas y divulgativas. Es autora del libro "El héroe del western. América vista por sí misma" (Prólogo de Eduardo Torres-Dulce. Editorial Complutense, 2009). También ha colaborado con el capítulo “James FenimoreCooper y los nativos de Norteamérica. Génesis y transformación de un estereotipo” en el libro "Entre textos e imágenes. Representaciones antropológicas de la América indígena" (CSIC, 2009), de Juan J. R. Villarías Robles, Fermín del Pino Díaz y Pascal Riviale (Eds.). Actualmente ejerce como profesora e investigadora en la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR).