A ver, nena, que te acabo de descubrir. Si, como lo oyes, que se te ven las intenciones. Que tú, en realidad, qué ibas a querer morirte virgen. ¡Anda ya! Que si, que no te hagas la tonta… que a ti te gustaba Felipe II, que siempre pensaste que ibas a sustituir a tu medio hermana en su lecho. Pero no.
El maldito se hartó de Londres y de cielos encapotados. Se volvió a casa y eligió a esa niñata francesa de madre marimandona: Isabel de Valois.
Qué tú, en realidad, querías hacerle el amor y no la guerra. ¡Si hasta te hiciste retratar como sus hermanas y primas!
Anda que no te costó encontrar el dichoso abanico… pero ni por esas. Que se muere la niñata de sobreparto y… ¡elige a su sobrina! ¿Con que ésas tenemos? Muy bien, Felipe, muy bien. Si tengo hombres a espuertas, encantados de ir a por ti… ¡que sólo tengo que chasquear los dedos! ¿Decías, Francis? ¿Qué sabes dónde atacar? ¿Cuántos barcos necesitas? ¿Cuatro? ¡Hecho! Vamos a bajarle los humos al petulante de Felipe…
(En abril de 1581, tras cuatro intensos años de aventura, Francis Drake regresaba a Inglaterra, al frente de la segunda expedición que dio la vuelta al mundo, 60 años después de la protagonizada por Magallanes y Elcano. Recibido con todos los honores, fue armado caballero por la reina Isabel I. Los ingleses comenzaban a creerse capaces de emular a los todopoderosos españoles… Aún les faltaba más de dos siglos para conseguirlo).
Copyright del artículo © Mar Rey Bueno. Reservados todos los derechos.