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Diez clásicos del thriller de ayer y hoy que te harán amar el cine francés

El cine francés es con diferencia mi predilecto, especialmente cuando se trata del género policíaco, también denominado polar. Al contrario que los anglosajones, los gabachos no están obsesionados con cerrar todos los cabos sueltos de sus historias de un modo lineal: su cine exuda mayor naturalidad, es mucho más libre y, de resultas, a menudo está más vivo. A lo largo de su fecunda tradición, han creado algunas obras magistrales enclavadas dentro del thriller criminal y de suspenso, con la hetedoroxia por bandera. Más allá de Truffaut y Godard (y Luc Besson) hay mucha vida y, sobre todo, mucha muerte:

1. Los felinos (Les félins, 1964), de René Clément

En mi libro Charles Williams: la tormenta y la calma, cuento cómo la hija de este gran escritor de suspenso me cedió varias cartas de su padre, que traduje dentro del propio volumen, en las que él narraba la tortura que supuso para su espíritu el hecho de escribir el guion del filme Les félins. Una pena que dos personalidades de la categoría de Williams y el director René Clément no llegaran a entenderse en su colaboración para esta película. Clément es mi realizador francés favorito, un artista con una visión poética que no le impidió practicar con éxito varias incursiones en el género (la popular Plein soleil o la maravillosa El pasajero de la lluvia, por poner dos gratos ejemplos). En Los felinos convoca a Alain Delon y Jane Fonda en el cénit de sus respectivas, si no carreras, bellezas y compone un cínico y rocambolesco juego del gato y el ratón que sirve sobre todo para hipnotizar al espectador merced a una puesta en escena inigualable. Contemplen sus cuatro primeros minutos, con unos créditos engalanados por el superelegante tema principal del argentino Lalo Schifrin (el genio detrás de chan chan chanchan Misión imposible).

2. El confidente (Le doulos, 1962), de Jean-Pierre Melville

Estamos seguramente ante el más brillante y estilizado de todos los directores especialistas en el cultivo del polar: sus filmes Le samuraï y Círculo rojo son muy populares, pero toda su filmografía rezuma virtuosismo: con Melville es imposible equivocarse. Probablemente él haya realizado la mejor película sobre la Resistencia Francesa en la II Guerra Mundial (El ejército de las sombras, un dechado de cinismo y, por tanto, realista hasta lo insoportable), además de una opera prima sobre la iniquidad de la invasión alemana en dicho conflicto bélico (la obligatoria y conmovedora Le silence de la mer).

En cuanto a El confidente (Le doulos, 1962), nos enfrentamos al filme de gángsters favorito de Martin Scorsese y la trama favorita de Quentin Tarantino. Sobria y desmesurada al mismo tiempo, se trata de un festival de los sentidos para todo aficionado sincero al crime noir.

3. El salario del miedo (Le salaire de la peur, 1953), de Henri-Georges Clouzot

Esta película es muy conocida, pero menos todavía de lo que merecería serlo. Se trata de un filme de suspenso rodado con un estilo pseudodocumentalista, una falsa pátina de cinema verité que funciona a la perfección, hasta el punto de que su modernidad causa asombro en cuanto se sabe que fue rodada en 1953: uno diría que no se hizo hasta por lo menos diez años más tarde. La trama parece gringa: una cuadrilla de desarrapados son contratados para conducir un cargamento de nitroglicerina a través de una jungla sudamericana sin ninguna medida de seguridad. Con esa premisa, Clouzot construye una tensión casi insoportable. Seguramente también sea el título más recordado de su protagonista, Yves Montand, y de un director que dos años después pudo mirar frente a frente a Hitchcock sin ceder un solo paso con su Les Diaboliques.

4. Mesrine (2008), de Jean-François Richet

Pocos directores pueden presumir de tener en su haber una película policíaca con la contundencia de este díptico (Instinto de muerte y Enemigo público número 1) sobre la vida del aterrador gángster Jacques Mesrine. El debut de su director en Hollywood con el tibio remake de la mítica Assault on Precinct 13 de John Carpenter no hacía prever que Richet retornaría a su patria para filmar en 2008 esta apabullante doble obra, tal vez el mejor trabajo del carismático Vincent Cassel, quien ganó 20 kilos para encarnar al personaje en su etapa más decadente: por este mismo motivo, la película se rodó en cronología inversa a lo largo de nueve meses seguidos. El resultado es un clásico instantáneo que hiela la sangre por su contenido y por la precisión de su montaje. Sólo avisar que a veces Mesrine parece más cerca del cine de terror que del policíaco debido a la certeza de que la hiena retratada en el filme existió realmente.

5. Cien mil dólares al sol (Cent mille dollars au soleil, 1963), de Henri Verneuil

Verneuil es un referente ineludible del cine de género negro: suyas son la hermosa Mélodie en sous-sol y la archiconocida y no menos hermosa El clan de los sicilianos (1969), ambas reuniendo a los dos actores franceses más famosos de todos los tiempos, Jean Gabin y Alain Delon.

En medio de ambos títulos, este director nacido en Turquía rodó un intenso híbrido de correría criminal y aventura por el desierto del Sahara, estos Cent mille dollars au soleil, contando con las otras dos grandes figuras del polar: el rústico y entrañable Lino Ventura y el feo seductor Jean-Paul Belmondo. Muy poco conocida fuera de Francia, puede constituir un buen modo de iniciarse en el cine viril franchute.

6. Dos hombres en la ciudad (Deux hommes dans la ville, 1973), de José Giovanni

La historia de José Giovanni ya es en sí misma de terror: después de la guerra, este errabundo corso se dedicó a la comisión de robos junto a varios miembros de su familia, y en el transcurso de uno de sus atracos se desató un tiroteo durante el cual fallecerían su hermano y su tío. Él fue arrestado y condenado a muerte, pasando varios meses a la espera de su ejecución, hasta que afortunadamente fue conmutada. Años después, saldría libre y se convertiría en escritor, entrando más adelante al mundo del cine como guionista y posteriormente también como director, especializado casi siempre en historias de fugas, cárceles y delincuentes que lidian con la reinserción social.

En 1973 volcó toda su experiencia carcelaria en Dos hombres en la ciudad, de nuevo con Gabin y Delon, cinta en la que éste encarna a un atracador de bancos que trata infructuosamente de volver al camino honesto. Atención: su final es uno de los más terribles y descarnados que he visto jamás.

7. MR 73 (2008), de Olivier Marchal

Este ex policía reconvertido a cineasta ha renovado como guionista y director el polvorín del polar francés. Con 36 Quai des Orfèvres (2004) obtuvo un enorme éxito que lo erigió como nuevo gran cultivador del género: su realismo y habilidad para retratar personajes desesperados se vio apoyado en aquella obra por el buen hacer de Gérard Depardieu y Daniel Auteuil. Pero fue su película siguiente, MR 73 (2008), la que confirmó que nos encontrábamos ante un peso pesado del cine policíaco. Pese a que se inscribe en el subgénero o topicazo del policía desastre y hecho mierda que se regodea en su desgracia y autodestrucción, Marchal consigue que parezca que nunca nos hayan contado una historia así: a ello contribuye también la enorme capacidad empática de Auteuil y su habilidad para hacernos creer el sufrimiento del protagonista. Filme seco y conmovedor sobre un lobo solitario, en la buena línea de Man on Fire (la última obra maestra que nos legó Tony Scott), satisfará las ansias más exigentes de los auténticos fans del cine criminal.

8. Polisse (2011), de Maïwenn

Personalidad inspiradora de El perfecto asesino / El profesional (Léon), la joven realizadora Maïwenn fue enamorada adolescente de Luc Besson cuando éste ya era un curtido treintañero, dando a luz un hijo de él a los 16 años. Inicialmente trabajó como actriz, pero enseguida se encontró también a gusto detrás de la cámara.

Polisse (2011), su tercer filme, propone una fascinante crónica del día a día de la sección policial parisina dedicada a combatir los delitos de abuso infantil. Su enfoque a un material que aparentemente daba para construir un filme policial vira a una perspectiva totalmente fresca y naturalista, y su dirección lo convierte en una fuente de placer visual continua. La película posee tal calidad que ganó el Premio del Jurado del Festival de Cannes ese mismo año, junto a numerosos galardones más. Un largometraje muy emocionante y genuino.

9. Adiós, amigo (Adieu l’ami, 1968), de Jean Herman

Con un guion ingenioso y finísimo del escritor policíaco Sébastien Japrisot, este filme reunió a Alain Delon con el gran actor del cine hard-boiled USA, Mr. Charles Bronson, a quien Tarantino dedicó su Kill Bill y que cuenta con una de las más sólidas filmografías de acción y violencia de los años 70.

La película es una historia de camaradería y traición entre dos bribones del delito, adelantándose a ese subgénero estadounidense llamado buddy movie, del que 48 hours de Walter Hill podría ser el mejor ejemplo.

10. Carlos (2010), de Olivier Assayas

Si hay un director que ha influido en el cine moderno, especialmente en el modo de filmar (desde Tarantino a Aronofsky) es sin duda el parisino Olivier Assayas. Fascinante e irritante, soberbio en todos los sentidos, pocos realizadores pueden presumir de su factura visual y marchamo de qualité. Sus películas casi siempre son híbridos, nunca se encuadran en un solo género: títulos fascinantes como Irma Vep (realizada a mayor gloria de su entonces musa y pareja sentimental, la mesmerizante  Maggie Cheung) o esa obra maestra del cine de acción sin atisbo de acción que es Demonlover, suponen motivo suficiente para no perderse ni uno solo de sus trabajos. En Carlos (2010) se ciñó más al rigor narrativo que demandaba este biopic sobre el famoso terrorista venezolano, apodado El Chacal. El proyecto tomó la forma de una miniserie televisiva de cinco horas y media, pero es cine puro, con un Édgar Ramírez más apropiado que en su encarnación de Simón Bolívar tres años después.

Copyright del artículo © Hernán Migoya. Publicado previamente en Utero.Pe con licencia CC.

Hernán Migoya

Hernán Migoya es novelista, guionista de cómics, periodista y director de cine. Posee una de las carreras más originales y corrosivas del panorama artístico español. Ha obtenido el Premio al Mejor Guión del Salón Internacional del Cómic de Barcelona, y su obra ha sido editada en Estados Unidos, Francia y Alemania. Asimismo, ha colaborado con numerosos medios de la prensa española, como "El Mundo", "Rock de Lux", "Primera Línea", etc. Vive autoexiliado en Perú.
(Avatar © David Campos)