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Cuando Coen es tu apellido

Cuando Coen es tu apellido, la gente hace cosas tan tontas como acudir religiosamente a cada estreno con tu nombre en él, visionar sus películas favoritas rodadas por ti una y otra vez, y efectuar absurdas listas fílmicas como esta.

Vaya por delante que nuestra intención con este improvisado ranking no es sentar cátedra sobre nada. Ya, ya sabemos que tú lo harías mejor, que la número nueve debería estar donde la dieciocho, que la quinta ni siquiera es suya, y que la primera no debería pasar del penúltimo puesto.

Posiblemente sea una de las cosas más divertidas de los rankings; expresar lo poco de acuerdo que se está con quien los efectúa.

Por eso, nos gustaría aclarar, que más que una pole, esta pequeña lista no es sino una guía de introducción, un pasaje gratuito al intrincado y cada vez más extenso “Universo Coen”, pretendiendo simplemente aconsejar al espectador de qué estrategia y orden de visionado puede ser el más recomendable para su gusto.

Es muy posible que varias, muchas, quizás todas, de estas películas pudieran estar perfectamente un poco más arriba o un poco más debajo de lo que lo están, sin que ello alterara en lo más mínimo nuestro centro zen. Por ello, siéntete libre, a la hora de repasar esta lista, de modificar tantos puestos como consideres oportuno.

El orden de las butacas no altera el producto. A no ser que te toque detrás del que mastica palomitas con el sonido de la trituradora de un camión de la basura, que entonces sí.

Si os parece (guiñad el ojo izquierdo dos veces si es que no), empezaremos de abajo arriba, que así queda más bonito.

¿Empezamos? Pues venga.

16. El gran salto (The Hudsucker Proxy, 1994)

Protagonizada por Tim Robbins, y con la inestimable aparición de Paul Newman (dos actores quizás muy poco coenianos), El gran salto parecía presagiar desde su propia traducción un aterrizaje complicado. Igualmente, es muy complicado etiquetar una obra con algo parecido a “la peor de…”, cuando el paradigma en que se incluye, es de tanta, tanta calidad. Así pues, puede que esta película supusiera una pequeña decepción en su tiempo. Quizás porque en ella no se percibe tan claramente esa especia coeniana que sus autores llegarían a destilar y embotellar con tanto acierto. Ese toque de puro arte que abunda en la mayoría de sus obras.

Puede que un tono algo irregular, que parece dejar un poco en el aire los personajes y sus caracterizaciones, tampoco contribuyera a afianzar más arriba en su filmografía esta cinta. Pero como decimos, esto no significa en absoluto que estemos ante una mala película, ni mucho menos. Simplemente, ante una que podría ser la menos buena de un grupo de producciones que cualquier director vivo (o muerto) querría tener en su haber.

15. Valor de ley (True Grit, 2010)

Cuesta un poco condenar al ostracismo un film que cuenta con actores de la talla de Jeff BridgesMatt Damon y Josh Brolin entre otros, máxime, cuando estamos ante una correcta película, de gran factura técnica, que no tiene ningún lastre de importancia. Sin embargo, como ocurre en demasiadas ocasiones con los remakes, la pregunta que tendríamos que hacernos es: ¿era necesaria? ¿Ha aportado un punto de vista distinto u oportuno respecto a la obra original?

En este caso, tendríamos que contestar que posiblemente no. Que pese a ser una buena película, el western que nos ofrecen aquí los hermanos Coen es demasiado rígido, demasiado impersonal como para pensar que este material necesitaba una revisión por su parte. Es este asunto, la ausencia de necesidad, sumada a las altas expectativas que siempre suscitan, relegan este correcto a la parte baja de la tabla.

14. Quemar después de leer (Burn After Reading, 2008)

Es lógico que justo el año después de su apabullante éxito con la película que descubrió por fin definitivamente su filmografía y talento ante el gran público, los hermanos decidieran tomárselo con calma y efectuar un trabajo ciertamente menor, no en medios ni en reparto, pero si en su temática y en la forma de abordarla.

Las apuestas estaban demasiado altas, y el resultado fue nuevamente una pequeña decepción. Burn after Reading es, como ocurre con alguna otra de sus obras, más una película llena de cosas interesantes que una película interesante. Su problema es que no termina de asentarse en un tono concreto, y que no todos sus personajes funcionan. Es el caso de Pitt, que haciendo un buen personaje, no tiene esa fuerza cómica que hubiera hecho que otro actor de virtudes distintas lo elevara realmente a otro nivel. No ocurre igual con George Clooney, actor fetiche para el elemento cómico en las películas de los Coen, quien entrega aquí un personaje absolutamente redondo. Por otra parte, son las escenas en las oficinas de la CIA, especialmente la última, las que contienen un mayor grado de calidad y humor sin filtros. Una absoluta delicia. Lástima que no sean una constante a lo largo de una película que contiene demasiados altibajos.

13. Crueldad intolerable (Intolerable Cruelty, 2003)

Crueldad intolerable es una agradable y divertida comedia romántica. Algo que puede ser fantástico de por sí, pero que suena un poco demasiado convencional dentro de una filmografía como la de los Coen. Es lo que tiene trabajar por encargo, sobre todo en unos autores que normalmente suelen escribir de forma completamente autónoma sus propios guiones.

Tenemos por un lado a un divertidísimo George Clooney (no tanto como en el resto de sus papeles bajo la batuta de estos dos directores, pero bastante cómico), a una arrebatadora Catherine Zeta-Jones, y completando la mezcla, a unos acertados Geoffrey Rush y Billy Bob Thorton. El único problema, dando por hecho que es una obra menor y desenfadada dentro de su carrera, es que la película resulta impersonal en exceso para unos creadores que suelen entregar cine de autor sin atenerse a ninguna demanda. Con todo, puede que sea una de las películas del genial tándem que más guste al gran público en general.

12. Arizona Baby (1987)

Con mucho camino por recorrer todavía, en su segundo trabajo como directores, los Coen entregaron una película repleta de ese humor inclasificable que más adelante llegarían a destilar y depurar de manera sobresaliente en obras de mayor calado que esta Arizona Baby. Una cinta que ya tiene muchos de los rasgos, tics y manías que llegarían a convertirse en marca de la casa (el mal encarnado en un personaje, los secuestros, los enredos entre diferentes tramas que convergen en una…), pero que resultan en una mezcla que pese a tener todos los ingredientes, no está todavía en su punto. Un diamante poco pulido que en posteriores entregas llegaría a brillar en todo su esplendor. Pero nos quedamos con el bigote y las camisas de Nicolas Cage.

11. Ladykillers (2004)

De nuevo estamos ante un remake, solo que en este caso, se nos antoja muchísimo más oportuno y acertado que el de True Grit. Un Tom Hanks sencillamente colosal se echa la película a la espalda, ofreciendo un esperpento tan alocado como divertido. Las carcajadas están a la orden del día, siempre que uno disfrute de forma sana del más refinado humor negro. Así, este quinteto de la muerte alcanza momentos realmente brillantes, de comedia pura, pero que en última instancia, no apunta tan alto como las mejores obras de estos directores. Aun así, se sitúa en una franja notable, en la que si acaso se le puede exigir más que criticar realmente.

10. Un tipo serio (A serious man, 2009)

Una película de herencia claramente cervantina, repleta de simbolismos, de pequeñas historias dispuestas como matrioskas, muñecas rusas que encierran una trama dentro de otra y así sucesivamente. Un ejercicio de estilo narrativo, tan fascinante como imperfecto, pero a nuestro parecer, imprescindible.

Muchos dirán que la historia de Larry Gopnik es que no hay historia. Y muchos se equivocarían tanto como acertarían. La tragedia del hombre de a pie es que no hay tragedia. El problema de la vacuidad es que llega a trascender a lo largo de toda una vida plagada de preguntas que no obtienen respuesta porque no se supone que deban tenerlas. Hay tramas realmente bien hilvanadas en esta película, si bien ninguna termina de encontrar su camino totalmente. Pese a ello; fascinante.

9. A propósito de Llewyn Davis (Inside Llewyn Davis, 2013)

Como suele ocurrir, las cosas solo se ven de forma objetiva cuando el polvo del tiempo se posa sobre ellas. En este caso estamos ante una obra demasiado reciente quizás como para incluirla con pie firme demasiado arriba en una teórica lista de mejores películas de los Coen.

Sin duda, hay verdadero talento en ella. Y lirismo, y buena música, y humor, y un mensaje realmente acertado de día a día, de círculo sin fin en el camino del artista.

El último trabajo hasta la fecha de los hermanos Coen puede escalar posiciones con el paso de los años, una vez que los nuevos visionados vayan revelando nuevas lectura en su estructura. Solo es cuestión de tiempo.

8. O Brother! (2000)

Comedia y más comedia, esta vez repleta de simbolismo, pero sin dejar que los visos de trascendencia lírica sepulten el más puro absurdo, el esperpento máximo encarnado por un Clooney que está sencillamente sensacional. En alguna ocasión, los hermanos han declarado que siempre piensan en él para interpretar papeles de gañán, de hombres ridículos, y viendo a Everest Ulysses, no queda si no darles la razón, y agradecer que George Clooney tenga un ego tan flexible y resistente al ridículo. Unos histriónicos Turturro y Blake Nelson completan un trío realmente peculiar, que irá recorriendo la América profunda a ritmo de folk en busca de la libertad. Una banda sonora de relumbrón, y algunas de las mejores escenas cómicas de su filmografía, reafirman una notable película.

7. Sangre fácil (Blood Simple, 1984)

Llegamos a los puestos de honor con el reconocimiento de la dificultad añadida que tiene dar con la tecla ya desde tu primerísimo trabajo. Algo que no es nada sencillo. Puede que Sangre fácil no entre en el Olimpo de sus mejores trabajos, pero esta película de puro género negro, es un trabajo hipnótico, claustrofóbico y asfixiante, con una estética que destila un buen gusto innegable desde la sencillez y el talento.

Supuso su primer trabajo con una de sus actrices fetiche (normal, ya que al final todo queda en casa): Frances McDormand. Cine independiente, cine de autor, con ese algo tan puramente Coen ya palpable desde su mismo inicio. Especialmente destaca su magnífico final. Declaración de intenciones. Una pequeña joya.

6. No es país para viejos (No country for old men, 2007)

Sí, fue una de las películas del año, aquella de la que todos hablaban, favorita para los premios de la academia, en los que arrasó, y que supuso un rotundo éxito de público y crítica, cosechando cifras propias de un blockbuster pero sin renunciar a la calidad artística de una gran obra maestra. Un reparto absolutamente magistral, repleto de elecciones soberbias, encabezadas por un Bardem mágico, aterrador e irreconocible, al que siguen de cerca unos magníficos Woody HarrelsonJosh Brolin o Tomy Lee Jones.

La novela de Cormac McCarthy no pudo elegir una mejor adaptación a la gran pantalla. Para el recuerdo quedan sus grandes escenas de enorme fuerza visual, muchas de ellas protagonizadas por Bardem, así como sus brillantes diálogos, y su uso magistral del arte de insinuar sin llegar nunca a mostrar (Bardem se limpia los pies sobre la esterilla de la puerta de entrada para la eternidad, y beber cerveza junto a una piscina nunca sabremos a qué llevó realmente). La belleza del desierto y del medio oeste americano golpean con la fuerza de un martillo en un trabajo sencillamente hipnótico.

5. Barton Fink (1991)

Podría decirse que la muy artística Acerca de Llewyn Davis tuvo un claro precedente aquí, aunque en esta ocasión los Coen se adentraron en el complejo y cerebral (¿neuronal?) mundo del escritor. Un mundo que nos les resultaba nada extraño, fruto de lo cual, surgieron algunos temas fundamentales. El escritor y el bloqueo creativo, el escritor y la trascendencia, el escritor y la muerte. Una historia tan sofocante en algunos tramos como hipnótica, que cuenta con una de las mejores actuaciones ejecutadas jamás por John Turturro, y con un John Goodman sencillamente sensacional. Una película que gana más y más con cada visionado, y que nadie debería perderse. Sencillamente perfecta.

4. El hombre que nunca estuvo allí (The Man Who Wasn´t There, 2001)

Entramos ya en las más absolutas obras maestras. Películas con un acabado simplemente magistral, que marcan la diferencia entre el buen cine y el que te deja sin habla. El hombre que nunca estuvo allí es una de estas últimas. Quizás por eso su protagonista hable tan poco.

Una película magistral, un ejercicio primoroso de gran literatura, con una voz en off que narra la historia de cada hombre nacido en el centro de la nada. Muchas veces han intentado Ethan y Joel Coen contar esta historia, la del hombre normal envuelto en circunstancias especiales. El hombre común, aburrido, monótono, rutinario, arrancado de su existencia. Nunca, y seguramente jamás lo hagan, han conseguido acotar y pulir con tanta maestría dicho concepto como en el personaje de Billy Bob Thorton. Obra de arte.

3. Muerte entre las flores (Miller´s Crossing, 1990)

En unos directores tan versátiles y polivalentes, que han tocado de igual manera la comedia, el thriller o el esperpento, no podía faltar un claro homenaje a uno de sus géneros favoritos; el negro.

Muerte entre las flores es una de las grandes obras del género negro de los años cuarenta, solo que entregada medio siglo después. El primer gran éxito de los Coen como película completa de acabado artesano, supuso un brillante ejercicio de gran cine en el que tenían buena parte de culpa las magníficas interpretaciones de Marcia Gay HardenGabriel Byrne y Albert Finney.

Tom, el matón cínico, duro como el clavo de un ataúd, ingenioso y de pocas palabras, buscó en su corazón de la mejor manera que pudo la forma de llegar al del espectador. La acertadísima música de Carter Burwell le ayudó a conseguirlo.

2. Fargo (1996)

Posiblemente, Fargo sea LA película. La obra más genuina, más esencial, mejor acabada, más completa y definitoria de todas cuantas habitan esta lista. La película perfecta de los Coen, la historia más redonda, la que debería definirles como cineastas. La única capaz de conseguir su propia serie de televisión del mismo nombre y arrasar casi veinte años después.

Fargo es un estado mental. William H. MacyFrances McDormandPeter Stormare y Steve Buscemi, consiguieron dar vida a una de las cintas más interesantes de los últimos 25 años. El auténtico thriller americano descansa sobre una enorme mancha roja sobre la nieve. Si nunca has visto una sola película con el nombre de los hermanos estampado en ella, deberías empezar por aquí. Si la música de Carter Burwell no te pone los pelos de punta, si no contienes la respiración ante la nieve infinita de la América profunda, es que decididamente te has equivocado de barrio cinematográfico. Múdate pronto.

1. El gran Lebowski (The Big Lebowski, 1998)

Hay ocasiones en que algunas películas se convierten en algo más que una película. Un recuerdo familiar, una filosofía de vida, una religión.

El gran Lebowski tiene ese “algo” mágico de película generacional, de icono de culto reverenciado por unos pocos que mantienen la llama viva para que esta se mantenga, y quizás con suerte, incluso se difunda.

Lo que Ethan y Joel entregaron aquí, era más que una película. John GoodmanSteve BuscemiJohn Turturro y Jeff Bridges desaparecieron para siempre, dejando paso a Walter, Donny, Jesús y El Nota. Personajes cortados con bisturí, perfectamente delimitados. Reales, tridimensionales, independientes. Únicos.

Escena tras escena, diálogo tras diálogo, la vida de estos personajes se hilvanan entre sí una y otra vez, enredándose, haciéndose más complejas, enrevesadas, ricas y absurdas. Como la vida misma. La alfombra del Nota desapareció para no volver nunca más, dando lugar a un universo propio, que tomó vida propia, como un ente particular y perfectamente funcional, en el que todo puede y debe pasar. Si sabes lo que pasa cuando le das por culo a un desconocido, si conoces de memoria la receta del ruso blanco, si mandar callar a Donny es cuestión de tempo, si buscas tus hamburguesas en el In&Out, posiblemente ya sepas, que sus diálogos son adictivos, que nadie toca los huevos a Jesús, que Smoky es un pacifista, que los nihilistas son unos putos aficionados, y que Brad no puede mirar o tiene que pagar también.

Si es tu caso, amigo mío, lo tuyo no tiene cura. Pero tranquilo; no estás solo. La revista Cinemanía ha elegido recientemente las cien mejores comedias de la historia, y adivina que tío con barba empapada de alcohol, gafas de sol y bata está en la primera posición. Sí señor, El gran Lebowski está considerada por muchos como la mejor comedia de la historia del cine. Pero como diría el Nota “Bueno, eso es lo que tú opinas, tío”. Como para pensar lo contrario.

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David Hernández Ortega

David Hernández Ortega (Cádiz, 1986), escritor, articulista y filólogo. Vinculado profesionalmente al mundo del cómic y la literatura desde 2012, ha trabajado con las principales editoriales de cómics de España: entre otras, Planeta DeAgostini, ECC Ediciones, Salvat o Panini Comics. En el ámbito universitario ha impartido distintos talleres sobre literatura y cómic, y ganado diversos premios literarios, entre los que destacan el Primer Premio Universitario Andaluz XXII El Drag y el Primer Premio Universitario de la Universidad de Cádiz Biblioteca UCA durante dos años consecutivos. Ha sido publicado en distintas antologías y revistas. Su obra ha sido traducida a varios idiomas, entre otros el inglés, francés o portugués. Es articulista y corrector de Panini Comics desde 2017.