Me gustan mucho las parodias, siempre que sean voluntarias: las últimas películas de James Bond se toman tan en serio a sí mismas que ya parecen hechas para un público que jamás haya asistido a ese tipo de cine, hasta el punto de que contemplar en Spectre a Daniel Craig tratando de desembarazarse de una silla de tortura robótica con artimañas de manual que ya habían agotado los seriales de hace cien años, como si nunca lo hubiéramos visto antes, constituye uno de los momentos más hilarantes sin querer que ha proporcionado el subgénero “serio” de espionaje.
Sin duda, Craig aporta uno de los mejores Bond que haya habido en la pantalla, pero sólo ha hecho una buena entrega (la superior Casino Royale, la única de su ciclo dirigida por un artesano y no por un “autor”) y está pidiendo a gritos que algún Bond anterior le enseñe a seducir. Nosotros, de momento, vamos a enseñar unas cuantas películas divertidísimas que parodian adrede el cine de espías y agentes secretos, con permiso del insoportable Rowan Atkinson.
1. El Superagente 86
Imposible no empezar mencionando Get Smart (1965-1970), la sensacional serie de TV creada por Mel Brooks y Buck Henry, con Don Adams y Barbara Feldon bordando sus papeles del disparatado Maxwell Smart y la Agente 99. Un festival de risas para los niños de entonces. La imagen del superagente con su zapatófono pegado a la oreja es un clásico. Nunca olvidaré el episodio en el que los malos trataban de introducir una muñeca-bomba que además hablaba. Su frase “Hola. Me llamo Mary Lou. No me gustan los niños progres”, tal como se tradujo en España, se convirtió en una muletilla infantil que todavía utilizo cuando me presentan a alguien que no me cae. Steve Carell hizo una graciosa y olvidable revisitación en 2008.
2. Flint, agente secreto
Pierce Brosnan me confesó en una rueda de prensa que su verdadera inspiración para afrontar el personaje del agente 007 fue en realidad el protagonista de una de sus mejores parodias: James Coburn. Yo me había dado cuenta de que ambos compartían el mismo tipo de andar desgarbado y relajo de brazos, el mismo brillo en los ojos y actitud suave ante las mujeres y la misma risa felina y arrogante de dientes amplios. Brosnan se quedó sorprendido ante mi comparación y confirmó que Coburn había sido su héroe de infancia precisamente en Our Man Flint (1966) y In Like Flint (1967), tituladas en Sudamérica Flint, peligro supremo y Flint, misión insólita; y en España, Flint agente secreto y F de Flint.
Se trata de las parodias más sólidas y disfrutables que la industria anglosajona aportó en medio del furor desatado por la moda Bond primigenia. Coburn añadió su interés real por las artes marciales y un regodeo de vividor que retroalimentaría, como hemos visto, las siguientes encarnaciones del Bond original, especialmente la del inolvidable Roger Moore.
Dean Martin también participó de dicha moda encarnando cuatro veces al agente secreto Matt Helm, pero para mí los resultados son mucho más endebles.
3. 07 con el 2 delante
Mi película catalana favorita. En 1966 el director especializado en serie B, Ignacio F. Iquino, antes de que la muerte del dictador Franco le permitiese centrarse en cine de sexplotación, dirigió este prodigio del absurdo (es casi más absurda que el Alphaville de Godard, ahí es nada) guionizado por Armand Matias Guiu, un gran autor todoterreno (guionista radiofónico, dramaturgo, creador de los Diálogos para besugos), y protagonizado por el gran cómico Cassen (protagonista también, cinco años antes, del clásico Plácido de García Berlanga).
El enfoque español, como casi siempre, es el de un despistado antihéroe cotidiano (el camarero Jaime Bonet, nada sutil traslación al castellano/catalán de James Bond) al que confunden con un letal espía internacional, envuelto sin querer en la persecución de un microfilme oculto en una pelota de fútbol. Ingenio sin fin para sortear la falta de presupuesto y golpes de humor para morirse de la risa, como la acojonada entrada de Bonet en una misteriosa casa que descubre invadida por una familia de gitanos. Otra de esas joyas escondidas del cine pop que el establishment cultural español ha menospreciado siempre.
4. Modesty Blaise
Es una pena que un personaje tan maravilloso como éste, mucho más carismático que una mera Bond femenina, haya tenido tan mala suerte en sus traslaciones al cine: en realidad, fue creado en los años 60 como heroína de historieta en aventuras dignas de Ian Fleming por el guionista y escritor Peter O’Donnell, y constituye mi tira de cómic favorita. Modesty es una espía implacable y una mujer independiente, y las tramas en las que se ve envuelta están desarrolladas con un alto nivel de autoexigencia argumental.
El filme de 1966 dirigido por Joseph Losey y protagonizado por Monica Vitti es estupendo como himno camp, pero por desgracia no se toma en serio las posibilidades épicas del personaje, centrándose en las satíricas. En 2004, Quentin Tarantino fue productor ejecutivo de una nueva versión directa a DVD, por apurar el tiempo que le quedaba como detentador de sus derechos, pero el resultado fue demasiado discreto. A ver si alguien se anima a darle a esta espía letal el lugar en la gran pantalla que la calidad de sus historias exige.
5. Le Magnifique
Un escritor de novelas baratas de espionaje sueña en la miseria de su departamento con encarnar él mismo al todopoderoso protagonista de sus historias para seducir a la vecinita de enfrente: nada menos que Jean-Paul Belmondo y Jacqueline Bisset en la cumbre de sus bellezas protagonizan este modernísimo y burlón thriller autoparódico de 1973 (retitulado en España con un explícito e interminable Cómo destruir al más famoso agente secreto del mundo), lleno de hallazgos de metalenguaje que luego copiarían decenas de películas.
Belmondo muestra a sus 40 años una musculatura que no se pondría de moda hasta la siguiente década y Bisset está deliciosa como sueño inalcanzable de cualquier obrero. Philippe de Broca hizo un trabajo excelente tras la cámara, con un tono justo de desenfado y moderneo.
6. Austin Powers
Casi veinte años hace ya que Mike Myers sorprendió con esta parodia a destiempo de los filmes de Bond en clave hípster sesentas. Tras robarnos el corazón adolescente con su fundamental comedia Wayne’s World, el cómico canadiense volvió a triunfar con esta imaginativa trilogía (Austin Powers: International Man of Mistery de 1997; Austin Powers: The Spy Who Shagged Me de 1999; y Austin Powers in Goldmember de 2002), todo un festival de diversión y risas, con un recuperado Michael York (el de Cabaret) haciendo de paciente jefe. Ojo: el mítico Mini Yo no debutó hasta la segunda entrega.
7. Dachimawa Lee
Mi director coreano predilecto, Ryu Seung-wan, dirigió esta desmesurada parodia, muy en la línea Austin Powers pero todavía más kitsch y con el dinamismo de una action movie frontal, protagonizada por un pelagatos bajito que se las da de fabuloso agente y seductor. Coloridísima y dirigida con pulso y brío, sus toques absurdos la hacen a veces insoportable para el espectador occidental poco adiestrado. Tronchante la secuencia en la que un moribundo se ahoga en los mocos y saliva de la persona que lo está llorando en su regazo.
8. OSS 117
Antes de llevarse cinco Oscar en 2001 con The Artist, el parisino Michel Hazanavicius dirigió dos parodias de espías tan inteligentes, osadas y divertidas que jamás podrían haberse llevado ningún Oscar.
En El Cairo, nido de espías (2006) y Perdido en Río (2009), su director parodia al héroe de más de 250 novelas francesas “serias” de espionaje y acción que se adelantó en cuatro años al Bond de Ian Fleming: Hubert Bonisseur de La Bath, de nombre clave OSS 117.
En esta doble versión fílmica, Hazanavicius da sendas lecciones de cine al imitar el modo de rodar de los años 50s y 60s, respectivamente, abordando convenciones de género con un sentido del humor que va de la brocha gorda a la ironía más sutil.
Incluye chistes sobre judíos sin empacho y hasta se permite subrayar el colaboracionismo de muchos franceses con la ocupación nazi durante la II Guerra Mundial. Ah, y Jean Dujardin está perfecto como agente secreto abiertamente sinvergüenza, reaccionario y machista.
Dos lecciones de cine puro, de lo mejorcito y más moderno que he visto nunca.
9. Spy: Una espía despistada
Hay que reconocerle al tándem formado por el director/guionista Paul Feig y la actriz Melissa McCarthy que sabían lo que estaban haciendo cuando se animaron a abordar esta parodia con todos los clichés de género (en el sentido más amplio del concepto). Feig se sabe al dedillo los tópicos del cine de espías y McCarthy sabe hacer reír al público y reírse de ella misma. Una propuesta dinámica y lograda en su mayor parte, con el concurso además de dos machos alfa que saben también caricaturizarse: Jason Statham y Jude Law, este último ridiculizando el rol de James Bond hasta convertirlo en lo que probablemente sería en la vida real: un cretino sexista integral.
10. Anacleto: Agente Secreto
El espía español más famoso, procedente de los cómics humorísticos del genial Vázquez, por fin ha tenido una encarnación digna en esta reciente adaptación (de 2015) a manos del director Javier Ruiz Caldera.
Con el carismático Imanol Arias en el papel principal, este Anacleto es un espía a la antigua, que fuma como un carretero y que verá llegado el momento de retirarse y pasarle el testigo a su hijo Adolfo, encarnado por uno de los mejores actores actuales del panorama ibérico, Quim Gutiérrez, especialmente brillante en papeles como éste, abiertamente cómicos.
La cinta contiene una primera hora desternillante, gracias a la gracia de sus solventes actores (como la incomparable Rossy de Palma), a la química que transmiten Gutiérrez y Arias, y a un guion que no se corta a la hora de ser políticamente incorrecto. Los últimos veinte minutos flojean porque se quedan sin presupuesto y sin personajes. Pese a todo, una excelente comedia y una buena muesca en el historial de parodias memorables del cine de espías.
Copyright del artículo © Hernán Migoya. Publicado previamente en Utero.Pe con licencia CC.