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Crítica: «Zodiac» (David Fincher, 2007)

Hay pesadillas para las que hace falta un buen guionista. Los crímenes del asesino conocido como Zodiac forman parte de esa categoría. Rebuscado, presuntuoso y extraordinariamente inteligente, Zodiac logró algo que pocos criminales en serie consiguen: una formidable atención mediática y el absoluto despiste de la policía.

De eso trata el guión de James Vanderbilt, puesto de forma impecable en imágenes por David Fincher. Escrito con inteligencia, el libreto viene a ser una versión de dos apasionantes libros de Robert GraysmithZodiac (1986) y Zodiac Unmasked: the Identity of America’s Most Exclusive Serial Killer (2002).

A Graysmith lo conocen los aficionados a la criminología por su temprana vinculación al caso. Cuando se dio a conocer el primer asalto –dos adolescentes tiroteados en un aparcamiento el 4 de julio de 1969–, nuestro hombre trabajaba como caricaturista en el San Francisco Chronicle. Su obsesiva búsqueda del criminal arruinó su vida familiar, pero le condujo a la fama como autor de libros.

En la película de Fincher, Graysmith es encarnado por un soberbio Jake Gyllenhaal. Sin duda, es quien llega más lejos en la investigación. Gracias a él, descubrimos intrincados detalles acerca de ese criminal que actuó en el norte de California, y que acabó con la vida de cinco personas (la cifra no incluye los heridos ni la treintena de víctimas no probadas) en lugares como Vallejo, el lago Berryessa, Benicia y San Francisco.

¿Su particularidad frente a otros depredadores igual de sanguinarios? Una enfermiza propensión a los acertijos. Igual que Jack el DestripadorZodiac envió numerosas cartas a la prensa, pero las adornó con charadas y criptogramas que le permitían lucir su ingenio. Una habilidad, por cierto, que compartía con el dibujante interpretado por Gyllenhaal.

Pese a su destacada presencia en la trama, Graysmith no es el único personaje real que aparece en este excelente largometraje. El responsable de la sección de sucesos del periódico, Paul Avery es revivido con picardía y tono autodestructivo por Robert Downey Jr. El acierto de casting es indudable: el verdadero Avery, como Downey, era un tipo brillante, cínico, con gustos de dandy, pero demasiado propenso a caer en las tentaciones nocturnas. Quizá por ello fue uno de los más afectados por las actividades del homicida.

Dos inspectores llevaron el caso, y no podemos ignorar su entrega. Me refiero a Dave Toschi (Mark Ruffalo) y a William Armstrong (Anthony Edwards). Pese a que ambos tenían experiencia y una clara intuición, Zodiac les llevó siempre la delantera, como si lo suyo fuera un espectáculo de Grand Guignol sin un final feliz.

Hablamos de Zodiac como un criminal clásico, pero el auténtico Toschi no le va a la zaga. A decir verdad, este inspector pertenece al grupo de los policías legendarios, y su reputación todavía es un tema de charla en numerosas comisarías norteamericanas. En la actualidad, es el respetado (y anciano) vicepresidente de la compañía North Star Security Services, pero hubo un tiempo en que Toschi sembró el pánico entre los delincuentes locales. Steve McQueen se inspiró en él para interpretar Bullitt (1968), y los creadores de Harry el sucio (1971) reconocieron que éste era un calco de Toschi. Incluso Steve Keller, el personaje al que interpreta Michael Douglas en la teleserie Las calles de San Francisco (1972), es un homenaje a este justiciero urbano, que en la cinta de Fincher halla un retrato más equilibrado.

En la película, al igual que sucede con los libros de Graysmith, el espectador es conducido a conclusiones probables, y también a varios callejones sin salida.

¿Sospechosos? Hay más de uno. Pero les adelanto un detalle menor: quien perturba en mayor medida al público es Arthur Leigh Allen (John Carroll Lynch). Admirador, como el propio Zodiac, de la película El malvado Zaroff (1932) y del relato en que ésta se inspira –¿lo recuerdan? Trata de un aristócrata aficionado a cazar seres humanos–, Allen se nos presenta como una de las claves más tortuosas de una endemoniada investigación, que atrapa sin remedio a quien la sigue.

Detesto comentar en profundidad el argumento de un thriller, porque en ocasiones así uno corre el riesgo de arruinar sus sorpresas. Pero este caso es distinto. El rigor documental de Fincher convierte su película en una fiel reproducción de cuanto realmente sucedió. De ahí que pueda ser interesante acudir al cine conociendo su contexto por adelantado. (No teman ni abandonen la lectura: evitaré los consabidos spoilers).

Con una fotografía impecable, sumamente atmosférica –Fincher emplea una cámara de alta definición Thomson Viper Filmstream para el Technicolor–, y una dirección artística de primera categoría –no esperaba menos de Donald Graham Burt–, Zodiac consigue hacernos creer que hemos vuelto a los años setenta. Recorriendo esa evocadora escenografía, Graysmith, Avery y Toschi se adentran en un misterio clave en la cultura pop de la época.

El asesino del Zodiaco actuó entre diciembre de 1968 y octubre de 1969, y a tono con su tiempo, adquirió un perfil posmoderno. Así lo creen el creador de perfiles criminales Michael D. Kelleher y el psicólogo David Van Nuys, autores de uno de los ensayos definitivos sobre el tema, This Is The Zodiac Speaking. Into the Mind of a Serial Killer (2002).

Son muchos los detalles que confirman esa cualidad. Aunque se dice que su apodo proviene de la marca de un reloj, es posible que el asesino tomara dicho seudónimo de un oscuro médium y villano, el Dr. Zodiac, que aparece en la película Charlie Chan At Treasure Island (1939), de Norman Foster.

Su símbolo predilecto –una cruz insertada en un círculo– podría representar, sencillamente, una diana, pero no hay que descartar alguna referencia esotérica. En todo caso, el criminal quería que los californianos lucieran pins con ese distintivo.

A buen seguro, Zodiac estuvo encantado con el interés que despertó en Hollywood. En 1971, con la investigación de Toschi en curso, se estrenó El asesino del zodiaco, una especie de falso documental –pura exploitation–, obra de Tom Hanson.

Pocos meses después, Clint Eastwood, en la piel de Harry Calahan (como ya vimos, otro avatar del inspector Toschi), liquidaba en Harry el sucio a un criminal llamado Scorpio (Andrew Robinson), muy similar a Zodiac en sus métodos. El éxito de la fórmula originó un sinnúmero de imitaciones, tanto en el cine como en la pequeña pantalla.

De momento, la de Fincher es la más reciente y cuidadosa aproximación a un caso que tuvo un expediente atiborrado de casi todo, pero que parece destinado a sustentarse con sospechas hechas de casi nada. En cierto modo, el inspector Toschi parece hacer suyo aquel proverbio que se cita en Crimen y castigo: “Ni cien conejos hacen un caballo ni cien conjeturas hacen una evidencia”.

Sinopsis

Es el caso sin resolver por antonomasia. El comportamiento violento y destructivo de un loco que nunca ha sido atrapado; el escurridizo asesino de los mensajes cifrados que aterrorizó a la nación, el Jack el Destripador norteamericano. Se responsabilizó públicamente de 13 víctimas, luego de más, dos docenas más. La policía le atribuyó siete, cinco muertos. Puede que nunca se sepa el auténtico número de muertos. Una cosa es cierta: ese número incluye a los vivos.

Basado en la historia real de un asesino en serie que aterrorizó al área de la Bahía de San Francisco y se burló de las autoridades en cuatro jurisdicciones con sus claves y sus cartas durante décadas, Zodiac es un thriller de David Fincher, director de Seven y El club de la lucha.

Dar caza al cazador se convertiría en una obsesión para cuatro hombres, una obsesión que los convertiría en fantasmas de lo que eran antes, sus vidas construidas y destruidas por el innumerable rastro de pistas del asesino.

De los cuatro, Robert Graysmith (Jake Gyllenhaal) era el factor impredecible.

Graysmith, un tímido dibujante de chistes, no tenía la distinción ni la pericia de su experimentado y cínico colega Paul Avery (Robert Downey Jr.), el reportero estrella en temas policiales del San Francisco Chronicle. No tenía los contactos de Avery con el célebre y ambicioso inspector de homicidios del Departamento de Policía de San Francisco, Dave Toschi (Mark Ruffalo), y su discreto y meticuloso colega, el inspector William Armstrong (Anthony Edwards). Lo que sí tenía era una perspicacia crucial que nadie esperaba. La demostró por primera vez el 1 de agosto de 1969.

Una Carta al Director escrita de manera rudimentaria llegó en el montón de correo diario. Era una de tres escritas al Chronicle, al San Francisco Examiner y al Vallejo Times-Herald, y su contenido dejó paralizadas las salas de redacción.

“Estimado director, soy el asesino…» de David Faraday y Betty Lou Jensen, muertos a tiros el 20 de diciembre de 1968 en Lake Herman Road en Solano County y del asesinato a tiros de Darlene Ferrin y el intento de asesinato de Mike Mageau el 4 de julio de 1969 en el aparcamiento del campo de golf de Blue Rock Springs en Vallejo. No les mencionaba por su nombre, pero daba una precisa lista de detalles que sólo la policía podía conocer. Cada periódico recibió parte de un mensaje cifrado que, al ser descifrado, supuestamente revelaría su identidad. A eso le siguió una amenaza – o lo publican o habrá más muertos. Ningún asesino desde Jack el Destripador había escrito a la prensa ni se había burlado de la policía con pistas sobre su identidad. Zodiac había puesto muy alto el listón de los psicópatas asesinos en los Estados Unidos. Una pareja de Salinas descifró el mensaje. Pero fue Graysmith, un entusiasta de los mensajes cifrados, el que descifró su intención oculta, una referencia a la película de 1932 The Most Dangerous Game.

Siguieron más cartas y amenazas. El 27 de septiembre de 1969 Zodiac actuaría de nuevo, encapuchado y armado con una pistola y un cuchillo de monte, apuñalaría hasta matarla a Cecilia Ann Shepard y dejaría por muerto a Bryan Hartnell mientras la joven pareja estaba de picnic en el lago Berryessa en el condado de Napa.

Un mes más tarde, el 11 de octubre, el asesino había vuelto a San Francisco. El taxista Paul Lee Stine fue asesinado de un tiro en la nuca en el elegante barrio de Presidio Heights. Tres días más tarde llegó una quinta carta, la más inquietante de todas: Zodiac le decía a la policía que lo podían haber atrapado esa noche. Peor aún, los escolares estaban en el punto de mira de su pistola. Los liquidaría cuando bajaran del autobús escolar. San Francisco era literalmente una ciudad aterrorizada.

Sin querer, Zodiac había convertido a los detectives Toschi y Armstrong y al reportero Avery en celebridades de la noche a la mañana.

Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

Copyright de imágenes, sinopsis y nota de prensa © Warner Bros, 2007. Reservados todos los derechos. Cortesía de Warner Bros Pictures-Publicity Dept.

Guzmán Urrero

Colaborador de "La Lectura", revista cultural de "El Mundo". Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador habitual de las páginas de cultura del diario ABC y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.

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