No es precisamente una gran película, pero puede valer como entretenimiento. Y eso, en estos días, ya es más de lo que nos ofrecen producciones con más empaque y solemnidad.
El cierre de la trilogía Venom puede ser criticado de mil maneras. Para empezar, tiene un montaje más frenético y embarullado que consistente, un guion menos divertido de lo que debería y una puesta en escena que, por supuesto, no pasará a la historia del cine de superhéroes.
Sin embargo, el espectador que se tome el asunto con ligereza, hallará en esta película de Kelly Marcel momentos de diversión y un espíritu que a uno le recuerda el cine de superhéroes preDisney. Me refiero a aquellas cintas de la era Blade y X-Men, ejecutadas con rapidez y discreción.
Uno comprende que, tomando como punto de partida el universo Marvel, es posible hacer obras maestras (pocas), filmes fascinantes e incomprendidos (menos) o narraciones genéricas que, como ocurre en este caso, van del punto A al punto B cumpliendo con profesionalidad su cometido. Que no es otro que hacernos olvidar la vida real con persecuciones y artificios digitales, peleas y personajes a los que podemos tomar cariño.
En el fondo, el cómic, desde hace décadas, nos ha acostumbrado a una oferta similar. Y no digamos ya la serie B (por mucho que ahora utilicemos este término para hablar de productos sumamente caros).
Un divertimento inofensivo
Tras el pésimo desempeño de Madame Web, la nueva aventura de Venom sube unos cuantos escalones en el panteón arácnido y se sitúa en la media alcanzada por Venom: Habrá Matanza.
Hay aquí elementos entrañables, como esa familia hippie, encabezada con su habitual solvencia por Rhys Ifans, que se obsesiona con la posibilidad de comprobar que los extraterrestres existen en el Área 51.
El resto del reparto -sobre todo, el militar encarnado por Chiwetel Ejiofor y la científica a quien da vida Juno Temple– solo forman parte del telón de fondo. Al fin y al cabo, es Tom Hardy quien, desdoblado en Eddie Brock y el simbionte alienígena, ocupa el noventa por ciento del metraje.
La personalidad de Hardy marca de principio a fin esta inofensiva producción donde no hay nada perturbador, esplendoroso o extraordinario, y en la que, sin embargo, pervive esa sensación gratificante y familiar que tenía aquello que, tiempo atrás, sin ningún tipo de condescendencia, llamábamos «cine para pasar el rato».
Sinopsis
Eddie y Venom están a la fuga. Perseguidos por sus sendos mundos y cada vez más cercados, el dúo se ve abocado a tomar una decisión devastadora que hará que caiga el telón sobre el último baile de Venom y Eddie.
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