Cualia.es

Crítica: «Underworld: La rebelión de los licántropos» (2009)

Entre los críticos, no escasean aquellos que son propensos a fruncir el ceño ante dos conceptos: “franquicia de éxito” y “película de diseño”.

No les entretendré con la lógica interna de estas dos etiquetas. En todo caso, ninguna de las dos busca la reacción del cinéfilo anticuado, sino el aplauso del grupo estadístico que mantiene con vida a la industria: esos adolescentes cinéfagos y curiosos, en cuyos corazones se han instalado los viejos mitos del terror, el cine policiaco y la ciencia-ficción.

Underworld: La rebelión de los licántropos (Underworld: Rise of the Lycans) añade leña a una franquicia –la que iniciaron Underworld (2003) y Underworld: Evolution (2006)– y por supuesto, vende al público ese pegajoso jarabe –ese diseño– en el que se diluyen la estética de Matrix y El Señor de los Anillos, el culto al preciosismo publicitario, la extrañeza existencial de los videojuegos y, cómo no, los tópicos narrativos de siempre, atrincherados en el pulp y la serie B.

Para esta nueva entrega, sus productores han ideado una secuela que revele el pasado de los protagonistas. En un principio, Kate Beckinsale iba a retomar su papel de Selene, con la confianza de que Len Wiseman, el realizador de Underworld: Evolution, se pondría una vez más tras las cámaras.

Ya desde el primer borrador del guión, la guerra entre vampiros y hombres lobo adoptaba el tono de la fantasía heroica, como si un novelista dedicado al subgénero de la espada y brujería hubiera inyectado esteroides a las leyendas clásicas devampiros.

En 2007, Len Wiseman y Beckinsale se apartaron del primer plano, y el proyecto quedó en nuevas manos, siempre bajo la atenta mirada de Wiseman. Así, el guión fue adjudicado a Danny McBride, y Patrick Tatopoulos, el diseñador de efectos mecánicos y criaturas en las dos anteriores cintas, recibió el encargo de dirigir el proyecto.

Todo el equipo se trasladó a Auckland, Nueva Zelanda, donde filmaron la mayor parte del metraje. Ya cité El Señor de los Anillos, y no ha de sorprender que esta nueva entrega de Underworld haya heredado la infraestructura de rodaje que hizo posible la trilogía de Peter Jackson. De hecho, un destacado miembro del equipo de dirección artística que recreó el mundo de Tolkien, Dan Hennah, contribuye decisivamente a la estética de Underworld: La rebelión de los licántropos.

En el reparto, actores muy sólidos, como Michael Sheen y Bill Nighy, comparten sus escenas con intérpretes en alza, como la atractiva Rhona Mitra (Doomsday: El día del juicio), que aquí da vida a una guerrera vampira.

A la vista de los resultados, el porvenir del francés Tatopoulos se afianza en Hollywood. Este mismo año pudimos disfrutar de sus formidables trucajes en Outlander, y próximamente llegarán a las pantallas otras dos películas con su firma visual: Solomon Kane, basada en el personaje de Robert E. Howard, y Blood Creek, la nueva cinta de horror de Joel Schumacher.

Sinopsis

Una enemistad a muerte de siglos estalla entre dos tribus inmortales en Underworld: La rebelión de los Licántropos (Underworld: Ryse of the Lycans, 2009). La tercera película de la saga épica de Underworld retrocede en el tiempo y cuenta el origen del conflicto entre los aristocráticos vampiros, conocidos como los “Death Dealers”, y los salvajes licántropos, una línea de feroces hombres lobos.

Con muchas más imágenes generadas por ordenador que dejan la boca abierta e increíbles criaturas que sus predecesoras, Underworld: La rebelión de los Licántropos revela algunos de los secretos más ocultos de esta exitosa saga.

Más de mil años antes de los eventos que relata la primera película de Underworld, dos razas de seres sobrenaturales comenzaron a existir, cada una surgida de la estirpe de dos hijos diferentes del inmortal original, Alexander Corvinus.

Los vampiros, provenientes de la línea de Markus, se convirtieron en elegantes, aristocráticos y astutos bebedores de sangre. Los hombres lobos, de la línea de William, se convirtieron en bestias salvajes, sin rastro de humanidad y con un insaciable apetito por la violencia.

Los vampiros dominaron toda la región local –las salvajes tierras de lo que ahora es el oeste de Hungría– gracias a su inteligencia superior, su fuerza y sus habilidades políticas. Pero incluso ellos les temían a los hombres lobos, quienes, a pesar de su incapacidad de organización e inteligencia, eran poseedores de una inmensa fuerza y salvajismo.

Entonces, otro accidente genético rompió nuevamente el equilibrio de poder: una mujer lobo, cautiva en una fortaleza de los vampiros, dio a luz a un niño, aparentemente, humano. Su nombre era Lucian (Michael Sheen), el primer licántropo nacido en cautiverio en la casa de Viktor (Bill Nighy), el supremo y poderoso líder de los vampiros.

A diferencia de los originales hombres lobos, de la estirpe de William, este licántropo era capaz de tomar la forma de hombre o de bestia a voluntad. La estirpe de Lucian fue utilizada por Viktor para crear una raza entera de esclavos, utilizados por los vampiros como trabajadores y guardias durante las vulnerables horas de luz, y evitando que se transformaran gracias a unos grilletes de plata colocados alrededor de sus cuellos.

Viktor reina sobre sus esclavos, su corte y sus dominios, con mano de hierro. Él sólo ama dos cosas: al poder y a su bella pero terca hija, Sonja (Rhona Mitra).

Cada noche, Sonja cabalga con los “Death Dealers”, una elite de soldados vampiros que protege los dominios de Viktor de los merodeadores hombres lobos. Pero sin que lo sepa su padre ni ninguno de sus pares, Sonja se enamora de Lucian, que ahora es un diestro herrero que fabrica armas en el castillo vampiro. Su romance tiene que permanecer totalmente en secreto, porque si es descubierto, significaría la muerte segura para ambos.

Cuando Lucian revela que ha encontrado la manera de deshacerse del grillete que lo esclaviza y ser libre, Viktor decide destruirlo como si fuera un animal insumiso. En una emocionante secuencia, Lucian se las arregla para reunir a todos los licántropos esclavizados y escapar de las mazmorras de los vampiros con la ayuda de Sonja.

Rehusando abandonar a su amada, Lucian reúne un heterogéneo ejército de licántropos liberados, esclavos y hombres lobos, que vuelven a desafiar el dominio de los vampiros y rescatar a Sonja. El ataque y las secuelas de esta guerra que estalló sin tregua y que arderá entre las dos razas durante siglos.

Escenas de batallas increíbles, asombrosas escenas de acción y efectos especiales de criaturas de última generación hacen de Underworld: La rebelión de los Licántropos una aventura épica que se destaca por méritos propios.

Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

Underworld: La rebelión de los licántropos (Underworld: Rise of the Lycans) © Screen Gems, Lakeshore Entertainment y Sketch Films. Fotografías de Ken George. Cortesía del Departamento de Prensa de Sony Pictures Releasing de España. Reservados todos los derechos.

Guzmán Urrero

Colaborador de "La Lectura", revista cultural de "El Mundo". Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador habitual de las páginas de cultura del diario ABC y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.