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Crítica: «Underworld 4: El despertar» (Måns Mårlind y Björn Stein, 2012)

¿Qué diablos ha pasado con los vampiros en los últimos veinte años? Eso sí que es una pregunta que merecería un par de folios. En realidad, la cuestión sería: ¿Qué han perdido los vampiros al cambiar su capa de terciopelo por el corsé gótico y el cuero ajustado?

Total, que no si decirles a ustedes que imaginen lo que propone Underworld 4. Más que nada porque las tres entregas anteriores ya fijaron un estereotipo del que no es posible escapar a estas alturas: filtros azulados, saltos acrobáticos a cámara lenta, diálogos un tanto solemnes y un punto de vista videoclipero a la hora de retratar la guerra entre los nosferatus y los hombres lobo.

En la precuela Underworld: La rebelión de los licántropos (2009), Kate Beckinsale se tomó un descanso y cedió el protagonismo a la explosiva Rhona Mitra, que cumplió con creces en su papel de vampiresa guerrera.

El retorno de Beckinsale a la franquicia –y al papel de Selene– se resuelve con una trama digna de videojuego: seis meses después de los acontecimientos narrados en Underworld: Evolution, nuestra mortífera heroína es capturada por los humanos.

En un curioso paralelismo con las raíces de sus respectivas tradiciones literarias, aquí los vampiros y los licántropos también son objeto de persecución y exterminio. Más o menos como si el vetusto Van Helsing y sus imitadores se hubieran transformado en un cuerpo de operaciones especiales.

El caso es que la cruzada no tarda en dar sus primeros frutos. La propia Selene es de las primeras en comprenderlo. Tras capturarla, los humanos la someten a un proceso de criogenización que la convierte en un espécimen de laboratorio, tan inofensivo como un insecto en formol. O eso parece.

Después de doce años en ese estado de animación suspendida, la bella vampiresa escapa. Y por si alguien lo dudaba, ahora sí que tiene motivos para enseñar los colmillos. Para empezar, se entera de que su amado Michael Corvin ha muerto, y para continuar, resulta que la hija de ambos nació mientras ella dormía.

Aunque este artefacto en 3D lleva la firma de Len Wiseman como productor, los realizadores son dos suecos, Måns Mårlind y Björn Stein Kate, de quienes poco puedo contar.

Mårlind aprendió a rodar durante sus estudios universitarios en Estocolmo y en el American Film Institute. Codirigió Shelter con su amigo Björn Stein, y ambos tuvieron la suerte de que se sumasen al elenco Julianne Moore y Jonathan Rhys Meyers. Aquello agradó a Len Wiseman, y el resto es historia.

El propio Wiseman firma el guión de Underworld 4 con John Hlavin, el autor de cómics J. Michael Straczynski y Allison Burnett.

Para alegrar el reparto, fueron contratados Sandrine HoltStephen ReaMichael EalyCharles Dance e India Eisley. Para desilusión de algunos seguidores de la saga, Scott Speedman no volverá a dejarse ver en la piel de Michael Corvin, el amante de Selene.

Por motivos fiscales y debido a sus excelentes equipamientos, Vancouver, en la Columbia Británica, el lugar donde se rodó esta aventura.

Para que la acción suba unos cuantos grados, las espectaculares proezas de Selene están acompañadas por una banda sonora en la que suenan temas de Evanescence, Linkin Park, The Cure y Lacuna Coil, remezclados para la ocasión.

El diseño general del producto, como dejan en evidencia estos datos, respeta la moda gótica y se ciñe a las necesidades circenses de las 3D. Nada nuevo bajo el sol.

Sinopsis

En Underworld: El Despertar la legendaria guerrera vampira Selene (Kate Beckinsale) se enfrenta a su mayor y más poderoso adversario, al tiempo que descubre un perturbador secreto que cambiará todo por lo que siempre luchó.

Quince años han pasado desde que Selene y su amante Michael, híbrido entre humano y licántropo, derrotaran al Vampiro Mayor Marcus en Underworld Evolution.

En esos años la humanidad ha descubierto la existencia tanto del clan de los vampiros como del de los licántropos y se ha lanzado a una lucha encarnizada para erradicar ambas especies.

Selene, capturada durante el genocidio, se despierta después de más de una década y se da cuenta de que se encuentra cautiva en un laboratorio herméticamente cerrado en Antigen, una poderosa corporación biotecnológica que se dedica a desarrollar la vacuna en contra de los virus que han creado a vampiros y licántropos.

Selene se siente destrozada cuando descubre que Michael está muerto, pero su dolor es eclipsado por el descubrimiento de que mientras se hallaba en estado de criogenización ha dado a luz a la hija de ambos, Eve (India Eisley).

Mientras busca asilo para ella y su hija, Selene se encuentra con que el mundo en el que su raza se alzara orgullosa ya no existe y que su gente ha sido perseguida hasta el borde de la extinción y que los pocos supervivientes se ocultan bajo tierra.

Rechazada por los clanes que aún quedan, Selene se enlista para apoyar a un joven vampiro, David (Theo James), quien se une a ella en su sangrienta venganza contra Antigen, donde oscuras fuerzas conspiran para destruirla tanto a ella como a su hija. Con sus tradicionales enemigos, los licántropos, otra vez en ascenso, incluso Selene parece no tener el poder suficiente para hacer frente a su más poderoso oponente en toda la historia de Underworld: un super licántropo alterado genéticamente.

Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

Copyright de las imágenes © 2012 Lakeshore Entertainment, Screen Gems y UW4 Productions. Cortesía de Sony Pictures Releasing de España. Reservados todos los derechos.

Guzmán Urrero

Colaborador de "La Lectura", revista cultural de "El Mundo". Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador habitual de las páginas de cultura del diario ABC y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.