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Crítica: «The Amazing Spider-Man 2: El Poder de Electro» (2014)

Stan Lee no sólo creaba superhumanos: creó con gran solvencia un escenario por el que transitan el drama, la comedia y las tensiones cotidianas. Hablo de materiales emocionales, al margen de la épica y de los elementos de ciencia-ficción, también puede compartir el lector.

Esta misma línea –la que une la fantasía mutante y el romance de andar por casa– sirve de eje a The Amazing Spider-Man 2: El Poder de Electro, una superproducción espectacular y muy fiel al espíritu del personaje.

Con una máxima sofisticación visual, Marc Webb demuestra en su película que el trepamuros sabe saltar por los abismos urbanos de ese modo fluido y frenético que el lector de cómics conoce desde hace décadas.

El sentido del color, el dinamismo de la cámara y la precisión de los efectos visuales consiguen el prodigio de que veamos al hombre araña girar, precipitarse y atravesar las avenidas en diagonal, llevado por una ingravidez portentosa.

Es evidente que no se puede comprender a Spiderman sin ese vertiginoso despliegue. De igual modo, una vez despojado de la máscara roja, tampoco podemos entender a Peter Parker (encarnado impecablemente por Andrew Garfield) sin su atribulada faceta cotidiana.

En esta ocasión, asistimos a una doble y dramática búsqueda del personaje: la de sus orígenes, vinculados a los de su amigo-némesis Harry Osborn (Dane DeHaan), y la del amor verdadero, que Peter identifica con Gwen Stacy (una encantadora e inteligente Emma Stone).

Ese compendio de aventura y sentimentalismo fragua en la película de forma muy razonable, con escenas y diálogos que también hará suyos el lector de los tebeos originales (pienso en el mítico The Amazing Spider-Man #121, de junio de 1973, que inspira parte de la trama). Eso sí: quizá el film sea menos grato para quien pase por la taquilla como quien accede a una montaña rusa. Ciertamente, la película ofrece muchas coreografías aéreas entre los rascacielos de Nueva York, pero también hay drama y amor. Así pues, lo que a unos les parecerán altibajos en el ritmo narrativo, a otros les parecerá un digno homenaje a la memorable relación entre Peter y Gwen.

Gracias a un esquema que proviene de la tragedia griega, el héroe lleva a cuestas el fantasma de un padre al que casi no conoció, y se enfrenta al mal no para vengarse, sino para construirse una identidad y purgar viejos remordimientos. En este caso, los villanos están a la altura del reto: Jamie Foxx da vida a Electro y DeHaan da rienda suelta a su faceta más siniestra.

Dejo para el final a los secundarios, todos ellos impecables: Campbell ScottPaul GiamattiSally FieldChris CooperMarton Csokas…. Por episódicas que sean sus intervenciones, ninguno pierde ocasión para robar sus correspondientes escenas.

Sinopsis

Siempre hemos sabido que la batalla más importante para Spider-Man es la que mantiene en su interior: la continua lucha entre sus obligaciones diarias como Peter Parker y las extraordinarias responsabilidades como Spider-Man. Pero en The Amazing Spider-Man 2, Peter Parker se da cuenta de que su mayor batalla comienza.

Es estupendo ser Spider-Man (Andrew Garfield). Para Peter Parker no hay una sensación más increíble que la de deslizarse entre los rascacielos, aceptar el hecho de que se ha convertido en un héroe y pasar tiempo con Gwen (Emma Stone). Pero ser Spider-Man tiene un precio: Spider-Man es el único capaz de proteger a sus conciudadanos neoyorquinos de los temibles villanos que acechan la ciudad. Con la aparición de Electro (Jamie Foxx), Peter tendrá que enfrentarse a un enemigo más poderoso que él. Y cuando su viejo amigo, Harry Osborn (Dane DeHaan) vuelve, Peter se da cuenta de que todos sus enemigos tienen una cosa en común: OsCorp.

“Es duro ser Peter Parker, pero es una gozada ser Spider-Man,” dice Andrew Garfield, quien vuelve a encarnar al personaje en esta película, tras haber lanzado un nuevo capítulo de la saga del héroe en 2012 con The Amazing Spider-Man, un éxito mundial de taquilla que recaudó más de 750 millones de dólares en todo el mundo.

“Peter Parker tiene los mismos problemas que tenemos todos: las chicas, el dinero. Pero cuando se pone el traje, se siente libre. Es un respiro. Spider-Man siempre sabe lo que hay que hacer, lo que es correcto – es un vehículo del bien, de energía heroica, y salva a las personas. Para él supone una alegría, un placer. Y además da rienda suelta a su lado más juguetón.”

“Queríamos aportarle a esta nueva entrega un punto más juguetón, más divertido,” dice el director Marc Webb, nuevamente en la silla de director. Captar el ingenio natural de Peter Parker – especialmente como Spider-Man – fue una de las claves de la película que ha querido hacer Webb. “Cuando lees los comics salta a la vista – sus golpes de humor y sus respuestas, su gracia, su amenidad. Todo ello explica parte de su atractivo y son motivos por los que tantos aman a Spider-Man – y sin duda es algo que a mí también me encanta.”

Pero no todo le sonríe a Peter. Ha jurado proteger a sus conciudadanos de Nueva York, y ese afán lo conducirá directamente al corazón de la empresa más poderosa y prominente de la ciudad: Oscorp. La empresa para la que en su momento trabajó su padre, y que tuvo algo que ver con la desaparición de éste y de su madre, parece estar detrás de los nuevos enemigos que cada vez manifiestan más poder y avances tecnológicos. “Tanto Spider-Man como Peter enfrentan el momento más arriesgado de sus vidas en esta película,” asegura el productor Matt Tolmach. “Spider-Man, porque se enfrenta a enemigos que han unido fuerzas en su contra – todos mantienen alguna relación con Oscorp – y Peter, por las decisiones que toma, las promesas que intenta mantener, y las consecuencias de todas ellas.”

Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

Copyright de sinopsis e imágenes (Niko Tavernise) © 2013 CTMG. Sony Pictures Entertainment Inc. Marvel Entertainment. Reservados todos los derechos.

Guzmán Urrero

Colaborador de "La Lectura", revista cultural de "El Mundo". Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador habitual de las páginas de cultura del diario ABC y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.

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