En sus más de seis décadas de existencia, el Rey de los Monstruos ha variado de aspecto y de personalidad, protagonizando películas de todo tipo. Si el film original (Japón bajo el terror del monstruo, dirigido por Ishirō Honda en 1954) era un reflejo de los traumas de un país sacudido por la guerra y el átomo, donde el lagarto era una encarnación imparable del horror radiactivo, en algunos films posteriores Godzilla llegó a ser el héroe, enfrentándose a otras criaturas gigantes y a invasiones extraterrestres en historias de ciencia-ficción dirigidas al público más joven.
No podemos hablar de “la saga” Godzilla, porque en todas estas décadas, las películas de Godzilla han formado mini-sagas, ciclos y han abundado los reboots.
Ahora que Hollywood ha decidido volver a intentarlo, creando sus propias películas de Godzilla (con idea de enfrentarlo a King Kong en un futuro más o menos próximo), la productora Toho vuelve a despertar a su monstruo estrella, que dormía desde hace ya más una década, cuando se despidió temporalmente de los fans con la espectacular Godzilla: Final Wars (Ryuhei Kitamura, 2004), una especie de remake de Los monstruos invaden la Tierra (Ishirō Honda, 1965) en el que Godzilla luchaba contra todo el bestiario de la Toho, mientras que los humanos se enzarzaban en peleas al estilo Matrix.
Shin Godzilla vuelve a comenzar desde cero, sin tener en cuenta ninguna película anterior, y es básicamente un remake de Japón bajo el terror del monstruo, pero ajustándose a la realidad del Japón contemporáneo.
Aunque desde aquí tenemos la idea de que el país nipón es un ejemplo de efectividad y orden, lo cierto es que las cosas allí están tan turbias en lo político como prácticamente en el resto del mundo. Shin Godzilla tiene mucho de sátira política, centrando la acción en las reacciones de la administración pública ante un hecho tan insólito como es el ataque de un absurdo monstruo gigante que es, a grandes rasgos, un inestable reactor atómico ambulante.
Shin Godzilla en un film coral. La avalancha de personajes que protagonizan la película es abrumadora, y no hay realmente ningún protagonista al que el público se pueda agarrar, salvo quizá un par de jóvenes políticos (un japonés y una “americana” descendiente de japoneses, aunque con un marcadísimo acento japonés cada vez que habla inglés).
Cada vez que aparece un nuevo personaje, un rótulo indica su nombre y cargo, al igual que sucede cuando se cambia de localización. Los rótulos son constantes, y esa sobredosis es parte del humor socarrón que invade todo el film (por otro lado, bastante “realista” respecto a las reacciones y protocolos de las autoridades ante la amenaza de la criatura).
Aunque hay, como se ha dicho, cierta sorna respecto a la burocracia, el film también es un canto a favor del buen trabajo en equipo, y de esa japonesa responsabilidad y entrega total al país que tanto nos sorprende a los extranjeros.
Respecto a Godzilla, sigue siendo Godzilla, pero no del todo. La criatura, en esta ocasión, es muy desconcertante en su aspecto y en su comportamiento. No demuestra una verdadera personalidad. Se trata más bien de un accidente orgánico-atómico. Es un bicho mutante, que va cambiando de forma a lo largo del film, con una primera aparición que a todo el mundo deja perplejo y en la que se muestra como una suerte de reptil-anguila desquiciado, con un look que podría recordar a una de las criaturas del dibujante Junji Ito.
Los efectos especiales varían en calidad. Algunos son realmente malos, otros sublimes, pero en general resultan más osados y llamativos que los de los Godzillas estadounidenses. En lugar de ocultar al monstruo en sombras nocturnas y entornos lluviosos, en Shin Godzilla el célebre mutante se muestra frecuentemente a plena luz del sol. A pesar de que los efectos por ordenador toman las riendas, la imagen de la criatura sigue siendo similar al Godzilla “señor disfrazado de dinosaurio” que es rasgo imprescindible del personaje.
Aunque la banda sonora viene firmada por Shirō Sagisu, el fan del Godzilla de toda la vida vibrará con la inclusión de variaciones de los temas clásicos de Akira Fukube, toda una celebración de los films de la Toho, porque eso es lo que es Shin Godzilla, una actualización, pero no una reinvención de algo que no necesita reinventarse.
Shin Godzilla es una auténtica película de Godzilla, no una imitación.
Sinopsis
Godzilla, fuerza destructiva insondable para el hombre, resucita en el Tokio de hoy en día para acosar de nuevo ala civilización. Un país aún atormentado por las secuelas de un desastre natural, experimenta de repente el horror catastrófico de Godzilla. Apremiado por la muerte y la desesperación, Japón deberá encontrar el poder para superar este desafío.
Sección Oficial en el Festival de Sitges 2016. Película de Inauguración en la Semana de Cine Fantástico y de Terror deSan Sebastián. Rotundo número 1 del box office en su estreno en Japón. Después del reciente éxito mundial de Hollywood, Godzilla vuelve a su esencia original por sus creadores. Una película que recupera el espíritu de la versión original del monstruo de 1954.
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