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Crítica: «Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos» (Destin Daniel Cretton, 2021)

Mi atracción por los tebeos de Marvel es caprichosa e irregular. De niño leía todo aquello que llegaba a mis manos, pero los superhéroes no eran, ni mucho menos, la parte principal del menú. Nada que ver con esos lectores sistemáticos, que hoy presumen de haber coleccionado series enteras en los setenta o los primeros ochenta, y que parecen haber crecido en un mundo distinto al mío.

Sí que recuerdo haber disfrutado de algún que otro tebeo de Shang-Chi, en aquellas ediciones que Vértice lanzó hace más de cuarenta años. Con su aspecto de Bruce Lee y gracias a su inconfundible kimono rojo, este personaje resumía a la perfección lo mucho que nos atraían las artes marciales.

Creado por Steve Englehart y Jim Starlin en diciembre de 1973, Shang-Chi protagonizaba aventuras a medio camino entre el pulp y el espionaje bondiano. No olvidemos que en aquellos tiempos nos lo presentaban como el hijo díscolo del Dr. Fu Manchú, el villano ideado por Sax Rohmer en 1912.

Desconozco la trayectoria posterior del personaje, así que no puedo analizar Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos confrontando la película con su evolución en los cómics. Cuando comparo el film con ese recuerdo mío, ya detenido en el tiempo, lo cierto es que el héroe de la película se parece muy poco al Shang Chi de mi niñez. Extrañamente, a la hora de recordar esa lectura, solo pienso en patadas voladoras y en la perversidad melodramática de Fu Manchú.

La cinta está dirigida por Destin Cretton, pero tratándose de Marvel, supongo que ese dato es secundario. Las películas de esta productora son el resultado de un proceso industrial, en el que colaboran tantos asistentes y directores de segunda unidad que el concepto de autoría carece ya de consistencia.

A excepción de ciertas conexiones que el film plantea con Iron Man 3 y Doctor Extraño, uno puede disfrutar de la trama sin ubicarse en el Universo Marvel. Que Shang Chi funcione por sí misma, sin necesidad de ese cruce de información, es muy de agradecer. Sobre todo porque el film de Cretton nos acerca al género wuxia, con sus ingredientes de siempre: leyendas en las que merece la pena vivir, luchadores que desafían la gravedad y coreografías apabullantes.

Simu Liu consigue que el héroe, Xu Shang-Chi, funcione como un don nadie cuando es preciso y como un combatiente invencible en cuanto revela sus poderes. Awkwafina da vida a Katy, la mejor amiga de Shang-Chi, con un descaro entrañable y un sentido del humor que aligera todas las escenas en las que participa. Por su parte, Meng’er Zhang, en la piel de Xu Xialing, la hermana del protagonista, transmite audacia y frialdad a partes iguales.

Pese al buen desempeño de ese trío, el robaescenas de la película es Tony Leung, un intérprete tan sólido y veterano que logra imprimir carisma a un antagonista que así lo exige: inflexible, duro, ambicioso, y a su manera, romántico.

Michelle Yeoh y Ben Kingsley, entre otros secundarios, contribuyen a reforzar un reparto que tiene muy claro qué tipo de película deben sacar adelante. El equilibrio entre acción, humor y aventura está bien ajustado, y lo cierto es que el espectáculo, aunque previsible, logra entretener sin altibajos.

Si a ello le sumamos unos imaginativos efectos digitales y una adecuada dirección artística, queda claro que Marvel se las ha apañado para encontrar, una vez más, espacio a un nuevo héroe en su abigarrado universo cinematográfico.

Sinopsis

Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos es una aventura épica totalmente nueva que nos presenta a Shang-Chi, el último superhéroe del Universo Cinematográfico Marvel. La película está protagonizada por Simu Liu como Shang-Chi, que debe enfrentarse a un pasado que creía haber dejado atrás cuando se ve envuelto en la red de la misteriosa organización de los Diez Anillos. La película también está protagonizada por Tony Leung como Wenwu, Awkwafina como amiga de Shang-Chi, Katy y Michelle Yeoh como Jiang Nan, así como Fala Chen, Meng’er Zhang, Florian Munteanu y Ronny Chieng.

Cuando le conocemos, Shang-Chi vive en San Francisco donde trabaja de aparcacoches y vemos como un grupo de asesinos le quita un colgante que le regaló su madre cuando era más joven. Shang-Chi y su mejor amiga Katy abandonan la seguridad de sus hogares y viajan a Macao, para advertir a la hermana de Shang-Chi, Xialing, del peligro que se cierne sobre ella. A medida que avanza la película, Shang-Chi se enfrentará a un pasado que creía haber dejado atrás para siempre. Cuando se ve inmerso en la misteriosa organización de los Diez Anillos, dirigida por su padre, Shang-Chi comprende que debe detenerlo a él y a su camarilla de los Diez Anillos.

El equipo creativo de Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos reúne el primer reparto principalmente asiático en una película de Marvel, ya que la gran mayoría es asiático o de ascendencia asiática.

“Fue increíble contar no solo con Shang-Chi, sino con muchos otros rostros asiáticos que representan tanto la cultura estadounidense como la cultura china continental”, dice el director Destin Daniel Cretton. “Ver a estos jóvenes personajes asiáticos vivir sus vidas como lo hacemos mis amigos y yo vivimos era algo que nunca había visto antes”.

Para encontrar al mejor actor que reflejara la verdadera identidad del complejo personaje de Xu Wenwu, el director Destin Daniel Cretton y el resto del equipo de producción se pusieron en contacto con un actor de enorme peso en el cine asiático: Tony Leung. “Queríamos meternos en la piel de Wenwu, el jefe de los Diez Anillos”, explica Cretton. “Para mí, Tony Leung era el actor perfecto para romper el cliché del villano con bigote”.

Tony Leung cuenta cómo fue su primer contacto: «Hablé con él por teléfono. Está claro que en ese momento no podía contarme demasiado sobre la historia, sólo me dio pequeñas pistas sobre mi personaje y la historia. Pero me encantó hablar con él y me inspiró mucha confianza”.

Y añade: Veo muchas películas de Marvel y también tengo personajes favoritos. Deadpool y Iron Man son mis preferidos. Nunca pensé que tendría la oportunidad de ser miembro del Universo Cinematográfico Marvel”.

Destin Daniel Cretton comenta: “Tony Leung no cree que Wenwu sea un villano, sino un ser humano hundido que persigue cosas que le fueron arrebatadas y que quiere recuperar desesperadamente. Le agradezco a Tony que aceptara el papel. Su manera de crear un personaje que puede ser tan brutal, es sutil y brillante y además nos muestra la desesperación de Wenwu por ser amado y dar amor”.

Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos cuenta la historia de un joven que se da cuenta de que su padre es uno de los mayores criminales del mundo”, dice Kevin Feige, productor, “Shang-Chi tiene que asumir y lidiar con la situación para poder superar y dejar atrás esa terrible realidad. Debe encontrar el heroísmo necesario para liberarse del legado de su padre. Pero todas las historias tienen muchas facetas. En nuestra película, la percepción que tiene del mundo de su padre y la imagen que tiene de él resultan ser más complejas de lo que Shang-Chi había creído en un principio. Esa era la historia de fondo que queríamos explorar”.

Shang-Chi era un personaje bastante oscuro creado por Marvel Comics en los años 70. Cuando el equipo creativo de Marvel, dirigido por los productores Kevin Feige y Jonathan Schwartz, profundizó en los cómics de hace más de 40 años, ambos encontraron una inmensa fuente de inspiración.

“Es cierto que hay mucha acción e imágenes increíbles -algo que esperarías de Marvel en los años 70-, Shang-Chi necesitaba una actualización significativa”, dice el productor Jonathan Schwartz. “En 1973, Shang-Chi cobró vida gracias a los grandes fans del cine de Kung Fu que lo convirtieron en el protagonista de una historia de espionaje y espías. Este género se puso muy de moda después del estreno ese año de la película de artes marciales Operación Dragón. Ahora, más de 40 años después y viendo cómo se cuentan las historias, el personaje de Shang-Chi no encajaba bien con un público moderno. Tuvimos que pensar en cómo queríamos dar vida a ese personaje en una película del Universo Cinematográfico Marvel”.

Encontrar una identidad cinematográfica moderna para Shang-Chi fue un proceso fascinante y complejo para los realizadores. “Ni el público asiático-americano ni un público más amplio podía identificarse con el Shang-Chi de los cómics porque habían exagerado mucho su faceta exótica”, señala Schwartz. “El personaje hablaba sobre todo siguiendo la tradición de las enseñanzas Zen Koan, y no funcionaba bien. Queríamos que pareciera un personaje asiático moderno, alguien que habitaba el mundo que vemos y conocemos”.

Así que el equipo creativo estudió profundamente quién podría ser Shang-Chi, más allá de su apodo no oficial, «el maestro de Kung Fu”. “Shaun solo es alguien que busca su lugar en el mundo”, explica Cretton. “Así que debíamos encontrar un actor capaz de aprender formas increíbles de luchar. Pero también debía ser muy fácil identificarse con él, alguien que emprendiera de manera convincente ese viaje de autodescubrimiento”.

Empezaron a buscar y acabaron encontrando al debutante Simu Liu, el joven actor que iba a encarnar a Shang-Chi.

Cuando Liu tuvo por fin la oportunidad de leer el guión, se sintió abrumado. “Destin había hecho un trabajo maravilloso al describirme la historia antes de que la leyera, así que cuando la leí por fin, me eché a llorar”, confiesa Liu. “Existe una relación muy íntima entre Shang-Chi y los personajes y su familia. Me di cuenta de que la película es, por encima de todo, sobre la familia. Lloré porque vemos a un superhéroe asiático haciendo cosas de superhéroe y salvando al mundo. Fue un momento muy importante para mí como fan, como actor y como asiático. Fue absolutamente increíble”.

Después, Simu hizo cuatro meses de pre-entrenamiento físico, luego pasó otro mes en Sídney, Australia, que es donde iba a rodarse la película. A pesar del entrenamiento, Cretton le dijo a Liu que no lo había elegido porque podrían entrenarle en las artes marciales que exigía la cinta.

“Al principio, Simu y yo estuvimos de acuerdo en que lo que permite que el público se conecte con Shaun es por la situación que está atravesando”, dice Cretton. “Simu se tomó en serio el aspecto de lucha del personaje, trabajó incansablemente durante cinco meses, pero también comprendió que no estaba ahí por sus artes marciales sino por lo que había creado para este personaje”.

El supervisor de efectos visuales Christopher Townsend trabajaba al lado de Brad Allan y su equipo de especialistas, que a su vez interactuaban continuamente con la diseñadora de producción Sue Chan, cuyo equipo estaba construyendo los decorados y tenía que asegurarse de que se pudiera trepar y saltar de ellos, sin olvidar a la diseñadora de vestuario Kym Barrett que debía asegurarse que los actores pudieran moverse libremente en sus trajes durante las secuencias de acción.

Cretton y los productores contrataron a Brad Allan como director de la segunda unidad y coordinador de supervisión de las acrobacias. Después, él contrató a expertos coreógrafos de todo el mundo, así como a jinetes y arqueros de élite de Mongolia, y artistas del movimiento y maestros del parkour de Estados Unidos. Australia y Canadá.

Los actores principales tuvieron que someterse a un entrenamiento intensivo pero los dobles se incorporaban cuando esos pocos meses de entrenamiento no suplían la habilidad que exigía una determinada acrobacia.

Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

Copyright de imágenes y sinopsis © Marvel Studios, Walt Disney Pictures, Fox Studios Australia. Reservados todos los derechos.

Guzmán Urrero

Colaborador de la sección cultural de 'The Objective'. Escribió de forma habitual en 'La Lectura', revista cultural de 'El Mundo'. Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador de las páginas de cultura del diario 'ABC' y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Ha trabajado en el sector editorial y es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.