El 5 de septiembre de 1972, fue la primera vez que se emitió por televisión un acto terrorista. 900 millones de espectadores lo vieron en riguroso directo.
Juegos Olímpicos de Múnich 72. No han pasado aún tres décadas desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Alemania se abre de nuevo al mundo después de un… paréntesis histórico. El acontecimiento va a ser televisado para todo el planeta, y el renovado país germano se presenta a la reválida lleno de complejos, inexperiencia y nervios.
Septiembre 5 es una extraordinaria crónica de uno de esos apasionantes y terribles episodios acaecidos durante el siglo XX, en plena Guerra Fría, y en el país que cometió una de las mayores atrocidades de la historia.
Un grupo de atletas israelíes ha sido secuestrado por la banda terrorista palestina Septiembre Negro. Ya hay un rehén asesinado, y la vida de los demás depende de una negociación imposible con el Estado de Israel.
Tim Fehlbaum escribe y dirige con maestría este tenso drama con tintes de documental. Y lo hace recreando con enorme celo el contexto histórico y el aspecto tecnológico propio de esa época analógica y artesanal, donde los imprevistos se resolvían de forma creativa a falta de una tecnología que aún estaba por llegar.
Es inevitable, siendo de Spielberg, hacer mención a su Múnich -como obra complementaria a la presente-, si bien su historia se centra en la operación que Israel llevó a cabo, tras el atentado que acabó en tragedia, para dar caza a los terroristas empleando sus servicios secretos.
«Siete medallas en el patio de Hitler»
Los Juegos Olímpicos se inician, y la prensa mundial cubre el evento. Todo transcurre con normalidad; el nadador Mark Spitz acaba de lograr su séptima medalla de oro para la delegación de Estados Unidos.
«Mark Spitz es judío; puedes preguntarle: ¿qué se siente al ganar siete medallas en el patio de Hitler?», sugiere un miembro de ABC Sports a uno de sus reporteros, tanteando los límites de lo conveniente y de lo profesionalmente permisible.
Cuando desde las instalaciones de prensa se escuchan disparos provenientes de la cercana Villa Olímpica -en la que se alojan los atletas-, la prioridad informativa va a dar un drástico giro, y lo deportivo se verá desplazado por el terrible suceso del que pronto llegarán noticias.
El asunto tiene un cariz siniestro, y los responsables de la transmisión deportiva de la cadena de televisión ABC se ven en la tesitura de cubrir el incidente, teniendo que improvisar con los medios y recursos de que disponen, y tirando de imaginación y argucias periodísticas.
Dilemas morales en riguroso directo
El planeta entero, asomado a las ventanas de los televisores domésticos, asiste incrédulo a las imágenes de un individuo encapuchado en el balcón de la Villa Olímpica, en la que los terroristas retienen a los atletas israelíes. De nuevo están siendo asesinados judíos en Alemania, y esta es una noticia inasumible que consterna a toda una sociedad germana que trata de limpiar las manchas de sangre que aún no han desaparecido de su tierra ni de su conciencia.
Surgen las dudas en el grupo de periodistas americanos enviados a Múnich: «¿estarán viendo los secuestradores las imágenes que estamos difundiendo? ¿Podemos emitir en directo cómo disparan a alguien en televisión?» Preguntas teóricas de complejo calado ético, para las que no hay respuestas claras en ningún manual práctico. Los responsables deberán decidir sobre la marcha si cruzar o no esas finas líneas rojas.
El derecho y el deber de informar pueden poner en riesgo la seguridad de los atletas y del operativo policial en marcha. Este es el gran dilema que plantea la película con un rigor exquisito.
Una celebración del cine de suspense
Septiembre 5 se suma por la puerta grande a esa colección de cintas del género periodístico que tantas alegrías han dado al cinéfilo avezado. Títulos fundamentales como Todos los hombres del presidente, Ejecución inminente, La sombra del poder, Los archivos del Pentágono, El gran carnaval, y la deliciosa comedia de Wilder, Primera plana, son ejemplos de este cine enfocado en la tramoya de ese cuarto poder que, como los otros tres, ha ido perdiendo independencia y credibilidad con el cambio de siglo y con la redacción de ciertas agendas a futuro.
Peter Sarsgaard, John Magaro, Leonie Benesch y Ben Chaplin, entre otros, encarnan el plantel coral de personajes que hacen verosímil la dramática peripecia servida por un guion metódico y perfectamente ensamblado.
Tensión, incertidumbre, y un suspense de muchos kilates, mantienen en alto la atención del espectador de principio a fin, y construyen este magnífico relato visto desde la perspectiva de un grupo de periodistas que sólo estaban preparados para cantar gestas deportivas y festejar medallas.
Disfruten esta excelente película, una auténtica celebración del cine de suspense que nos convierte en espectadores privilegiados de lo que se cuece detrás de las cámaras de televisión, y que nos muestra las técnicas y ardides de quienes nos cocinan lo que acontece en el mundo. O así era hasta la irrupción de los nuevos medios digitales de difusión, que han llegado para añadir confusión y una indigesta anarquía informativa, donde el término news ya solo lo escuchamos asociado al del perverso fake.
Sinopsis
Septiembre 5 presenta el fatídico momento que cambió para siempre la cobertura de noticias en los medios de comunicación y que no ha dejado de influir en el tratamiento que se da a las noticias de actualidad. Ambientada en los Juegos Olímpicos de Múnich de 1972, la película narra las peripecias de un equipo de retransmisión deportiva estadounidense que hace rápidamente la transición de la información deportiva a la cobertura en directo del secuestro de los atletas israelíes. A través de este prisma, Septiembre 5 aborda, desde una perspectiva novedosa, la retransmisión en directo que en aquel momento fue vista en todo el mundo por unos mil millones de personas.
La historia gira alrededor de Geoff (John Magaro), un joven y ambicioso productor que se esfuerza por demostrar su valía a su jefe, el legendario ejecutivo de televisión Roone Arledge (Peter Sarsgaard). Junto con la intérprete alemana Marianne (Leonie Benesch) y su mentor Marvin Bader (Ben Chaplin), Geoff toma inesperadamente los mandos de la cobertura en directo. Ante el cambio de temática y narrativa, con plazos que se agotan, rumores contradictorios difundidos por doquier y la vida de los rehenes pendiendo de un hilo, Geoff se enfrenta a decisiones difíciles y sus propios conflictos éticos.
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