En un pueblo de las gélidas tierras del norte de Finlandia, muy cerca de la frontera con Rusia, el pequeño Pietari (Onni Tommila) está a punto de descubrir la verdad sobre Papá Noel. Unas misteriosas excavaciones en el monte Korvanturi dejarán al descubierto la cara más oscura de esta figura, una dimensión tan real como aterradora que tiene mucho que ver con su trasfondo pagano –el Joulupukki finlandés– y más bien poco con el envoltorio cristiano y la mercadotecnia asociada a las fiestas navideñas.
Debut en el largometraje de Jalmari Helander, Rare Exports, un cuento gamberro de Navidad (Rare Exports, 2010) surge al rebufo de dos trabajos anteriores coescritos con su hermano Juuso, Rare Exports Inc. (2003) y The Official Rare Exports Inc. Safety Instructions (2005). Con una duración respectiva de siete y diez minutos, estos cortos colgados en youtube se presentaban en la forma de publirreportajes de una compañía finlandesa encargada de la comercialización de un producto de lo más peculiar: genuinos «papás de Navidad». Desvelando los entresijos de la empresa, el primer vídeo mostraba cómo estos seres mitológicos eran capturados por unos cazadores experimentados en los bosques de Laponia, siendo luego sometidos a un severo (más bien brutal) entrenamiento en virtud del cual las antaño bestias salvajes se convertían en los amables vejetes a los que estamos acostumbrados. El segundo cortometraje incidía en la importancia de cumplir escrupulosamente las normas de seguridad –tales como no maldecir, no fumar o no beber–, a riesgo de despertar la ira primigenia de unas criaturas sanguinarias por naturaleza.
Concebida como precuela de los susodichos cortos, esta comedia negra con toques de terror se consagra a dinamitar la estampa bonachona y melosa del Santa Claus de los centros comerciales –que alcanza su epítome en los años treinta con el popular diseño de Coca Cola, obra del ilustrador Haddon Sundblom– buceando en la «realidad» oculta tras las leyendas saamis y pintando a Joulupukki como un ser monstruoso y feroz, tocado con unos enormes cuernos de macho cabrío, que en vez de traer regalos a los niños se dedica a raptarlos y devorarlos.
Una premisa a primera instancia interesante, próxima en intenciones –que no en resultados– a la noruega Trolljegeren (André Øvredal, 2010), una simpática cinta con formato de falso documental en la que tres estudiantes universitarios descubren sin quererlo uno de los secretos más celosamente guardados por las autoridades gubernamentales: la existencia real de trolls en los bosques noruegos. Por desgracia el autor de Rare Exports, un cuento gamberro de Navidad parece mucho más interesado en rodar una macarrada «antinavideña» sin mayores pretensiones que en exprimir el enorme potencial del imaginario fantástico nórdico.
Sin apenas desviarse de la idea original expuesta en los dos cortos previos –divertida como broma pero escasa para un largometraje–, Helander obvia bucear en la mitología citada, quedándose atrapado en una historia sin recorrido suficiente que se nutre de la mera anécdota. Lo que podía haber sido una deliciosa deconstrucción –la «verdadera» historia del origen de Santa Claus, la maléfica Cabra de Navidad, podría haber dado mucho más de sí– se convierte en un producto de consumo rápido, destinado a hacer más ligero el empalago propio de las fechas. Incomprensiblemente, la película se alzó como la gran triunfadora en el Festival de Sitges del año pasado, por encima de trabajos como Confessions (Kokuhaku, Tetsuya Nakashima, 2010) o Monsters (Gareth Edwards, 2010).
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