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La saga de los Hermann

A veces los apellidos son como extraños colores. En ocasiones tienden al negro y pierden su capacidad de designar a alguien o significar algo.

Los amantes de la magia sabemos que Hermann es el apellido de una saga de magos que se inicia con Samuel, médico del sultán de Turquía y prestidigitador aficionado, al que el sultán prefería como prestidigitador que como médico. Le siguió su hijo mayor Carl (ComparsHermann o Herrmann (1816-1887), tal vez el mago más apreciado de cuantos actuaron en España en el siglo XIX. Se repartió el mundo con su hermano Alexander Hermann (1844-1896), al que le correspondió la otra orilla del Atlántico, donde compitió encarnizadamente con Kellar. Su muerte prematura convirtió a su esposa, Adelaida Hermann (1854 – 1932) en la primera mujer al frente de una gran compañía de magia, tras el fiasco de su sobrino León Hermann (1867-1909) al frente del espectáculo.

Todo esto es algo sabido entre los amantes de la magia, pero no siempre entre los propios descendientes de los magos. Una rama de los Hermann, recaló en la república dominicana donde vivieron durante años frente al Palacio Nacional. Sus nombres evidenciaban el pasado dramático y espectacular de la familia: uno de ellos se llamaba Hamlet, otro Dardo. Otro era dueño de un cine y ya sabemos que muchos magos terminaron siendo los primeros proyeccionistas y empresarios cinematográficos. Uno de ellos publicó un opúsculo sobre los Orígenes de los Hermann-Consoni, donde los recuerdos tenían la consistencia de la niebla. Alguien había oído decir que su padre vino al mundo en La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires cien años atrás, un 21 de julio de 1895, al término de una función de la ‘Compañía de Ilusionistas Rusos’.

De la abuela italiana recordaban haberla oído decir que su marido Hermann había sido uno de los más famosos prestidigitadores de Europa. Había sido reconocido como Caballero de la Orden Real de Carlos III y hacía realizado varias giras por América, donde realizaba ‘grandes y sorprendentes experimentos de escamoteo, el baúl moscovita, la Cámara verde y la misma repetición de las asombrosas apariciones de fantasmas vivientes’. Todo era vago e impreciso. La potencia del Caribe tropical había terminado ocultando las antiguas raíces europeas.

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Ramón Mayrata

Poeta y novelista, ha ejercido también el periodismo escrito y ha trabajado como guionista de radio y de televisión. A los diecinueve años publicó su primer libro de poemas: "Estética de la serpiente" (1972). Un año antes aparecieron sus poemas iniciales en la antología "Espejo del amor y de la muerte", prologada por Vicente Aleixandre (1971). Trabajó como antropólogo en el antiguo Sahara español en pleno proceso de descolonización. Estas experiencias fueron la materia de su primera novela: "El imperio desierto" (Mondadori, 1992). Su amplia bibliografía incluye títulos como "Valle-Inclán y el insólito caso del hombre que tenía rayos x en los ojos", "El mago manco" y Fantasmagoría. Magia, terror. mito y ciencia".
Junto a Juan Tamariz fundó y dirigió la editorial Frackson especializada en libros técnicos de magia. Autor de innumerables artículos en periódicos y revistas, en la actualidad colabora en "El Norte de Castilla".