En esta producción de Filmax rodada en inglés, el director Manuel Carballo y el guionista David Muñoz abordan un tema bastante manido: la posesión diabólica de una adolescente, que remite obligadamente al gran clásico El exorcista (The Exorcist, William Friedkin, 1973).
Emma (Sophie Vavasseur) es una adolescente que se siente incomprendida por su familia. En vez de ir al instituto con chavales de su edad, sus padres, demasiado estrictos y protectores, la obligan a estudiar en casa. Emma desea fervientemente ser libre (en definitiva, integrarse como una chica «normal»), aunque esos deseos le traerán la desgracia. La protagonista busca la ayuda de su tío sacerdote (Stephen Billington), especialmente cuando comienza a sentir una presencia maligna que poco a poco se está apoderando de ella.
Al igual que muchas otras cintas de terror producidas por Filmax, La posesión de Emma Evans (2010) exhibe una clara orientación al mercado internacional. No sólo está rodada en inglés, sino que la historia se ambienta en Londres, cuenta con una protagonista irlandesa (Sophie Vavasseur) y un reparto principalmente británico. Uno de los nombres destacados en los créditos es el del actor Douglas Bradley –el emblemático líder cenobita de la saga Hellraiser iniciada por Clive Barker–, aunque su aparición en el filme resulta demasiado anecdótica.
Según su director, La posesión de Emma Evans aúna terror y drama aderezados con un estilo naturalista y un ritmo pausado. La película carga las tintas en el choque generacional entre padres e hijos, narrando la historia desde el punto de vista de una adolescente que se rebela contra las ataduras de unos padres poco transitivos. Una situación cotidiana que pronto se verá alterada cuando irrumpa el factor sobrenatural y Emma evidencie los claros síntomas de estar poseída por el diablo.
Además de las referencias inevitables a El exorcista, la película sostiene una deuda evidente con los filmes El exorcismo de Emily Rose (The Exorcism of Emily Rose, Scott Derrickson, 2005) y especialmente Réquiem, el exorcismo de Micaela (Requiem, Hans-Christian Schmid, 2006), interpretaciones estadounidense y alemana de la historia real de Anneliese Michel, una joven que murió en 1976 mientras se le practicaba un exorcismo. Hija bastarda de ambas, pareciera que la historia de La posesión de Emma Evans arrancara unos cuantos años después de este trágico suceso, retomando la figura del sacerdote «renegado» (el personaje encarnado por Billington) que, tras haber sufrido una derrota a manos del Maligno –la muerte de una joven poseída–, ve en las dolencias de su sobrina una segunda oportunidad para demostrar su fe.
En los aspectos formales, La posesión de Emma Evans se acerca al tono dramático y documentalista de Réquiem. Pero, donde Réquiem huía de los habituales recursos para presentar las consecuencias demoledoras del fanatismo religioso, elaborando un temible retrato de una familia y de una comunidad dominada por la ignorancia y la superstición dotado de gran verismo, la película de Carballo adolece de una interpretación mucho más convencional. Una vez que se introduce el elemento fantástico, la historia transita por terrenos más trillados, incluyendo los consabidos y poco creíbles giros argumentales con intención sorprendente.
Pese a todo, gravita en el filme la intención de dirigir una mirada fresca al tema de las posesiones diabólicas y sus subsiguientes exorcismos, centrando su mirada en el núcleo familiar como generador de tensiones. Desafortunadamente, las piezas con las que pretende construir la historia –el abismo generacional que media entre padres e hijos, las equivocaciones en lo que respecta a la educación de la progenie, la excesiva protección paterna– no son tratadas con la profundidad necesaria y las relaciones familiares no alcanzan la complejidad precisa. Es difícil entender las motivaciones de algunos personajes de la película, especialmente de los padres de la protagonista, cuyas reacciones ante la enfermedad/posesión de su hija resultan poco verosímiles restando credibilidad al conjunto.
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