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Crítica: «Chloe» (Atom Egoyan, 2009)

Catherine (Julianne Moore) es una profesional de éxito que siente que su vida personal se está derrumbando. Su hijo cada día le muestra más agresividad, se siente mayor y carente de atractivo y, por si fuera poco, tiene la sospecha de que su marido (Liam Neeson) le engaña con jovencitas. Para probar su infidelidad, planea una treta poco usual: tentar a su marido con un cebo, una joven prostituta llamada Chloe (Amanda Seyfried). Lo que no se imagina es que tras la aparente docilidad y dulzura de Chloe se ocultan unos planes maquiavélicos.

Sospechas, crisis de la mediana edad, problemas matrimoniales, incomunicación, soledad, redescubrimiento sexual, intriga y erotismo malsano son algunos de los ingredientes de Chloe (2009), un remake en clave de thriller erótico del sofisticado drama francés Nathalie X (Nathalie…, Anne Fontaine, 2003).

El encargado de rodar esta versión americana (una coproducción de Canadá y Estados Unidos) ha sido el director canadiense de origen armenio Atom Egoyan, autor de filmes como Exótica (Exotica, 1994), El dulce porvenir (The Sweet Hereafter, 1997) y El viaje de Felicia (Felicia’s Journey, 1999). La guionista, Erin Cressida Wilson, ya había escrito otras películas con relaciones poco convencionales como Secretary (2002) y Retrato de una obsesión (Fur: An Imaginary Portrait of Diane Arbus, 2006), ambas dirigidas por Steven Shainberg.

El trío protagonista del filme original, Nathalie X, estaba compuesto por estrellas del cine francés como Fanny ArdantGérard Depardieu y Emmanuelle Béart. En el remake, los actores que conforman el triángulo amoroso son, respectivamente, Julianne Moore, Liam Neeson y Amanda Seyfried.

La crisis de la mediana edad en Nathalie X

Tanto Nathalie X como Chloe toman como punto de partida los problemas de un matrimonio de clase acomodada, bien avenido pero cada vez más frío y distante, sacudido por la crisis de la mediana edad. Claro que las diferencias entre ambas películas surgen bien pronto. En el filme francés se parte de una situación de infidelidad admitida; el marido (Depardieu) reconoce desde el principio que ha tenido relaciones sexuales con mujeres jóvenes, si bien estas no han significado emocionalmente nada para él. La esposa (Ardant) se da cuenta de que no conoce a su marido lo suficiente, por lo que contrata a una profesional llamada Marlène (Béart) para que le seduzca haciéndose pasar por una estudiante llamada Nathalie.

Nathalie X se centra en la compleja relación establecida entre las dos mujeres, marcada por la complicidad, la soledad de ambas, el erotismo –que cobra forma a nivel auditivo, a través de los tórridos y detallados relatos de Nathalie acerca de sus encuentros sexuales con el marido de su cliente– y la amistad. El personaje interpretado por Ardant efectúa un viaje de autoconocimiento que la llevará a afrontar su crisis matrimonial con una nueva mirada.

Chloe: el giro al thriller y al erotismo perverso

Mas al contrario, en Chloe la infidelidad supone un verdadero descenso a los infiernos. El remake firmado por Atom Egoyan gira del drama al thriller y explicita los componentes eróticos, introduciendo escenas lésbicas revestidas de un aura mórbida. Al igual que películas como Escalofrío en la noche (Play Misty for Me, Clint Eastwood, 1971) o Atracción fatal (Fatal Attraction, Adrian Lyne, 1987), Chloe moraliza acerca de los peligros que acechan tras la revolución sexual y la liberación femenina.

Asimismo, Chloe se aleja sustancialmente de Nathalie X para ponerse en consonancia con otros thrillers de Hollywood como La mano que mece la cuna (The Hand That Rocks the Cradle, Curtis Hanson, 1992) o Falsa seducción (Unlawful Entry, Jonathan Kaplan, 1992), en los que un personaje extraño se introduce en la unidad familiar y perturba la (aparente) armonía entre sus miembros.

Resulta interesante la comparación entre el original y su remake, que pone de relieve las profundas diferencias entre el cine europeo y el norteamericano. Lo que inicialmente era un filme intimista, desprejuiciado y refinado sobre las complejidad de las relaciones sentimentales humanas se transforma al otro lado del charco en una retorcida historia acerca de la perfidia femenina salpicada de sexo sórdido, suspense y violencia, de envoltorio lujoso pero con una trama engañosa lastrada por giros argumentales poco creíbles.

Copyright del artículo © Lola Clemente Fernández. Reservados todos los derechos.

Copyright de las imágenes © Studio Canal y The Montecito Picture Company. Cortesía de Vértice Cine. Reservados todos los derechos.

Mª Dolores Clemente Fernández

Mª Dolores Clemente Fernández es licenciada en Bellas Artes y doctora en Comunicación Audiovisual por la Universidad Complutense de Madrid con la tesis “El héroe en el género del western. América vista por sí misma”, con la que obtuvo el premio extraordinario de doctorado. Ha publicado diversos artículos sobre cine en revistas académicas y divulgativas. Es autora del libro "El héroe del western. América vista por sí misma" (Prólogo de Eduardo Torres-Dulce. Editorial Complutense, 2009). También ha colaborado con el capítulo “James FenimoreCooper y los nativos de Norteamérica. Génesis y transformación de un estereotipo” en el libro "Entre textos e imágenes. Representaciones antropológicas de la América indígena" (CSIC, 2009), de Juan J. R. Villarías Robles, Fermín del Pino Díaz y Pascal Riviale (Eds.). Actualmente ejerce como profesora e investigadora en la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR).