Publicada hace ya más de una década, La pell freda se editó en catalán y su excelente acogida provocó que fuera traducida al castellano y a casi 40 idiomas más, todo un éxito para su autor Albert Sánchez Piñol, quien ahora ve su obra más famosa adaptada a la gran pantalla.
Rodada en inglés con actores anglosajones (la propia historia, más allá de las necesidades comerciales, así lo pide) y dirigida por el francés Xavier Gens (Frontera(s), Hitman), La piel fría destaca por su magnífica ambientación, ya que transcurre en una desolada isla volcánica en mitad de la nada, una localización agreste, solitaria y bellamente fotografiada por Daniel Aranyó.
Estamos ante una película que combina la aventura y el terror con la reflexión filosófica. Los efectos (y las causas) de la soledad, el corazón roto transformado en monstruo, la cara más oscura del amor, el maltrato y el regreso a lo más primario del ser humano son temas que se exploran, pero alternados con vistosos efectos especiales, mucha acción y algún que otro susto facil.
El film está protagonizado por un triángulo (¿amoroso?) formado por un farero asilvestrado y siniestro (Ray Stevenson), un observador climático que ansía la soledad (David Oakes) y una chica-pez (Aura Garrido).
¿Chica pez? Sí, la película supone una nueva aportación al subgénero del ictio sapiens, que ya cuenta con títulos tan míticos como el relato de H.P. Lovecraft La sombra sobre Innsmouth o películas tan dispares como La mujer y el monstruo (Jack Arnold, 1954) o Humanoides del abismo (Barbara Peeters, 1980), sin olvidar La forma del agua (Guillermo del Toro, 2017).
El look de este film franco-español está cuidado al detalle, tanto por la mencionada fotografía como por el diseño de producción y los efectos digitales y, sin llegar a ser una película-espectáculo, sí funciona en su faceta de entretenimiento resultón.
Respecto a lo emocional, quizá resulte más fría de lo deseable (nos ahorraremos el chascarrillo respecto al título) para que llegue a conmover, en gran parte por la desangelada interpretación del principal protagonista, David Oakes, y de una “sirena” que no llega a convencer del todo, al parecer demasiado humana y poco pez.
A pesar de no estremecer, la película es un estimable ejemplo de historia a la vieja usanza (piensen en William Hope Hodgson, Edgar Allan Poe o Joseph Conrad) que agradará especialmente a los amantes de las atmósferas cuidadas y de la literatura de misterios marinos, almas torturadas y faros en el fin del mundo.
Sinopsis
En una isla perdida en medio del océano, dos hombres se defienden, noche tras noche, resguardados en un faro, del asedio de unas extrañas criaturas marinas. Sometidos a la extrema tensión, sin entender las razones del ataque, tendrán que replantearse cómo enfrentarse a lo desconocido. La cautividad y la continua lucha los llevan a un viaje al centro de sus entrañas, donde se entremezcla lucidez y enajenación, rechazo y deseo, crueldad y amor, hacia lo desconocido.
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