Hace más o menos una década, el cine surcoreano se puso de moda entre la cinefilia española. La principal causa fue la excepcional película de Park Chan-wook Oldboy (2003) un adaptación del manga homónimo de Minegishi Nobuaki que a todos impactó por su intensidad, originalidad y asombrosa realización.
Como todas las modas, pasó pronto (ahora toca lo de “el mejor cine se hace en televisión”), pero Corea del Sur sigue teniendo la oferta cinematográfica más estimulante del planeta, con películas que en muchas ocasiones no hacen distinción entre lo artístico y lo comercial, y un nivel de producción y calidad cinematográfica por lo general muy alto.
Es una pena que la última película de Park Chan-wook tenga un estreno tan limitado en nuestro país y muchos ni puedan disfrutar en pantalla grande de las exuberantes imágenes de esta adaptación de la novela Fingersmith (Sarah Walkers, 2002).
Cambiando la original ambientación victoriana por la Corea de los años 30, ocupada por los japoneses, el film se mueve entre el relato gótico y el cine negro, pero impregnándolo todo con un oscuro sentido del humor que hace que esta sea una de las películas más ligeras de Park Chan-wook, pese a contar con no pocos momentos sórdidos y macabros.
El film cuenta con algunos giros-sorpresa de guión que no voy a revelar aquí, aunque el comentario se quede algo cojo por ello. Baste con decir que La doncella se divide en tres partes, cada una centrada en uno de los personajes (casi al estilo Rashomon). Se trata de una elección narrativa discutible en su efectividad.
Lo que Park Chan-wook nos relata es una historia de falsedades (y falsificaciones), traiciones, pasiones tórridas, codicia y perversión, con su dosis de choque cultural entre invasores y ocupados.
Nos hallamos ante una película de contundente protagonismo femenino, con un poderoso mensaje a favor del combate contra la opresión y “cosificación” que ejerce el hombre sobre la mujer, algo valioso a día de hoy, aunque la película transcurra en un contexto histórico muy específico del pasado.
En realidad, dejando de lado todas las cuestiones relativas al guión y el fondo de la historia, lo más importante en La doncella es la propia sensualidad de la película. Las imágenes, el sonido y el montaje están dirigidos no tanto a complacer al cerebro sino a los ojos, las vísceras y demás órganos corporales, proporcionando una amplia variedad de sensaciones: opresión, curiosidad, sorpresa, paz, lujuria…
Cuando uno acude a ver una película de Park Chan-wook, generalmente es recompensado con una historia sorprendente e impactante, pero lo mejor es la propia experiencia audiovisual, la inyección de cine puro, independientemente del contenido literario.
La doncella es un film altamente recomendable para casi todo el público, salvo para quienes se sientan incómodos con las escenas subiditas de tono, aunque estén rodadas con virtuosismo, como en esta ocasión.
Sinopsis
Corea, década de 1930, durante la colonización japonesa. Una joven carterista (Sookee) es contratada por un falso Conde para robar la herencia de una rica mujer japonesa (Hideko) que vive recluida en una gran mansión bajo la in uencia de un tirano (Kouzuki). Para ello Sookee se hará pasar por su doncella.
La doncella es la nueva obra maestra del aclamado director Park Chan-wook (Oldboy, Stoker) ganadora del Premio del público en el Festival de Sitges. Un deslumbrante relato de suspense inspirado en la novela Fingersmith, de la escritora británica Sarah Waters. Con poderosas interpretaciones de Kim Min-hee (Ahora sí, antes no) como Lady Hideko, Ha Jung-woo (The Chaser), como el estafador y el sensacional debut de la actriz Kim Tae-ri, como la doncella Sookee, Park Chan-wook crea una inolvidable experiencia cinematográfica.
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