Parece que sucedió hace poco, pero ya han pasado casi veinte años desde que todo el planeta se estremeció con la espantosa tragedia del naufragio del submarino ruso Kursk. Una lenta agonía con varios intentos de rescate fallidos, que acabaron de la peor manera, sin un solo superviviente bajo las gélidas aguas del mar de Barents.
Tras el (injusto) fracaso comercial de Valerian y la ciudad de los mil planetas (2017), el productor Luc Besson no se amilana y presenta un vistoso film que narra tan claustrofóbica desventura de manera sobria y escalofriante, gracias al notable trabajo del director Thomas Vinterberg y de un reparto internacional más que efectivo.
Kursk es un film coral en el que Matthias Schoenaerts y una embarazadísima Léa Seydoux cobran algo más de protagonismo que el resto de los actores, entre los que se cuentan Colin Firth y un Max von Sydow quizá algo mayor papel.
Técnicamente intachable, Kursk nos cuenta lo que sucede cuando el concepto de “patria” o “nación” se pone por encima de las personas. El orgullo ruso, en este caso, rechaza la ayuda extranjera hasta que es demasiado tarde, solo para que el resto del mundo no se entere de la precariedad de la maquinaria militar del país en aquellos momentos (un submarino de rescate no tiene baterías de repuesto, y sin embargo, las tiene el sumergible Mir, dedicado a la exploración de los restos del Titanic).
Más allá de esa interesante reflexión sobre lo peligroso y estúpido del patriotismo mal entendido, uno se pregunta si este tipo de películas basadas en tragedias reales (piensen en esa serie de catastróficas desdichas que ha rodado Paul Greengrass) no tienen un punto de sadismo. ¿Fatalismo pornográfico?
El film comienza con una boda, y se nos presenta a unos marineros que son buena gente, personas normales como cualquiera de nosotros y que no merecen acabar como acabaron. Sabemos lo que les va a pasar, y no podemos hacer nada por avisarles. ¿Por qué queremos ver eso? ¿Para honrar su memoria o por motivaciones morbosas?
Kursk es una buena película, pero no se puede decir que uno disfrute viéndola.
Sinopsis
Kursk se inspira en la inolvidable y verídica historia del K 141 Kursk, un emblemático buque ruso, el submarino de propulsión nuclear que se hundió en el mar de Barents en agosto de 2000. Mientras 23 marinos luchaban por su supervivencia a bordo del submarino averiado, sus familias lucharon desesperadamente contra obstáculos burocráticos, a sabiendas de que tenían escasas probabilidades de encontrar respuestas y de conseguir salvarlos.
El Kursk era un submarino del tamaño de dos Jumbos, con una longitud superior a dos campos de fútbol: era el «inhundible» orgullo y estandarte de la Flota del Norte de la marina rusa. El 10 de agosto de 2000 emprendió un ejercicio naval. Era su primer ejercicio en una década y las maniobras contaban con la participación de 30 barcos y tres submarinos. Dos días más tarde, dos explosiones internas, lo suficientemente potentes para ser detectadas por los sismógrafos en lugares tan remotos como Alaska, enviaron el barco al fondo de las árticas aguas del mar de Barents.
Por lo menos 23 de los 118 tripulantes que iban a bordo sobrevivieron a las explosiones. A lo largo de los siguientes nueve días todo el mundo estuvo en vilo, a medida que las operaciones de rescate no daban resultados y que se rechazaba la ayuda exterior. El destino de los hombre a bordo pendía de un hilo. El libro del periodista Robert Moore, A Time to Die: The Untold Story of the Kursk Tragedy, disecciona minuciosamente todas las pruebas y cada momento de las horas finales de las vidas de los desdichados marineros.
«La tragedia del Kursk fue algo que recuerdo solo de manera superficial», dice el director, Thomas Vinterberg. «Pero un detalle que recuerdo bien, de la cobertura informativa, eran los mensajes. Los mensajes que se enviaban con golpes a través del casco del Kursk, ese grito de ayuda.»
Este director danés, cofundador del movimiento Dogma 95, que ha dirigido hasta la fecha películas de arte y ensayo como La caza y Celebración, normalmente suele crear él mismo los proyectos y también escribir los guiones de sus películas. «En este caso fue una invitación del actor que protagoniza la película, Matthias Schoenaerts, con el que había trabajado en Lejos del mundanal ruido (2015). Me pidió que leyese el guión, y al poder imaginármelo como protagonista, todo me encajó. El guión de Robert Rodat era magnífico, y en él latía el tema universal de la carrera contra el tiempo. Eso es algo que todo el mundo ha experimentado en algún momento de su vida. La película trata de temas políticos y también es una hermosa historia de amor. Pero, sobre todo, me brindaba una oportunidad de tratar el tema de la carrera contra el tiempo. Hay un elevado grado de coraje y valentía en la manera en que estas personas se despiden. Me parecía que era muy emotivo y que quedaba muy bien reflejado en el guión. Cuando hube acabado de leer el guión, ya no me quedaba ninguna duda.»
Luego estaba el desafío de hacer que esa historia pasase a ser también suya. En palabras de Vinterberg, «Robert Rodat, que escribió cada diálogo del guión, puso mucho empeño en que la historia fuese verdadera, en que fuese auténtica. Eso representa un gran reto, puesto que nadie sabe exactamente lo que sucedió. Todo el mundo murió. Por ello buscamos al mayor número de expertos que pudiésemos encontrar. Además, estaba el desafío de conseguir que fuese una tragedia dramática. El protagonista, por ejemplo, en la realidad no tenía hijos. En la película, en cambio, tiene un hijo y espera otro. Queríamos que quedasen reflejados todos los marineros del Kursk, los 71 niños que quedaron sin padre. Para ello combinamos diferentes realidades. Robert Rodat y yo estuvimos colaborando en el guión durante más de un año. Al final conseguí desarrollarlo de tal manera que me permite afirmar que es una película de Thomas Vinterberg. De hecho, esa es la única manera en la que yo puedo hacerlo. Hay que lograr que el proyecto pase a ser tuyo», dice Vinterberg.
Llegado el momento de producir la película, Luc Besson –de EuropaCorp‒ confió el trabajo hercúleo al veterano productor Ariel Zeïtoun (Miss Sloane, Colombiana, Bandidas), que también ha dirigido películas. Al preguntársele por los inicios, Zeïtoun recuerda que «el proyecto había quedado parado en varias ocasiones. De repente Luc Besson tomó la decisión de darle el visto bueno. Fue entonces cuando me pidió que supervisase la producción. Con anterioridad, habían previsto un reparto mayormente americano. Colin Firth ya se había sumado al proyecto, y también Matthias Schoenaerts. Cuando yo me incorporé, tanto Luc, como Thomas y yo mismo sentimos que esta era una película básicamente europea, y que debíamos darle lo mejor que pudiésemos encontrar en Europa. Por eso decidimos ofrecerle a Léa Seydoux el papel de protagonista femenina. Así conseguimos relanzar el proyecto».
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