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Crítica: «Guardianes de la galaxia Vol. 2» (James Gunn, 2017)

Una regla no escrita cuando se enciende el proyector es que, si la película cumple cierto número de requisitos (sobre todo, entretenimiento y afinidad emocional), uno saldrá feliz de la sala. Guardianes de la galaxia Vol. 2 nos deja en esa parcela de satisfacción, pese a algún que otro inconveniente que luego comentaré.

Desde que se inventó el cine, el primer objetivo de una secuela es prolongar el éxito de su predecesora. La segunda meta ‒de la que se habla bastante menos‒ es aportar novedades que mejoren una fórmula ya conocida.

Todo esto, cuando hablamos de películas, suele requerir explicaciones y genera alguna que otra discusión. Y sin embargo, en el mundo del cómic de superhéroes ‒origen del film que nos ocupa‒ es lo habitual: cada nuevo tebeo es un reenfoque de un universo previo, con clichés similares y con un equilibrio dramático más o menos parecido.

En realidad, a la hora de hablar de Guardianes de la galaxia Vol. 2, todo ello debería sostenerse por sí mismo, y por eso mismo, no creo que hagan falta más argumentos para justificar el retorno del elenco que ya nos conquistó en 2014. Porque, créanme, cuando se estrenó aquella primera entrega, uno se enamoró de la franquicia instantáneamente. De hecho, aunque a algunos lectores les suene herético, me agradó más la película de James Gunn que los cómics protagonizados por los Guardianes que hasta entonces habían caído en mis manos. Seguramente porque jugó a favor de Gunn ese rasgo generacional que ahora solemos llamar la nostalgia de los ochenta.

Y es precisamente ese ingrediente (un destilado nostálgico de alta graduación) lo que caracteriza en mayor medida a esta secuela. El director aprovecha de nuevo el carisma del elenco original, dejando espacio para el lucimiento de Chris Pratt (Peter Quill), Zoe Saldaña (Gamora), Dave Bautista (Drax el Destructor), Bradley Cooper (Mapache Cohete), Vin Diesel (un minúsculo y entrañable Groot), Michael Rooker (Yondu) y Karen Gillan (Nebula). Descubrimos aquí a Pom Klementieff, que da vida a la ingenua Mantis, y sobre todo, aplaudimos con el resto de baby-boomers cuando aparecen en pantalla Sylvester Stallone (Stakar Ogord) y Kurt Russell (Ego). Seguramente, porque seguimos recordándolos juntos en Tango y Cash (1989), al igual que también nos acordamos de haber visto a Rooker y a Sly en Máximo riesgo (1993).

¿Es aquí la pirotecnia digital tan suntuosa como cabe esperar en una superproducción Marvel? Sin duda, lo es. ¿Y tiene gracia lo que les pasa a los personajes a lo largo de 136 minutos? Desde luego que sí…, aunque no siempre y no tanto como debiera. En todo caso, es verdad que tenemos tiempo para reírnos, para emocionarnos con los combates espaciales e incluso para apreciar una continua ternura.

Una vez dicho esto, voy con los problemas, que seguramente serán intrascendentes para la mayor parte de la audiencia, pero que acaban diferenciando una obra apreciable, o más o menos grata, de una obra redonda.

Digamos que todo en Guardianes de la galaxia Vol. 2, desde la banda sonora hasta buena parte de los recursos humorísticos, insiste en la fetichización de aquella época en la que Gunn y buena parte del público éramos niños o adolescentes. La totemización de los setenta y de los ochenta es aquí absoluta, y las referencias en este sentido van desde lo más obvio ‒David HasselhoffCheers, la estética de los álbumes de cromos, los grandes éxitos de la FM…‒ hasta lo más sutil ‒las versiones disco de Meco Monardo, los toques psicoanalíticos en la estela de Luke y Darth Vader, Shirley Eaton en Goldfinger, los homenajes al diseñador Roger Dean…‒. Como resultado de ese bombardeo sensorial, resulta difícil caer en la cuenta de que este es un film con mucho brillo, pero más episódico, autocomplaciente y disperso que la entrega de 2014.

En algunos momentos, las luces de este pinball parpadean demasiado, como ocurre cuando Tarantino acumula en exceso sus recuerdos de videoclub. Por otro lado, en su afán por ampliar la base demográfica de su público, las alusiones más infantiles, ternuristas o ingenuas se alternan con algún chiste algo más irreverente, al estilo del viejo Saturday Night Live, recargando el metraje con guiños en todas las direcciones posibles, como si las prioridades narrativas fueran variando sobre la marcha.

Todo ello no es necesariamente malo, y además queda disimulado por la calidad técnica del envoltorio, pero me hace pensar en ciertos tramos de la película en los que el hechizo se pierde por completo, y en los que la construcción del guión se desequilibra peligrosamente, dando la impresión de que se ha escrito a retazos.

Como ven, este nivel que separa la saciedad de la indigestión es personal, y depende de muchas y discutibles circunstancias. En todo caso, no duden que Guardianes de la galaxia Vol. 2 será un éxito instantáneo, y tampoco duden que es insuperable su record: el film contiene nada menos que cinco escenas post-créditos.

Sinopsis

Awesome Mix Vol. 2 es el nuevo telón de fondo sonoro de Guardianes de la Galaxia Vol. 2 de Marvel que narra las aventuras del equipo mientras atraviesan los confines del cosmos. Los Guardianes deben luchar para mantener unida a su nueva familia mientras desentrañan el misterio de la verdadera filiación de Peter Quill. Los viejos enemigos se convierten en nuevos aliados y los personajes favoritos de los fans provenientes de los cómics clásicos acudirán en ayuda de nuestros héroes mientras el Universo Cinematográfico Marvel sigue expandiéndose.

Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

Copyright de imágenes y sinopsis © Marvel Studios, Walt Disney Studios. Cortesía de The Walt Disney Company Spain. Reservados todos los derechos.

Guzmán Urrero

Colaborador de "La Lectura", revista cultural de "El Mundo". Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador habitual de las páginas de cultura del diario ABC y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.