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Crítica: ‘Godzilla: Minus One’ (2023)

Mientras Hollywood no sabe muy bien qué hacer con Godzilla, metiéndole en películas y series que se sitúan a medio camino entre el agonizante cine Marvel y aquellas películas infantiles de los años 60-70 en las que el dinosaurio mutante más famoso de Japón pasaba de ser una catástrofe a un héroe protector del archipiélago, del país original de la bestia nos llegan con cuentagotas títulos en los que se confirma lo que ya sabemos: si quieres una buena película de Gojira, pídesela a los japoneses.

Después de la soberbia sátira Shin Godzilla (2016), en la que además se mostraba a una perturbadora y terrorífica variación del «rey de los monstruos», llega una cinta que ha entusiasmado a propios y extraños: Godzilla Minus One, una vuelta a los orígenes, sí, pero con un enfoque muy distinto de la obra maestra original de Ishirō Honda, Japón bajo el terror del monstruo (1954). Aquella película tomaba como «inspiración» la película estadounidense El monstruo de tiempos remotos (1953) para elaborar una obra en la que se volcaba el trauma nacional de la guerra, en especial los efectos sobre la población civil y el sentimiento de culpa, representado por el torturado personaje del científico Serizawa, quien se sacrifica al final para destruir a la criatura, siguiendo el espíritu kamikaze.

Godzilla Minus One se desarrolla en plena posguerra, en un Tokio que intenta reconstruirse tras los bombardeos incendiarios. Japón va dejando atrás los excesos imperialistas y la propia psicología feudal para modernizarse, aunque lo primero es sobrevivir. El protagonista principal, Shikishima (Ryunosuke Kamiki), vuelve de la guerra con trauma por su cobardía, que le impidió cumplir como piloto kamikaze y, además, permitió que la criatura Gojira aniquilara a toda una base militar. Mientras se ocupa de una familia adoptiva que le ha caído sin comerlo ni beberlo, sus remordimientos no le dejan dormir tranquilo.

La aparición de Godzilla, mutado de dinosaurio anfibio a monstruo gigante con poderes de regeneración y rayo fulminante por obra y gracia de las pruebas nucleares estadounidenses, redobla el trauma del protagonista, que deberá optar por la vía del honor kamikaze o dejarse de tonterías y cuidar del bienestar de la niña que tiene a su cargo.

El film comienza de manera bastante siniestra, en especial por el comportamiento de los personajes, pero va elevándose a zonas más luminosas, apostando por el trabajo en equipo constructivo y sensato, por el sentimiento de comunidad productivo, en una evolución del patriotismo que deja atrás las ideas de romanticismo nacionalista y el sacrificio por el sacrificio. Todo esto se logra con un plantel de estupendos personajes secundarios, no necesariamente complejos, pero sí creíbles y que aportan sentido a la trama.

En este sentido, Godzilla Minus One quizá sea la primera película en la que realmente estamos más pendientes de lo que les suceda a los personajes humanos que de la monstruosa criatura. Las decisiones que toman estos homo sapiens provocan el máximo interés, potenciando el suspense, la adrenalina y hasta la lagrimita.

Por otro lado, Godzilla Minus One es un prodigio técnico, sobre todo teniendo en cuenta los rumores de un presupuesto risible, comparado con lo que maneja cualquier cinta estadounidense. Con secuencias en las que podemos ver la influencia de Spielberg o Cameron, y con un Godzilla que se muestra a plena luz del día, sin filtros, destellos o sucios trucos digitales para «maquillar» los malos efectos (que es lo que se suele hacer actualmente en Hollywood), la cinta ofrece espectáculo, pero siempre con una intención narrativa. Nunca llegamos a «disfrutar» como tal con las acciones del monstruo, y el inmortal tema de Akira Ifukube vuelve a sonar terrorífico, no triunfal.

La película está dirigida por Takashi Yamazaki, uno de esos cineastas de la generación X que se interesaron por el cine gracias a Lucas y Spielberg, algo que se nota en su manera de rodar y montar, pero siempre sin perder la esencia patria (Kurosawa y Ozu viven también dentro de este Godzilla). Un trabajo excelente tanto en los momentos épicos como en los íntimos.

Godzilla Minus One ha tenido una distribución mínima y pésima en España, y aún así podemos darnos con un canto en los dientes por haber tenido la oportunidad de verla en salas comerciales. Seguramente, la próxima chapuza estadounidense de «Godzilla» (importantes las comillas) estará disponible en todos los cines españoles, pero así están las cosas.

Copyright del artículo © Vicente Díaz. Reservados todos los derechos.

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Vicente Díaz

Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad Europea de Madrid, ha desarrollado su carrera profesional como periodista y crítico de cine en distintos medios. Entre sus especialidades figuran la historia del cómic y la cultura pop. Es coautor de los libros "2001: Una Odisea del Espacio. El libro del 50 aniversario" (2018), "El universo de Howard Hawks" (2018), "La diligencia. El libro del 80 aniversario" (2019), "Con la muerte en los talones. El libro del 60 aniversario" (2019), "Alien. El 8º pasajero. El libro del 40 aniversario" (2019), "Psicosis. El libro del 60 aniversario" (2020), "Pasión de los fuertes. El libro del 75 aniversario" (2021), "El doctor Frankenstein. El libro del 90 aniversario" (2021), "El Halcón Maltés. El libro del 80 aniversario" (2021) y "El hombre lobo. El libro del 80 aniversario" (2022). En solitario, ha escrito "El cine de ciencia ficción" (2022).

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