1953, prisión de Varsovia. Un hombre desnudo yace torturado en el suelo de una celda sin ventanas. Es el obispo de la capital polaca.
Polonia, bajo el dominio político de la URSS, vive sus momentos más oscuros tras la liberación de la invasión alemana, lo que ha dado pie a otra pesadilla, el sometimiento a la tiranía del comunismo y la persecución a todo individuo e institución que no se ajuste al nuevo orden ideológico. Pero aquí, con la Iglesia han topado.
El gobierno del país está liderado por el camarada Gomulka (Adam Ferency), títere del Kremlin, fanático dirigente y mediocre individuo, que impone con mano de hierro un régimen que choca frontalmente con la tradición y la fe católica de su país, lo que le obliga a contener la represión contra el estamento eclesiástico.
En medio de estas tinieblas, una figura desafiante y poderosa se alza con autoridad, el primado de Polonia, Stefan Wyszyński (Slawomir Grzymkowski), fino estratega que habrá de lidiar con la maquinaria del partido, y que está sujeto a un continuo espionaje, rodeado de traidores, y obligado a caminar con tiento por el estrecho alambre de la política impuesta.
El primado de Polonia narra con solvencia un capítulo determinante de la historia de este país, correspondiente a un período que abarca el final de la Segunda Guerra Mundial hasta el desmoronamiento del comunismo en Europa. La historia se desarrolla manteniendo el interés, entre intrigas palaciegas, conspiraciones, y pactos con el diablo. Paralela a la trama principal, corre otra subtrama de carácter humano centrada en un grupo de personajes cotidianos, trabajadores y desclasados que sufren con dureza los rigores de la miseria y la represión.
Asistimos en un flashback a una escena elocuente. 1939, una trinchera en el frente; en ella se halla el joven Stefan siendo aún sacerdote, rodeado de soldados heridos y aterrados. En medio del campo de batalla, entre balas y explosiones de mortero, un campesino cultiva el terreno. El sacerdote corre hacia él y le derriba para protegerle tomándole por un loco, a lo que el campesino responde “hay que sembrar, si no sólo quedarán tierras baldías”.
Esta frase nos da la clave del modo de pensar y actuar del primado a lo largo de la historia, de cómo se verá en ese tiempo de posguerra obligado a sembrar fe y moral en las almas de su pueblo, en medio de ese campo de batalla minado que es la política despiadada con la que tiene que contender, y que amenaza con convertir a Polonia y a media Europa en un erial.
La película podría dar, por momentos, la impresión de caricaturizar a los dirigentes comunistas y su sistema, como esos maléficos villanos de James Bond que hacen de su resentimiento un modo de vida y que causan el mal por mero vicio. Y así parecería, de no ser porque conocemos la historia, y el carácter fanático y psicopático de esta clase de individuos que estuvieron al frente de los gobiernos tutelados por el régimen soviético en países como la Alemania Oriental, Hungría, Checoslovaquia, Rumanía, y la misma Polonia.
Entre otros hábiles movimientos, el primado proyectará la ascensión de un joven sacerdote llamado Karol Wojtyla, quien con el correr de los años acabaría llegando a Roma y convirtiéndose en el Papa de la Iglesia Católica. Y es que Juan Pablo II fue una figura determinante que contribuyó al desmantelamiento ideológico del comunismo en Polonia, y por ende de todos los países de la Europa del este subyugados por la antigua URSS.
Drama histórico, planteado con sencillez y modestia de recursos, esta película dirigida por Michal Kondrat se degusta con interés y agrado. La historia ensalza la figura de un hombre comprometido, astuto, y hábil negociador, que supo moverse en un mundo de muros de acero, y ser guía de su pueblo entre la niebla gris de la tiranía comunista que asoló media Europa durante varias décadas del agitado siglo XX. Un episodio negro de la Historia, que conviene no olvidar en estos momentos convulsos de políticas populistas y extremismos erráticos.
Sinopsis
Tras tres años de encarcelamiento a manos de las autoridades comunistas, el cardenal Wyszyński, el primado de Polonia, vuelve a estar a la cabeza de la Iglesia en Polonia. Un líder espiritual y visionario, que deberá tratar con las autoridades comunistas para negociar más derechos para la Iglesia y la nación oprimida. El aparente acuerdo se convierte en una guerra silenciosa: una lucha por la libertad religiosa y la dignidad humana.
Basada en hechos reales, El primado de Polonia se sumerge en la historia del cardenal polaco Stefan Wyszyński (1901-1981). Wyszyński fue ordenado sacerdote en 1924. Durante la Segunda Guerra Mundial, las autoridades nazis emitieron una orden de arresto sobre él. Al estallar el alzamiento de Varsovia, durante la organización de la resistencia, se convirtió en el capellán del hospital de los insurgentes de la Armada Nacional Polaca. Al finalizar la guerra en 1946 fue ordenado obispo y un año después se le otorgó el título de Primado de Polonia. Más tarde, fue ordenado cardenal, a pesar de la persecución religiosa que se sufría en el país. Stefan Wyszyński es recordado como una gran figura de la historia de Polonia.
Stefan Wyszyński mantuvo una estrecha relación de amistad con el que fue el primer Papa polaco de la historia: Juan Pablo II, quien le dedicó al Cardenal estas palabras un día después de su nombramiento papal: «No habría ningún Papa polaco (…) si no fuera por tu fe, que no retrocedió ante la prisión y el sufrimiento». La película se estrena unas pocas semanas después de la fecha que se celebra el 10º aniversario de la canonización de Juan Pablo II (27 de abril de 2014).
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