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«303» (2004-2005), de Garth Ennis y Jacen Burrows

Si Chronicles of Wormwood (2006-2007), de Garth Ennis y Jacen Burrows, me recuerda a lo que más me gusta de la etapa de Ennis en Hellblazer y a lo que menos de Predicador , hablar de 303 se me antoja entrar en terrenos más solemnes y valiosos. Olvídense del Garth Ennis (superficialmente) irreverente, guasón y enervante; el tono de este portentoso tebeo político/bélico va por otros cauces.

El inicio ya resulta magistral: “El fusil decía más que el hombre”, comienza diciendo el narrador. Y, como veremos, así es.

Porque, a grandes rasgos, 303 expone la historia de un veterano militar ruso al que nos encontramos en los estertores decadentes del conflicto afgano y cómo, sin comerlo ni beberlo, emprenderá un periplo crepuscular hasta los Estados Unidos con un cometido muy concreto. Su peripecia vital última es en realidad una misión de obcecación y desespero, ordenada por la presión espiritual de millones de soldados muertos antes que él, por los fantasmas de guerreros nobles que murieron por nada y que claman venganza. El fusil que empuña mata con las voces de millones de muertos.

De esta manera, 303 se erige, por afiliación temática y vocación existencialista, en primo hermano involuntario de No es país para viejos, la fatigada regurgitación contemporánea de siglos de violencia occidental que, destilada por la pluma de Cormac McCarthy, los hermanos Coen tan bien plasmaron en la gran pantalla. 303 no le va a la zaga en violencia y aliento poético. Su Danko particular se autoproclama portador de la angustia acumulada por nuestro planeta regado mil veces con sangre humana y llegará hasta las últimas consecuencias para satisfacer su pleito con la humanidad.

Resulta cuando menos sorprendente que la épica anglosajona más conseguida de esta década no repose en manos de artistas de signo conservador: mientras maestros de la narrativa bélica como Tom Clancy, John Milius o David Morrell (¿del mundo del cómic quién podría alinearse en tal cota? ¿Mike Baron?) languidecen, en apariencia definitivamente, con un declive marcado por la capa caída y una decadencia irremisible, personalidades asumidas como liberales por los mass media, como McCarthy, encabezan la rescritura épica de nuestros tiempos. Y a mí personalmente me ha asombrado que un autor de ramalazo anarquista, nihilista y anti-imperialista como Garth Ennis haya sido capaz de formular una crónica tan marcialmente erudita, trepidante de ritmo y honda de anhelo.

Ennis coincide con el decadentismo europeo en su antiamericanismo de salón, pero en su caso está bien argumentado, casi justificado, en lo que a 303 atañe: no es una pose arribista, no hay en él una gota de Loaches o Francinos. Además, este antiamericanismo sirve muy bien a sus propósitos dramáticos. Es, pues, un posicionamiento absolutamente coherente con la tesis de su obra e, incluso, permite alcanzar conmovedores hitos en su expresión artística: así, cuando al inicio de nuestra aventura, el malherido protagonista yace al borde del desmayo fatal en suelo afgano y percibe la llegada de fuerzas yanquis (escucha el motor de sus helicópteros de combate cual trompeta anunciadora del General Custer), su subconsciente recita una preciosa tesis/antítesis: 1º: “Enseguida llegaría la caballería”. Y 2º, a bocajarro: “La caballería llegará y nos matarán a todos”.

Él es ruso: el indio de esta historia. Para él no hay esperanza de salvación.

A su manera, Ennis ha formulado desde la inteligencia un desgarrador manifiesto del sinsentido inherente a toda guerra ‒guerra inherente a su vez a toda existencia humana, parece ser‒, a la manera que, paradójicamente, Sylvester Stallone lo hizo desde la víscera en su también fundamental John Rambo. Ambos llegan a conclusiones diferentes (¿seguro?), pero entretanto ambos abrazan la masacre como un mal ya no necesario, sino inevitable al hombre.

A Jacen Burrows no se le da tan bien el realismo intolerante como la tolerante sátira, y sus personajes deambulan con excesivo trazo grueso de muñegotes, la expresividad congelada en clichés superheroicos; pero su narrativa visual es suficientemente eficaz y aplicada para acompañar sin estridencias, con paso (amable) de oca la portentosa carga de metralla que este cómic, que este importante cómic, contiene y detona en su lectura.

Copyright del artículo © Hernán Migoya. Previamente publicado en Comicsario, un blog para la fenecida editorial Glénat España. Reservados todos los derechos.

Hernán Migoya

Hernán Migoya es novelista, guionista de cómics, periodista y director de cine. Posee una de las carreras más originales y corrosivas del panorama artístico español. Ha obtenido el Premio al Mejor Guión del Salón Internacional del Cómic de Barcelona, y su obra ha sido editada en Estados Unidos, Francia y Alemania. Asimismo, ha colaborado con numerosos medios de la prensa española, como "El Mundo", "Rock de Lux", "Primera Línea", etc. Vive autoexiliado en Perú.
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