Es así de sencillo: una civilización alienígena, los Insectores, ataca con fuerza devastadora la tierra. Un piloto humano, Mazer Rackham, ejecuta una maniobra suicida y destruye la nave nodriza de los invasores. El balance postbélico es devastador. Millones de muertos y el mundo en ruinas son motivo suficiente para que la Flota Internacional desarrolle un programa especial de combate, diseñado para evitar una segunda invasión.
De acuerdo con ese programa de defensa, niños con habilidades especiales son seleccionados y adiestrados como cadetes para convertirse en la vanguardia militar frente a los Insectores.
Buena parte del metraje de El juego de Ender se centra en la compleja relación que se establece entre el coronel Hyrum Graff (Harrison Ford), la psicóloga Gwen Anderson (Viola Davis) y el preadolescente Ender Wiggin (Asa Butterfield), un chico que se desenvuelve con una intuición natural prodigiosa, frío cuando hace falta y bien dotado para la estrategia.
La posibilidad de que Ender se convierta en el nuevo Comandante en Jefe de la Flota Internacional flota en el aire desde el momento en que un trasbordador espacial le conduce hasta la Escuela de Guerra.
Aunque el sudafricano Gavin Hood, responsable de títulos como Expediente Anwar y X-Men orígenes. Lobezno, solo tiene reputación de artesano, lo cierto es que se maneja con soltura en esta película, que en principio se presenta como una space opera, y que sin embargo, podemos interpretar como un drama adolescente –una historia de crecimiento y superación– rematada con ingredientes de alegoría antibélica.
Con una parafernalia de efectos digitales más que aceptable, El juego de Ender está narrada con tanta corrección como falta de ímpetu. Por eso mismo, no defrauda, pero tampoco llega a provocar entusiasmo.
Por destacar un aspecto muy positivo, me quedo con la impecable interpretación de Butterfield, bien secundado por Ford y Davis. Menos intenso, Ben Kingsley realiza una intervención casi episódica en la que toda la fuerza recae sobre su llamativo maquillaje maorí.
Los lectores más partidarios de la novela de Orson Scott Card en la que se inspira la cinta probablemente se sientan defraudados ante la obvia simplificación del texto original, sobre todo en lo que se refiere a los dos hermanos de Ender, Peter Wiggin (Jimmy Pinchak) y Valentine (Abigail Breslin).
Lo mismo cabe decir sobre el tramo final de la novela, que se traduce en imágenes con eficacia pero, asimismo, con excesiva premura.
Desde que en 1985 publicó la primera versión de su libro, Orson Scott Card ha desoído los cantos de sirena de Hollywood. Decidido a mantener el control artístico sobre esta adaptación cinematográfica, el escritor ha participado en la escritura de un guión en el que también han dejado su impronta, en distinta medida, el propio Hood, David Benioff, D. B. Weiss y Wolfgang Petersen, que en un principio iba a ser el realizador del film.
Les cuento esto porque las infidelidades a la obra original, que no son tantas ni tan graves, han sido bendecidas por el padre de la criatura.
Sinopsis
Un extraordinario chico superdotado de 12 años recibe la preparación necesaria para convertirse en el líder militar definitivo de las fuerzas armadas de la Tierra en El juego de Ender, la esperada adaptación para la gran pantalla de la clásica novela de ciencia ficción ganadora de los premios Hugo y Nebula.
Tras sobrevivir a un devastador ataque de una temible raza alienígena conocida como los insectores, los habitantes de la Tierra han pasado años preparándose para su previsible regreso a base de criar a una nueva generación de niños superdotados a los que instruyen para la guerra. Los jóvenes más inteligentes y brillantes del planeta son reclutados para asistir a la Escuela de Batalla, una estación espacial en órbita, donde compiten por tener la oportunidad de convertirse en comandante de las Fuerzas Internacionales. Valiéndose de sofisticadas simulaciones por ordenador y de rigurosos ejercicios parecidos a juegos, se preparan sumidos en un ambiente de gran violencia e intensa competitividad, sabiendo que únicamente uno de ellos podrá dirigir a todos los demás.
Ender Wiggin (Asa Butterfield) es un caso excepcional, incluso entre sus compañeros, ya de por sí extraordinarios. Su particular combinación de inteligencia, empatía y brillantez estratégica hacen que destaque en su clase y en la Sala de Batalla, un terreno de juego a gravedad cero, donde se disputan partidas de juegos futuristas con pistolas láser, que permiten poner a prueba las aptitudes físicas y estratégicas de los reclutas. Sin embargo, los singulares dones de Ender despiertan la envidia de sus compañeros, y el comandante de la escuela, el coronel Hyrum Graff (Harrison Ford), distancia deliberadamente a Ender de los demás niños para poner a punto sus propias habilidades de liderazgo.
Aunque en un primer momento Ender sea un marginado, su prodigiosa comprensión de la naturaleza humana le permitirá ir formando poco a poco una coalición entre sus semejantes, y no tardará en ascender, para ingresar en la Escuela de Alto Mando, situada en un lejano planeta.
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