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Crítica: ‘De naturaleza violenta’ (2024)

En las películas de Viernes 13, el asesino Jason Voorhees aparece de la nada para asustar y exterminar a idiotas en el campamento Crystal Lake y sus boscosas inmediaciones. El espectador, esperando a que Jason haga su aparición, a lo que asiste es a las conversaciones y magreos entre las futuras víctimas, pero, ¿qué hace Jason mientras tanto? De naturaleza violenta trata de responder a esa pregunta, siguiendo a Jason en sus caminares lentos, pero sin pausa, por el bosque en busca de nuevas presas. Aquí Jason se desplaza, localiza, acecha y ataca con un tempo y unos usos estilísticos inusuales para un slasher de argumento clásico como es este.

De acuerdo, el matarife redivivo de De naturaleza violenta no es Jason Voorhees, sino un tal «Johnny» , y su historia de origen es ligeramente distinta, pero eso es como decir que Charles Foster Kane no es William Randolph Hearst. Desde 2009 no hemos vuelto a ver al entrañable asesino en cine, y todo por culpa de un interminable barullo legal sobre los derechos, así que algunos directores han decidido generar sus propios «Jasons» con mayor o menor fortuna. Quizá el mejor intento haya sido Victor Crowley el vengativo y furioso revenant de la tetralogía Hatchet, creado por Adam Green. En el caso de De naturaleza violenta, se abandona el caricaturesco tono de gore cómico de Hatchet y se opta por un ritmo (falsamente) pausado y una atmósfera (fantásticamente) realista, pero no falta un humor negro quizá más sutil, pero no indetectable.

Lo que el director Chris Nash, que aquí se estrena en el largometraje, lleva a cabo sería algo así como una adaptación a cine del último videojuego de Viernes 13 (2017), pero dirigida por el Gus Van Sant de Last Days. Al igual que en el juego, cuando elegimos jugar como asesino, la mayor parte del tiempo lo que vemos es la espalda de Jason (Jason’s Back!), o en este caso la espalda de «Johnny», mientras se mueve por unos parajes naturales muy bien captados tanto por la imagen como por el sonido. Como novedad muy de agradecer, la película carece de banda sonora extradiegética, y solo escuchamos las canciones que los jóvenes escuchan en sus reproductores (incluyendo un interesante uso del walkman). También, gracias sean dadas a los dioses, se eliminan los efectos de sonidos de tensión y susto, si bien el sonido ambiente sí es manipulado de manera intencionada.

Quizá el film logre sacar de quicio al público actual, afectado de un agudo caso de déficit de atención, pero la parsimonia del asesino y de las imágenes, que se recrean en la atmósfera que genera el propio entorno forestal, acentúan una tensa calma que remite -sin imitarle ni homenajearle directamente- a John Carpenter.

De naturaleza violenta se coloca en un lugar opuesto al terror modelo James Wan, donde en el primer minuto ya nos han intentado dar tres sustos. Alguien se quejará de que esto es un nuevo ejercicio del detestado «terror elevado», o aplaudirá al film por eso mismo. Sinceramente, no termina de quedarme muy claro qué es eso del «terror elevado», al considerar que hay infinitas maneras de plantear una película de miedo, y que exigir solo una se mueve entre la condescendencia y lo reaccionario, dos actitudes que no casan bien con el amor por este género.

Como suele suceder, han llegado rumores (inventados o no) sobre espectadores con mareos y náuseas durante las proyecciones de De naturaleza violenta a causa de sus escenas sangrientas. En realidad, el gore, sin ser malo, no es el mejor que se ha visto en los últimos tiempos ni el más bruto (pongamos como ejemplo las películas de Terrifier). De hecho, el asesinato más llamativo del film se asemejaría a uno de esos Fatalities del personaje de Scorpion en los videojuegos de Mortal Kombat (se puede sospechar que el director es un jugón de tomo y lomo). El gore, en resumen, cumple, si bien aquí importa más el ritmo (meritorio montaje) y la ambientación.

De naturaleza violenta, al seguir al asesino y dejar a los humanos en segundo plano (básicamente, al darle la vuelta a un slasher tradicional), certifica esa realidad que a veces nos cuesta admitir: en las películas de Viernes 13, estamos siempre de parte de Jason. En el film de Chris Nash no nos dan ninguna pena las víctimas, que en su mayor parte se merecen todo lo que les pasa por idiotas (aclaración para improbables indignados: aquí se está hablando de una obra de ficción), si bien durante su tenso e inusual epílogo, la cámara abandona al asesino y lo oculta, siguiendo a la inevitable «final girl». ¿Un toque de humanidad o un juego travieso y perverso para tener al público en tensión, esperando el primer susto de la película?

Como con todas las películas de terror de calado, desde La bruja de Blair a Hereditary, pasando por The Lords of Salem, posiblemente se produzca una polarización de opiniones y florezcan las discusiones acaloradas respecto a De naturaleza violenta. Bienvenido sea todo eso, siempre preferible al desinterés general.

Sinopsis

La enigmática resurrección, masacre y retribución de un muerto viviente en un remoto bosque desata a un nuevo asesino icónico.

Adéntrate en el remoto bosque donde despierta el terror de los muertos vivientes. In a Violent Nature le da la vuelta al guion de los slashers tradicionales, invitándote a presenciar la masacre a través de los ojos del monstruo…

Un grupo de jóvenes se lleva un medallón de una torre de vigilancia contra incendios derrumbada en el bosque. Lo que desconocen es que esta sepulta el cadáver podrido de Johnny, un espíritu vengativo impulsado por un horrible crimen ocurrido hace 60 años. Y una vez se llevan el medallón, su cuerpo resucita con el único propósito de recuperarlo. El muerto viviente acecha al grupo de adolescentes de vacaciones responsables del robo y en su misión de recuperar el medallón procede a masacrarlos metódicamente uno tras otro, junto con cualquiera que se interponga en su camino.

Copyright del artículo © Vicente Díaz. Reservados todos los derechos.

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Vicente Díaz

Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad Europea de Madrid, ha desarrollado su carrera profesional como periodista y crítico de cine en distintos medios. Entre sus especialidades figuran la historia del cómic y la cultura pop. Es coautor de los libros "2001: Una Odisea del Espacio. El libro del 50 aniversario" (2018), "El universo de Howard Hawks" (2018), "La diligencia. El libro del 80 aniversario" (2019), "Con la muerte en los talones. El libro del 60 aniversario" (2019), "Alien. El 8º pasajero. El libro del 40 aniversario" (2019), "Psicosis. El libro del 60 aniversario" (2020), "Pasión de los fuertes. El libro del 75 aniversario" (2021), "El doctor Frankenstein. El libro del 90 aniversario" (2021), "El Halcón Maltés. El libro del 80 aniversario" (2021) y "El hombre lobo. El libro del 80 aniversario" (2022). En solitario, ha escrito "El cine de ciencia ficción" (2022).