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Crítica: ‘Cualquiera menos tú’ (‘Anyone But You’, 2023)

Olvidé en casa las gafas de ir al cine, de modo que me senté en la primera fila, donde para ver toda la pantalla hay que girar la cabeza como en un partido de tenis, y los subtítulos parecen el rótulo de una óptica. Así que no tuve más remedio que trasegar esta empalagosa tarta de boda con una cuchara sopera, rodeado de un público complaciente que le reía las gracias, y más tenso que Tim Burton viendo la director´s cut extended version de Sonrisas y lágrimas.

Bea (Sydney Sweeney) se está haciendo pis (así se inicia esta incontinente historia de amor). Entra en una cafetería, pero le niegan la llave del baño salvo que vaya a consumir, cosa que no puede hacer de inmediato por la larga cola en la caja. Ben (Glen Powell), un mocetón trajeado de casual, saldrá mágicamente en su auxilio. El flechazo está disparado, ese francotirador diabólico llamado Cupido la ha vuelto a liar, y no van ni cinco minutos de película.

El caso es que este encontronazo hormonal se disuelve al poco como un azucarillo por aquello de la mala comunicación, especialmente la que cada uno de los protagonistas mantiene consigo mismo en su destartalada psique. Meses después, para reiniciar el conflicto, Barbie y Ken… perdón, Bea y Ben, se reencuentran, y se ven hostilmente obligados a compartir un evento, la boda que van a contraer la hermana de ella y una amiga de él. Y sin más premisas, vemos embarcando rumbo a Australia ‒lugar elegido para la boda‒, al variopinto grupito de friends que protagonizan este atropellado intento de comedia coral.

Toda la cinta transcurre entre el continuo tira y afloja de nuestros muñecos protagonistas jugando a hacer que se detestan, ocultando sus sentimientos, y en una actitud de una inmadurez cercana a la de una chirimoya fuera de temporada. Todo entre triángulos amorosos, y torpes injerencias de amigos y familiares que causan cringe (cringe, sí, término que se pronuncia en un diálogo y que entenderá el público juvenil al que va dirigida esta peripecia).

La película es, además de una mayonesa ligeresa, un continuo anuncio de Dolce & Gabbana al que no le faltan playas idílicas, erotismo, colores pastel, pases de bikinis, y gente rabiosamente ideal de la muerte. Y cito aquí al genial y siempre acertado youtuber Mariano Rodríguez: «Es como una mala porno que no acaba de arrancar». El humor (con perdón del Humor), es un pica-pica mal molido entreverado de malos entendidos, situaciones forzadas, y gags bochornosamente previsibles. Sólo la claudicación, a mitad del metraje, te lleva a aceptar lo inevitable, y a dejarte seducir por este síndrome de Estocolmo en el que te embarca la historia. Y es que no te queda otra que enamorarte de esta pandilla de secuestradores de neuronas, y acabar empujando como un mamporrero por el bien de un happy end que no es sino el de tu propia liberación.

Hollywood nos vuelve a inyectar otra sobredosis de relaciones tóxicas, alentando a que perfectos desconocidos se lancen ciegamente por el tobogán del amor en caída libre, directos al desastre y a la consiguiente terapia de superación. Pero no, estas cosas no pasan en las comedias de mermelada y miel, aquí hay que desliar un nudo gordiano en hora y media y dejarlo trenzado en un bonito lazo rosa. Esta peli es una de príncipes y princesas, y perdices enlatadas como para sobrevivir a un apocalipsis zombi.

No malinterpretes mis palabras, con esta película te lo puedes pasar hasta bien si no te autoengañas. El problema no está en la dosis del entretenimiento, sino en la pureza de su corte.

Hace ya muchos años que nos dejaron huérfanos ‒sin declarar herederos conocidos‒, Howard Hawks, Ernst Lubitsch, Billy Wilder… Y mira que recoger la herencia salía tan barato como ponerse a copiar sin disimulo, pero ni por esas. Tampoco hay que irse tan lejos, hubo en los 80 y 90 un repunte simpático y cuidado de la comedia romántica, estilo que trata de emular Cualquiera menos tú. Pero olvídate de La fiera de mi niña, El apartamento, Cuando Harry encontró a Sally, o Notting Hill, de estrellas como Katharine Hepburn, Cary Grant, Julia Roberts o Tom Hanks, y disponte a festejar clichés y actores que son meras pegatinas de quita y pon.

Esta película no es repostería fina, no. Es una alambicada tarta de cartón, como si le raspases lo más grasiento a Algo pasa con Mary y quedase sólo un tufillo de ordinariez acorde a la sensibilidad de los tiempos. Una IA no lo hubiera guionizado mejor. Cualquier menos tú es una boda sin las otras tres bodas ni el funeral, sin elegancia, sin un Mr. Bean oficiando ceremonias, y nos dibuja unos personajes más planos que un videojuego de Arcade.

Si quieres salir de la sala sudando azúcar, esta es tu película. Si sueles dejar el cerebro en casa cuando vas al cine, también. Si vas con tu pareja, y quieres pasar un rato de risas tontas, porque llevas una semanita que no sirve ni para echar al reciclaje, entonces te la recomiendo, que hasta sales de la sala con un agradable regusto de placer bobo, no te digo yo que no. Pero puestos a elegir en la cartelera, cualquiera menos Cualquiera menos tú.

Sinopsis

Cualquiera menos tú es la nueva comedia digida por Will Gluck (Peter Rabbit, Peter Rabbit 2).

Bea (Sydney Sweeney) y Ben (Glen Powell) parecen la pareja perfecta, pero tras una increíble primera cita sucede algo que enfría su fuerte atracción, hasta que se encuentran inesperadamente en una boda en Australia. Así que hacen lo que cualquier adulto haría: fingir que son una pareja…

Copyright del artículo © Fernando Mircala. Reservados todos los derechos.

Copyright de imágenes y sinopsis © Sony Pictures. Reservados todos los derechos.

Fernando Mircala

Artista, escritor, traductor y fotógrafo. Premio Lazarillo en el año 2000. Entre otros libros, es autor de 'Ciudad Monstrualia' (2001), 'El acertijo de Varpul' (2002), 'Eclipse en Malasaña. Una zarzuela negra' (2010), 'Lóbrego romance, pálido fantasma' (2010), 'Compostela iconográfica' (2012), 'Pentagonía' (2012), 'En un lugar de Malvadia' (2016; ilustrado por Perrilla), 'Pánico en el Bosque de los Corazones Marchitos' (2019), 'Versos para musas y cuatro cuentos de Edgar Allan Poe' (2019) y 'Concéntrico' (2022).

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