Así que tenemos un coche rojo con voluntad propia, pero no se llama Christine, y un mundo poblado por vehículos que piensan y se mueven solos, pero no es La rebelión de las máquinas. Solo Disney es capaz de hacer una película familiar usando ideas de Stephen King, por lo que se ve, y el caso es que el resultado no es nada malo.
Bueno, hay que dejar claro que, si prescindimos de la naturaleza de los personajes y el mundo en el que viven, la historia no es nada original. De hecho sigue el cliché hollywoodiense de «joven vanidoso y urbanita aprende el valor de la amistad y las pequeñas cosas en un pueblo». Esta estructura tan clásica, eso sí, ha dado obras interesantes como la serie Doctor en Alaska o la entretenida y olvidada película de Frank Darabont The Majestic. Cuando se recurre a fórmulas, el interés radica en los detalles, y a la hora de idear detalles geniales, PIXAR apenas tiene rival (Miyazaki, Robert Rodríguez y pocos más).
El dominio total de la infografía por parte de John Lasseter y su equipo provoca que nos olvidemos de estar viendo una película de animación a los cinco segundos de haber comenzado (o antes, gracias al ya tradicional y delicioso cortometraje previo a la película, en esta ocasión titulado Hombre orquesta), recreando un mundo construido por y para los vehículos, y no solo eso: los insectos son pequeños «escarabajos», las formaciones rocosas tipo Monument Valley reproducen detalles de automóviles y en el cielo se observan algunas nubes idénticas a huellas de neumático.
En realidad, si uno lo piensa, es un mundo terrorífico, pero los creadores logran que parezca atractivo, incluso para un tipo con odio a los coches como el que escribe esto.
El tema del doblaje, bueno, parece ser que la locura amaina y aunque no nos libramos de cameos sonoros (periodistas y pilotos en su mayoría), los personajes principales son doblados por actores profesionales, para alegría de nuestros maltratados oídos (las voces españolas de Madagascar o El espantatiburones aún provocan pesadillas a más de uno).
Cabe destacar que esta es una película muy bien dirigida, quizá más que la mayoría de los productos norteamericanos actuales (y definitivamente más que los españoles, pero esa es otra historia), destacando igualmente el trabajo con los «actores» y las escenas de acción (persecuciones bien hechas, algo cada vez más escaso). El «problema» de Cars puede venir por parte de los chavales, ya que es una película centrada en los personajes, más que en la acción, y cuyo humor no radica en mascotas animadas o gags de eructos, sino más bien en chistes que necesitan cierto background que los niños no tienen por qué tener (la obsesión del vendedor de llantas italiano por los Ferrari, la caricatura del gobernador de California, representado por un Humvee…). Pero puedo estar equivocado, que algo similar dije de Las crónicas de Narnia y tuvo un éxito enorme. Los mocosos son impredecibles.
En todo caso, se trata de una película de Disney-PIXAR, así que está muy bien hecha y todo el mundo la va a ir a ver. A mí me ha gustado más que Buscando a Nemo y que ese brillante plagio de Spy Kids y Watchmen que era Los Increíbles, aunque está por debajo de las que me parecen las grandes obras de Lasseter y compañía: Toy Story y Monstruos S.A.. Aquello sí que destilaba imaginación, originalidad, ingenio y emoción.
Por cierto, gran banda sonora, exceptuando una demencial canción en español a mitad de película, propia del peor concursante de Operación Triunfo. Quizá la cante uno de ellos, quién sabe.
Sinopsis
El valiente Rayo McQueen, un coche de carreras novato y apasionado descubre que el camino se hace andando, cuando se encuentra perdido en la ciudad fantasma Radiator Springs de la Ruta 66. Atravesando el país en dirección al gran Campeonato de la Copa Piston, en California, McQueen conoce a los originales personajes que habitan en la ciudad. Sus nuevos amigos, Sally (un llamativo Porsche de 2002), Doc Hudson (un Hudson Hornet de 1951) y Mater (una leal grúa oxidada) le ayudarán a comprender que hay cosas más importantes que conseguir premios, fama y patrocinios.
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