Que una película de serie B sobre cavernícolas antropófagos en el Oeste haya logrado tan buenas críticas es algo que, en otros tiempos, hubiera resultado difícil de creer. ¿Es Bone Tomahawk tan buena como dicen, o es que actualmente ya nos damos con un canto en los dientes si una cinta no es un total desastre?
Ni una cosa ni la otra.
Bone Tomahawk no es un prodigio cinematográfico. De hecho, cuenta con una realización y una fotografía meramente funcionales, de aspecto casi televisivo. El guión, escrito por el propio director, S. Craig Zahler, es correcto, pero no precisamente profundo. Y los personajes cumplen la función de caer simpáticos, sin buscar más complejidades.
¿Qué tiene de positivo, entonces? Básicamente, Bone Tomahawk da lo que promete: es una muy entretenida película “de indios”, de las de toda la vida, cambiando a los apaches de turno por una tribu casi monstruosa, al estilo de Las colinas tienen ojos o La matanza de Texas, todo ello aderezado con toques de efectivo gore, suspense y humor bien dosificado.
Por otro lado, el reparto del film está formado por magníficos actores que brindan unos trabajos poderosos: el sublime Richard Jenkins reinterpreta a su manera el clásico personaje que se solía adjudicar a Walter Brennan, Kurt Russell nos vuelve a demostrar que el Viejo Oeste le sienta muy bien y Matthew Fox sorprende agradablemente al alejarse de su habitual papel de superviviente llorón.
¿Nos hallamos ante un western clásico o revisionista? Más bien ante una película que no se plantea ese tipo de cuestiones. Demasiado brutal para ser clásico, y no lo bastante autocomplaciente como para autoanalizarse o diseccionar el género, el film se limita a narrar una simple historia de búsqueda y rescate, sin más miramientos artísticos.
Por su violencia, más propia del cine de terror que del western al uso, Bone Tomahawk no es recomendable para los espectadores de estómago sensible, pero tampoco es un film construido sobre los disparos o las mutilaciones. Es más, habrá algún que otro impaciente que considere a la película “lenta” (signifique eso lo que signifique), limitada en acción o demasiado centrada en las relaciones de los protagonistas.
Salvo para ese tipo de espectador con trastorno de déficit de atención, Bone Tomahawk es un eficaz entretenimiento, digno y honesto, hecho con pocos medios pero con las ganas y la astucia suficientes como para que el film no huela a chapuza o a subproducto.
Sinopsis
Año 1850. La llegada de un forastero a la pequeña localidad de Bright Hope levanta las sospechas del sheriff Franklin Hunt (Kurt Russell), que le detiene después de una disputa. Una mujer cuida del preso en la cárcel hasta que una noche ambos desaparecen. La única pista de la desaparición es una flecha que parece pertenecer a una violenta tribu de indios antropófagos. El sheriff irá a la búsqueda de los desaparecidos, acompañado de su viejo ayudante (Richard Jenkins), de un curtido pistolero (Matthew Fox) y del marido de la desaparecida (Patrick Wilson).
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