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Crítica: «Batman v Superman: El amanecer de la justicia» (2016)

En Batman v Superman se cruzan dos orientaciones distintas de los superhéroes modernos. Por un lado, la película galvaniza nuevamente esa solemnidad impuesta por Christopher Nolan. Y por otro, bajo el peso de todo ese dramatismo, se abre camino el tono ligero de los viejos tebeos de paladines enmascarados, más cercano a la mitología pop que a la crónica de sucesos.

Estas dos tendencias convierten a la superproducción de Zack Snyder en una vigorosa obra de transición, donde los acontecimientos más oscuros y deprimentes se alternan con la promesa de aventuras imposibles, protagonizadas de forma coral por un entrañable grupo de metahumanos.

Con su estilo entre preciosista y nervioso, Snyder armoniza una serie de relatos episódicos que poco a poco van tramándose, para luego entrar de lleno en el drama que compartirán cuatro personajes: Batman (Ben Affleck), Superman (Henry Cavill), Lex Luthor (Jesse Eisenberg) y en menor medida Wonder Woman (Gal Gadot). En segundo término, y ampliando aún más el foco, también asistimos a las interacciones entre Clark Kent y Lois Lane (Amy Adams), enamorados en un escenario hostil, y entre Bruce Wayne y Alfred Pennyworth (Jeremy Irons), que además de mayordomo paternal ejerce aquí como un socio muy activo del caballero oscuro.

La rivalidad entre el Hombre Murciélago y el kryptoniano está elaborada con solvencia en el guión de Chris Terrio y David S. Goyer. El arquetipo de Superman queda bien resuelto y Ben Affleck no parece sentirse incómodo en la piel de un Bruce Wayne misterioso y escéptico. El acierto de su interpretación se advierte, sobre todo, cuando interioriza esa duda que comparten otros humanos: ¿puede un ser todopoderoso como Superman resultar fiable en un mundo que, en el peor de los casos, él podría destruir con demasiada facilidad?

En beneficio del relato, esa ambigüedad moral ‒o mejor dicho, ese sentimiento ambivalente‒ explota en la película con tanta intensidad como los efectos especiales más aparatosos, que aquí son unos cuantos.

En todo caso, Batman v Superman se gana al público con dos grandes virtudes: el nivel de un reparto sin fisuras ‒que despeja más de una duda sobre Affleck o Gadot‒ y el modo en que la historia se desliza fluidamente a través de episodios muy operísticos, con ese estilo entre la epopeya y el melodrama que en los cómics suele plasmarse a través de ostentosas splash pages.

Snyder carga las tintas cuando debe hacerlo ‒la rabia calculada de Batman, el delirio geek de Luthor, la bondad genética de Superman‒ y establece los cimientos de lo que ha de ser el universo expandido de DC Comics en la gran pantalla, con la Liga de la Justicia en ciernes.

En cuanto a su estilo narrativo, la película luce en demasiados momentos ese aire epiléptico y un tanto caótico del moderno cine de acción, pero el montaje de David Brenner logra equilibrar muy bien el ritmo, evitando la confusión entre tanta escaramuza visual.

Aunque la paleta de colores no es brillante, la habilidad de Snyder a la hora de componer planos esplendorosos logran seducir plenamente al espectador. En este sentido, el film está por encima de las obras más recientes de este realizador y nos reconcilia, durante la mayor parte del metraje, con el autor de 300 o El amanecer de los muertos.

La inspiración de El regreso del Caballero Oscuro, de Frank Miller, y de las láminas de Alex Ross son sólo dos entre las muchas referencias estéticas y narrativas que la cinta toma de cómics muy renombrados (que de momento no citaré, para no arruinar sorpresas al espectador).

Durante los meses previos a su estreno, Batman v Superman ha sido el tema predilecto de ese club de futurólogos que sacan pecho al pensar que sus comentarios sobre un tráiler ‒o peor, sobre una foto‒ son esenciales para decidir el porvenir comercial de una película.

Está claro que la vieja costumbre de criticar un film, sea de forma profesional o entre aficionados, cede hoy paso a ese opulento caudal de previsiones en el que no nos hace falta pasar por taquilla para extender un prejuicio o una conjetura. Si quieres sentirte Leonard Maltin o Roger Ebert por un día, las redes sociales te permiten saltarte dos pasos fundamentales ‒ver la película y saber valorarla‒ para encabezar esa viralidad inquisitorial, con la prudencia en modo off.

Obviamente, éste es un pasatiempo en el que muchos caemos, pero me pregunto, sobre todo ante casos como el de Snyder, si no era preferible aquella época en la que una película nos decepcionaba o nos entusiasmaba cuando toca: es decir, después de su estreno.

Sinopsis

Ante el temor de las acciones de un desenfrenado Superhéroe, el formidable y contundente vigilante de Gotham se enfrenta al más admirado héroe de la era moderna de Metropolis, mientras que el mundo se debate reflexionando sobre qué tipo de héroe necesita realmente. Y con Batman y Superman en guerra, pronto aparece una nueva amenaza que pone a la humanidad en uno de los mayores peligros jamás conocidos.

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Guzmán Urrero

Colaborador de "La Lectura", revista cultural de "El Mundo". Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador habitual de las páginas de cultura del diario ABC y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.