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Crítica: «Argo» (Ben Affleck, 2012)

Ben Affleck –esa es la verdad– no le cuesta gran esfuerzo ni le ha llevado excesivo tiempo llevar la contraria a quienes pronosticaron su desaparición de la primera línea de Hollywood. Después de dirigir dos estupendas películas, Adiós, Pequeña, Adiós y The Town, regresa a la realización con Argo, un espléndido thriller en el que también acredita cuánto ha crecido como actor en los últimos años.

Si no fuera porque combina espionaje, suspense, política y humor, Argo podría catalogarse dentro del subgénero del cine dentro del cine. De hecho, el trasfondo de esta pintoresca peripecia parece una leyenda urbana de Hollywood, y de no ser porque ya se ha desclasificado la operación en la que se inspira, parecería el invento de un guionista demasiado imaginativo.

Basado en hechos reales. Este es el aviso que convierte al espectador de Argo en partícipe de una aventura disparatada, escrita por Chris Terrio a partir de un artículo de la revista Wired, «How the CIA Used a Fake Sci-Fi Flick to Rescue Americans from Tehran», obra de Joshuah Bearman.

Todo comienza en noviembre de 1979, durante la toma de la embajada estadounidense en Teherán. Aunque la mayoría de los empleados se convierten en rehenes de los revolucionarios jomeinistas, seis de ellos logran guarecerse en la residencia del embajador canadiense, Ken Taylor (Victor Garber).

El Departamento de Estado comprende que, si son descubiertos, esos seis fugitivos serán ejecutados. Un especialista de la CIA, Tony Méndez (Ben Affleck) propone entonces un extravagante plan de huida. Tras el rodaje de Star Wars en Túnez, otras películas de ciencia-ficción se estaban rodando en escenarios exóticos. ¿Por qué no introducirse en Irán y convencer a las autoridades islámicas de que los seis evadidos forman parte de un inocente equipo de filmación canadiense?

Por medio de su supervisor, Jack O’Donnell (Bryan Cranston), Méndez entra en contacto con el maquillador John Chambers (John Goodman) –el caracterizador que diseñó las máscaras de El Planeta de los Simios y las orejas de Mr. Spock–, y ambos crean una compañía junto al productor Lester Siegel (Alan Arkin). De ahí en adelante, la producción de una falsa película, Argo, se convierte en la tapadera de esta peligrosa operación de inteligencia.

Muy bien narrada y excelentemente escrita, con atención al detalle y elementos de suspense al estilo clásico, Argo se sostiene sin altibajos a la largo de todo el metraje. Affleck no se limita a reconstruir un incidente poco conocido con todo el realismo histórico posible. Va más allá.

Ambientada con una excelente dirección artística, la película lleva todos los ases para gustar al espectador maduro, pero quizá sean las soberbias interpretaciones –no esperaba otra cosa de tipos como CranstonGoodman y Arkin– lo que eleva la categoría de este brillante largometraje.

Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

Copyright de las imágenes © 2012 Warner Bros. Pictures, GK films y Smokehouse Pictures. Cortesía de Warner Bros. Pictures International España. Reservados todos los derechos.

Guzmán Urrero

Colaborador de "La Lectura", revista cultural de "El Mundo". Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador habitual de las páginas de cultura del diario ABC y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.