¿La película del juicio final? Mejor dicho estaría, quizá, la película de los supervivientes a ese cataclismo, porque esta historia que nos relata Roland Emmerich no se refiere tan sólo al fin del mundo, sino al puñado de elegidos que logran salir adelante.
A Roland Emmerich le encanta el cine de catástrofes. Pero estemos tranquilos: en cada calamidad que nos narra –desde Independence Day hasta El día de mañana– siempre hay un grupo de valientes que experimenta un cierto placer salvando a la humanidad.
En 2012, pasan por esa prueba John Cusack, Amanda Peet, Danny Glover, Thandie Newton, Oliver Platt, Chiwetel Ejiofor y Woody Harrelson. Por si este reparto no fuera reclamo suficiente, el espectador tiene asegurada una doble ración de la especialidad predilecta de Emmerich: los efectos visuales más sofisticados y grandilocuentes, cortesía en este caso de Sony Pictures Imageworks.
La película parte de un supuesto que, de puro exagerado que es, no necesita aclaración: el mundo, tal y como anunció el calendario maya, llega a su punto final el 21 de diciembre de 2012.
Casi no hay espacio para el porvenir, así que el destino de nuestra especie –ay– queda en manos de una agencia estatal: el llamado Instituto para la Continuidad de la Humanidad.
En el consiguiente «sálvese quien pueda», acompañamos a un puñado de personajes que, como corresponde a una película de género y sin pretensiones, no tienen profundidad psicológica… Pero poco importa. En casos como éste, el tópico sirve de atajo hacia lo que realmente interesa.
Ciñéndose a esa fórmula, el guión es habilidoso, y dosifica drama, ternura, humor, dinamismo y catástrofes con buena mano. El resultado es un placer culpable, en el que lo que menos importa es la calidad real del producto.
Como es habitual en las cintas de Emmerich, predominan los buenos sentimientos y se subrayan virtudes como el heroísmo, la solidaridad y la unión familiar. Ya dije que el reparto es sensacional, así que dicho mensaje queda expresado por figuras de enorme talento (Atención a las breves secuencias de George Segal y Blu Mankuma).
Doscientos millones de dólares, financiados por Sony Pictures Entertainment, han permitido al realizador escenificar esta pesadilla. El rodaje comenzó en Vancouver, en agosto de 2008, y concluyó en enero de 2009.
El principal personaje de 2012 es Jackson Curtis (John Cusack), un escritor de novelas de ciencia-ficción que debe ganarse un sobresueldo como conductor de limusinas. Amanda Peet da vida a su ex mujer, que ahora está unida sentimentalmente a Gordon (Thomas McCarthy), un cirujano plástico. Jackson y Kate tienen dos hijos, Noah (Liam James) y Lilly (Morgan Lily).
El presidente de Estados Unidos, Thomas Wilson, está encarnado por el veterano Danny Glover. Su jefe de gabinete es Carl Anheuser (Oliver Platt) y su asesor científico, Adrian Helmsley (Chiwetel Ejiofor).
Como sucede en otras películas de Emmerich, también hay en este caso una figura que anuncia la catástrofe, pero a quien casi nadie hace caso. Me refiero a Charlie Frost (Woody Harrelson), un profeta que sufre el llamado síndrome de Casandra: vaticina calamidades que el resto del mundo escucha como si fueran simples chifladuras.
Hasta aquí, los paralelismos entre 2012 e Independence Day son de lo más evidente. ¿Dónde empiezan las diferencias? Para empezar, en la causa del fin del mundo.
Aquí no se produce una invasión alienígena: simplemente se cumple una profecía que popularizó hace años el movimiento New Age.
El Mayanismo –que así se llama esta creencia– parte de la mitología mesoamericana y abarca referencias de lo más diverso: desde la Atlántida hasta los estudios que realizó en el siglo XIX el imaginativo Charles Étienne Brasseur de Bourbourg. Mézclese todo ello con un punto de seudohistoria y obtendremos un cóctel intenso, que da la sensación de que todo –incluida una catástrofe a plazo fijo– es posible. Al menos, así lo creen los seguidores de Peter Kolosimo, Frank Waters, John Major Jenkins, Erich Von Däniken y otros autores que hablan de tú a tú con el misterio.
¿Patrañas? Desde luego. Pero son muy rentables y hay una legión de ingenuos dispuestos a consumirlas. Si creen que exagero, echen un vistazo a las teorías de Daniel Pinchbeck, que enriquece el Mayanismo con jugosas anécdotas sobre abducciones extraterrestres.
Cómo se rueda el fin del mundo
Del mismo modo que hay películas cuyo rigor nos atrae, la única manera de sumergirse en una cinta de Roland Emmerich es teniendo en cuenta su mayor virtud: el sentido del espectáculo. Casi sobra añadir que 2012 no pretende entusiasmar a los lectores de Cahiers du Cinéma. Ni siquiera se toma demasiado en serio los desvaríos del Mayanismo.
Lo que aquí realmente importa es la catarata visual, la vibrante puesta en escena, el equilibrio entre acción y peligro, el humor casi adolescente… A partir de todo ello, vale la pena apreciar unos trucajes realmente formidables, que convierten a esta película en una montaña rusa.
El guión, escrito por Roland Emmerich y Harald Kloser, tiene episodios tan memorables (visualmente, se entiende) como ese tsunami que inunda la cordillera del Himalaya, y que nos indica de forma incontestable cuál es la magnitud del desastre.
No es, en todo caso, la primera vez que autores de ficción descifran el terrible misterio del año 2012. Este fatídico año fue la razón de ser de novelas de ciencia ficción como Domain (2002) y Resurrection (2000), de Steve Alten, Absconders (2009), de Karen Haynes, The Crimson Purging (2008), de Jonathan Kaelin, y Time Storm 2012: Atlantis and the Mayan Prophecy (2009), de Juliann Farnsworth.
El nuevo folletín de Dan Brown, El símbolo perdido (2009), también sitúa el apocalipsis en 2012, e incluso la película Soy leyenda (2007) fijaba el mayor desastre global en esa fecha.
En un principio, esta superproducción iba a estrenarse el 10 de julio, pero finalmente el estudio prefirió rentabilizarla durante la campaña previa a la Navidad. Así pues, el público podrá disfrutar de 2012 a partir del 13 de noviembre.
Es casi seguro que Emmerich volverá a demostrar que su cultura cinematográfica es genuinamente popular. Una cultura en la que coinciden el espíritu de los programas dobles, la simpatía de la serie B y ese hechizo especial y tirando a ingenuo que atesora la ciencia ficción de los setenta y los primeros ochenta.
Sinopsis
Nunca antes una fecha en la historia ha sido tan importante para tantas culturas, religiones, científicos y gobiernos. 2012 es una aventura épica sobre un cataclismo global que provoca el fin del mundo y cuenta la heroica lucha de los sobrevivientes.
La cuenta atrás para 2012, el muy esperado filme del director Roland Emmerich, comenzó el 1 de octubre con el avance simultáneo más grande jamás organizado en televisión, cable, online y móviles para el lanzamiento de una película. El público que veía las cadenas más importantes de televisión y cable de Norteamérica tuvo la oportunidad de ver en exclusiva, dos minutos de la película como parte de su campaña simultánea el jueves entre las 22:50 y las 23:00hs. La película se estrenará mundialmente en cines el 13 de noviembre de 2009.
Los dos minutos llenos de acción de 2012 se emitieron en las principales cadenas de televisión (ABC, NBC y CBS), en 89 canales de cable, en televisiones locales de los 70 mercados más importantes y en numerosas televisiones de habla hispana a lo largo de los Estados Unidos. Con casi 450 cadenas de televisión de Norteamérica tomando parte en este evento mediático sin precedentes, se estima que las imágenes de 2012 llegaron a cerca de 110 millones de espectadores, con un alcance superior al de la Super Bowl.
El 90% de todos los hogares que tenían encendida la televisión en ese momento pudieron ver la exclusiva pieza. Los espectadores tuvieron la oportunidad de ver una extensión de esos dos minutos repletos de acción justo a continuación, en fancast.com y en Comcast On Demand. Se estima que el total de la audiencia entre televisión, online y móviles en Norteamérica que verá la pieza en las primeras 24 horas sobrepase los 140 millones de personas. En el extranjero, la campaña simultánea de 2012 será duplicada en muchos países del mundo a finales de octubre.
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